![]() Tres lecciones para entender un estilo admirable - Profesionales01/03/2013
Tres lecciones para entender un estilo admirable Fue maestro y fundador de la Escuela de Arquitectura. Supo apartarse del Movimiento Moderno, que bullía en Europa en los años 40, para adaptar sus cánones a la cultura, al clima y a la tecnología constructiva de Tucumán. Estas son tres casas que llevan su firma y que sintetizan su evolución profesional. EEduardo Sacriste se inscribe en la historia de la arquitectura por la funcionalidad, la austeridad y la estética que marcaron sus obras. Vivió hasta los 94 años (falleció en 1999) y fue quien sentó las bases de lo que sería la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT. A finales de los 40 fundó, junto a otros colegas, la Escuela de Arquitectura, y fue su director hasta 1960. Sus emblemáticas construcciones están desperdigadas por la ciudad y, si bien algunas fueron demolidas, todavía puede encontrarse gran parte de su valioso legado por las calles tucumanas. "Su genialidad radica en haber adaptado con habilidad los cánones del Movimiento Moderno a la cultura, al clima y a la tecnología constructiva de Tucumán", señaló Paulo Marigliano Duhart, arquitecto y autor de una tesis sobre la obra de Sacriste -"Con la mirada en la vanguardia y los pies en la región"-, de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Tres viviendas evidencian la evolución de Sacriste como arquitecto hacia un planteo donde los ambientes se vinculan con fluidez, son cómodos y aprovechan al máximo el espacio entre medianeras. La mayor parte de las viviendas se construyeron en una época en la que los límites estaban marcados por las tapias. Distinto de lo que sucede hoy, ya que los grandes proyectos habitacionales se desarrollan en las afueras, en barrios privados o countries, y en la ciudad esas parcelas se reutilizan para construir edificios. "En ese espacio acotado muchos admiran que Sacriste haya encontrado una solución para la distribución interior de las casas", destacó Marigliano. Planta tipo Sacriste encontró en la planta tipo la distribución ideal para una vivienda familiar y no ocultó esta fórmula. "Algunos le criticaban que repitiera el planteo, pero la verdad es que funcionaba muy bien", recordó el arquitecto. Debe haber construido más de 70 viviendas en la ciudad y en ellas se repite -con algunas variantes- el jardín delantero, que servía para otorgarle luminosidad a la vivienda. Desde la puerta de entrada siempre se ve el jardín de atrás; el hall de distribución lleva hacia el área de servicio, a la sala de estar y comedor y a la escalera; además siempre había un toillete. En el segundo piso se encuentran las habitaciones y a veces sumaba un tercer piso para la terraza. "La casa, para mí, es una obra repetible, como un mueble: ensayamos de casa a casa la profundización de unas pocas ideas", definía Sacriste. Además de viviendas particulares llevan su firma importantes edificios en los que trabajó junto a otros colegas. El Hospital del Niño Jesús; la Mutual Provincial Antituberculosa, con Horacio Caminos; el Instituto de Maternidad y Ginecología con Oscar Fernández Sabaté, y el edificio El Comercio del Norte, con Fernando Chávez. Se le puede achacar que sus fachadas no son vistosas y muchas pasan inadvertidas ("considero mis obras discretas, no hay nada genial", opinaba Sacriste). Sin embargo, su foco fue la racionalidad y la sencillez: la solución de lo cotidiano. "Sacriste logró desarrollar cuatro aspectos que cualquier arquitecto desearía: diseñó, construyó, enseñó y escribió", sintetiza Marigliano. Si bien gran parte de su obra está en Tuaumán, donde además enseñó, había nacido en Buenos Aires y allí se recibió de arquitecto en 1932. Formas y conceptos Él consideraba las galerías como una parte sagrada de la casa, aunque estuvieran en un primer piso (como en la casa Di Lella). "Ahí se evidencia el concepto de planta libre, donde las divisiones internas pueden estar o no. En esa casa, si se abrían la puertas, las áreas