![]() Un secundario los prepara para salir al mundo - Profesionales23/03/2011 Lo impulsó la pareja por la falta de oferta de formación laboral para los jóvenes discapacitados
“No nos pareció correcto que hicieran aportes a la familia y quisimos donarlo al Cottolengo de Don Orione –cuenta Ana–. Ellos nos ayudaron a armar el estatuto”. Se refiere a la Fundación Madre Teresa, con sus papeles en orden desde 2009. Tiene varios proyectos, novedosos, prácticos y viables, dirigidos a jóvenes con discapacidad. El principal ya está funcionando desde hace más de un año: el Instituto Pampeano Educativo Laboral (IPEL), dirigido a personas mayores de 18 años con discapacidad intelectual. Comenzaron a ver esa necesidad a medida que crecía su hija Lola, ahora de 19 años. Integrados en una escuela común –con buena suerte, aunque generalmente con carencias– o bien en una escuela especial, estos chicos concluyen la educación formal y se quedan sin otra alternativa que volverse a su casa . Su crecimiento intelectual se estanca, van perdiendo las destrezas adquiridas, dejan de socializar, pierden autonomía, y no desarrollan sus potencialidades laborales. El IPEL se planteó entonces como una especie de secundario, todos los días de 14 a 18, con las mismas rutinas y requisitos: puntualidad, registro de asistencia, saludo a la Bandera, y uniforme acorde con la actividad del día: remera blanca los días de cocina, panadería y repostería; y azul los días de huerta, jardinería y plantas aromáticas, con asesoramiento del INTA. Todos los días tienen una hora de comunicación, verbal y escrita, en la que reflexionan e incorporan conductas respetuosas y buenos hábitos para la vida diaria . Dos veces por semana van a natación. Y también practican música y artes plásticas. Tienen además salidas recreativas, culturales y didácticas. Concurrirán durante tres a cinco años, según sus capacidades. La mayor apuesta es la salida laboral , que implicará la instalación de una verdulería, para practicar la interacción con los clientes; y pasantías en comercios y empresas que quieran aceptarlos, con un acompañante laboral. Ya han hecho experiencias de preparación y venta de prepizzas, plantines y tomates. Con la mitad de las ganancias se repusieron insumos; el resto fue para los jóvenes. Lola, por ejemplo, se compró remeras y pagó parte de su equipo de música. “ Los grandes cambios se ven en el día a día. Se nota en sus modales, en cómo pueden empezar a expresarse”, observa la secretaria, María Alicia Underwood. El IPEL cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación pampeano y espera, con el tiempo, ser incorporado a la enseñanza oficial. Funciona en la sede de la Asociación Caleuche y tiene 10 alumnos, casi todos con síndrome de Down, pero por ahora no puede recibir más por falta de espacio. Fuente: Clarín |
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