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Insólito: a la Fundación Sabato le sobran becas y le faltan alumnos - Universitarias

31/03/2011

Promueve el estudio de Ingeniería en materiales, de salida laboral casi inmediata

sabato"Debido a la circulación masiva de un correo electrónico no oficial, con información parcialmente incorrecta, comunicamos que el Instituto Sabato se encuentra funcionando a pleno."

Así, en pocas palabras, las autoridades de ese instituto de la Universidad General San Martín y la Comisión Nacional de Energía Atómica rechazaron de manera "oficial" ese mensaje que, con un tono alarmista, afirmaba que ese centro académico de formación de ingenieros en materiales estaba en peligro de cierre por falta de inscriptos. "No consiguen alumnos ni aún becándolos", continuaba el volante electrónico.

El Sabato es un instituto del mismo nivel y calidad que el Balseiro, donde se ofrecen sólo 18 becas de 2200 pesos mensuales durante los cuatro años para estudiar ingeniería en materiales. Sin embargo, le sobran vacantes.

"No es verdad. No hay ningún peligro de cierre, aun cuando tenemos muy pocos inscriptos", aseguró a LA NACION Raúl Quesada, secretario académico del instituto que funciona dentro del Centro Atómico Constituyentes, en la localidad de San Martín.

"Al día de hoy, tenemos un solo inscripto, pero el año pasado a estas alturas no teníamos siquiera uno", contó el químico que también es el subgerente académico y de información del Centro Atómico Constituyentes.

El ciclo lectivo comienza en agosto y las autoridades esperan seguir la tendencia registrada el año pasado. De ocho alumnos ingresantes en 2009, pasó a 14 en 2010. Desde que se creó, en 1993, "nunca se completaron las plazas", admitió Quesada y, sin ocultar su optimismo, contó: "Este año, por primera vez, tenemos casi un centenar de asistentes a nuestra aula virtual" ( http://www.isabato.edu.ar ). El año pasado, los interesados que visitaron esa actividad digital fueron de medio centenar.

El total de alumnos que hoy cursan allí una disciplina que está en las bases de cualquier industria -los materiales- entran cómodamente en cualquiera de las 34 aulas de una confortable sede del Sabato.

La situación del Instituto Sabato es una pequeña muestra de una realidad que se registra en las más de doscientas carreras de ingeniería que se dictan en las distintas universidades del país.

El total de estudiantes que había optado por las ingenierías en las universidades de gestión pública del país era en 2008 -el último año del que se conocen estadísticas oficiales- apenas el 7 por ciento del total de inscriptos en todas las carreras. Los que querían por entonces ser ingenieros eran 85.618 estudiantes en un total de 1.283.482. Una relación que habría mantenido en los últimos dos años. Las menos elegidas son, sobre todo, las especialidades más "duras", como petróleo, mecánica, naval, química y electrónica.

"Cuando nos juntamos con los de otras universidades, lloramos juntos porque no tenemos a quién enseñarles lo que sabemos", admitió Quesada, ya con cierta melancolía.

Miedo a las ciencias

Entre los docentes afirman que los alumnos no se acercarían a carreras como éstas por miedo a las ciencias. Pero los estudiantes aluden más bien al desconocimiento.

Sebastián Di Toma, de 24 años, será ingeniero en materiales en 2012, gracias a que un afiche pegado en la cartelera de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la Ciudad Universitaria, anunciaba la apertura de las inscripciones en el Instituto Sabato.

"Yo no sabía que existía esta carrera. Estaba cursando el tercer año de Física en la UBA y lo dejé para empezar acá", contó el estudiante, que, además, es padre de una niña. Su esposa gana un salario equivalente a la beca del Sabato y con esos ingresos viven "sin lujos, pero bien".

El sacrificio, según Di Toma, vale la pena. "Por la gran demanda laboral que existe para este título que, además, es muy versátil porque podés trabajar en el sector de planta de una fábrica como en un laboratorio", amplió.

Su compañero, Matías Zarco, de 23 años, coincide: "Con la beca se puede vivir". Y agregó: "Yo quería tener un título universitario, pero sin esta ayuda [la beca], seguramente, no lo lograría".

Los estudiantes admiten no conocer un egresado en esta carrera que se encuentre sin trabajo. Quesada informó que en los últimos años el promedio de graduados del Sabato es de siete profesionales por año y que "todos están trabajando en posiciones de gerente en producción; están muy bien remunerados".

Fuente: La Nación

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