de estar, comedor, hall y galería quedaban integradas", comentó el tesista. Sacriste se nutrió del movimiento que estaba transformado la arquitectura en Europa y que tiene a Le Corbusier como principal exponente. Eran tiempos duros (tras la Segunda Guerra Mundial) y las exigencias eran otras. Decía que el arquitecto debía tener sensibilidad plástica, conciencia social y urbanística. Eso es lo que supo cultivar y predicar. Soñaba una ciudad amigable para quienes la habitan, con viviendas que se insertan sin incomodidades. Él lo explicaba así: "para una concepción de la ciudad como totalidad hace falta una visión política, una imagen de lo que la ciudad tendría que ser, como creo que, salvo Rivadavia o Sarmiento, nadie tuvo". Casa Terán (1936) en 25 de mayo al 400 Fue la primera que Sacriste diseñó mientras era estudiante universitario. "Tiene varios errores, fruto de la inexperiencia, como por ejemplo la orientación del cuarto principal, que no abre hacia el norte. Luego reconocerá esto en el camino de la evolución de sus diseños", explicó el arquitecto Paulo Marigliano Duhart. El jardín delantero fue un rasgo característico de sus diseños. Casa Di lella (1948) 25 de mayo al 600 Habían pasado 12 años desde su primera obra en Tucumán y aquí se nota la gran evolución. Una de las particularidades es que el primer piso fue dedicado a consultorios y sala de espera, y la casa se resuelve en la segunda y tercera planta. "La galería (en el segundo piso) y la terraza jardín (en el tercero) son para destacar. Los ambientes de la segunda planta se conectan con fluidez y la galería era uno de los lugares sagrados para él ", contó Marigliano. Casa Benito (1980) Avenida Sarmiento 252, una de sus últimas obras "Es el ejemplo perfecto de la planta tipo. La belleza de sus diseños no radica tanto en lo estético, sino en lo funcional. Todos los que vivieron en alguna de sus casas se enamoraban de los espacios y la distribución", explicó el arquitecto. En general el planteo era en dos plantas, con la entrada por el costado, un jardín que seguía al garage y que venía antes de la casa. Y un hall distribuidor que llevaba al otro nivel, donde estaban las habitaciones. Fuente: La Gaceta Eduardo Sacriste se inscribe en la historia de la arquitectura por la funcionalidad, la austeridad y la estética que marcaron sus obras. Vivió hasta los 94 años (falleció en 1999) y fue quien sentó las bases de lo que sería la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT. A finales de los 40 fundó, junto a otros colegas, la Escuela de Arquitectura, y fue su director hasta 1960. Sus emblemáticas construcciones están desperdigadas por la ciudad y, si bien algunas fueron demolidas, todavía puede encontrarse gran parte de su valioso legado por las calles tucumanas. "Su genialidad radica en haber adaptado con habilidad los cánones del Movimiento Moderno a la cultura, al clima y a la tecnología constructiva de Tucumán", señaló Paulo Marigliano Duhart, arquitecto y autor de una tesis sobre la obra de Sacriste -"Con la mirada en la vanguardia y los pies en la región"-, de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Tres viviendas evidencian la evolución de Sacriste como arquitecto hacia un planteo donde los ambientes se vinculan con fluidez, son cómodos y aprovechan al máximo el espacio entre medianeras. La mayor parte de las viviendas se construyeron en una época en la que los límites estaban marcados por las tapias. Distinto de lo que sucede hoy, ya que los grandes proyectos habitacionales se desarrollan en las afueras, en barrios privados o countries, y en la ciudad esas parcelas se reutilizan para construir edificios. "En ese espacio acotado muchos admiran que Sacriste haya encontrado una solución para la distribución interior de las casas", destacó Marigliano. Planta tipo Sacriste encontró en la planta tipo la distribución ideal para una vivienda familiar y no ocultó esta fórmula. "Algunos le criticaban que repitiera el planteo, pero la verdad es que funcionaba muy bien", recordó el arquitecto. Debe haber construido más de 70 viviendas en la ciudad y en ellas se repite -con algunas variantes- el jardín delantero, que servía para otorgarle luminosidad a la vivienda. Desde la puerta de entrada siempre se ve el jardín de atrás; el hall de distribución lleva hacia el área de servicio, a la sala de estar y comedor y a la escalera; además siempre había un toillete. En el segundo piso se encuentran las habitaciones y a veces sumaba un tercer piso para la terraza. "La casa, para mí, es una obra repetible, como un mueble: ensayamos de casa a casa la profundización de unas pocas ideas", definía Sacriste. Además de viviendas particulares llevan su firma importantes edificios en los que trabajó junto a otros colegas. El Hospital del Niño Jesús; la Mutual Provincial Antituberculosa, con Horacio Caminos; el Instituto de Maternidad y Ginecología con Oscar Fernández Sabaté, y el edificio El Comercio del Norte, con Fernando Chávez. Se le puede achacar que sus fachadas no son vistosas y muchas pasan inadvertidas ("considero mis obras discretas, no hay nada genial", opinaba Sacriste). Sin embargo, su foco fue la racionalidad y la sencillez: la solución de lo cotidiano. "Sacriste logró desarrollar cuatro aspectos que cualquier arquitecto desearía: diseñó, construyó, enseñó y escribió", sintetiza Marigliano. Si bien gran parte de su obra está en Tuaumán, donde además enseñó, había nacido en Buenos Aires y allí se recibió de arquitecto en 1932. Formas y conceptos Él consideraba las galerías como una parte sagrada de la casa, aunque estuvieran en un primer piso (como en la casa Di Lella). "Ahí se evidencia el concepto de planta libre, donde las divisiones internas pueden estar o no. En esa casa, si se abrían la puertas, las áreas de estar, comedor, hall y galería quedaban integradas", comentó el tesista. Sacriste se nutrió del movimiento que estaba transformado la arquitectura en Europa y que tiene a Le Corbusier como principal exponente. Eran tiempos duros (tras la Segunda Guerra Mundial) y las exigencias eran otras. Decía que el arquitecto debía tener sensibilidad plástica, conciencia social y urbanística. Eso es lo que supo cultivar y predicar. Soñaba una ciudad amigable para quienes la habitan, con viviendas que se insertan sin incomodidades. Él lo explicaba así: "para una concepción de la ciudad como totalidad hace falta una visión política, una imagen de lo que la ciudad tendría que ser, como creo que, salvo Rivadavia o Sarmiento, nadie tuvo". Casa Terán (1936) en 25 de mayo al 400 Fue la primera que Sacriste diseñó mientras era estudiante universitario. "Tiene varios errores, fruto de la inexperiencia, como por ejemplo la orientación del cuarto principal, que no abre hacia el norte. Luego reconocerá esto en el camino de la evolución de sus diseños", explicó el arquitecto Paulo Marigliano Duhart. El jardín delantero fue un rasgo característico de sus diseños. Casa Di lella (1948) 25 de mayo al 600 Habían pasado 12 años desde su primera obra en Tucumán y aquí se nota la gran evolución. Una de las particularidades es que el primer piso fue dedicado a consultorios y sala de espera, y la casa se resuelve en la segunda y tercera planta. "La galería (en el segundo piso) y la terraza jardín (en el tercero) son para destacar. Los ambientes de la segunda planta se conectan con fluidez y la galería era uno de los lugares sagrados para él ", contó Marigliano. Casa Benito (1980) Avenida Sarmiento 252, una de sus últimas obras "Es el ejemplo perfecto de la planta tipo. La belleza de sus diseños no radica tanto en lo estético, sino en lo funcional. Todos los que vivieron en alguna de sus casas se enamoraban de los espacios y la distribución", explicó el arquitecto. En general el planteo era en dos plantas, con la entrada por el costado, un jardín que seguía al garage y que venía antes de la casa. Y un hall distribuidor que llevaba al otro nivel, donde estaban las habitaciones. Fuente: La Gaceta
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