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Los chicos y los libros, una relación que da sus frutos - Cultura y Entretenimiento

09/02/2014

El apoyo y la participación de la familia y de la escuela son fundamentales para fortalecer el interés de niños y niñas por la lectura. Aquí una experiencia desarrollada en la ciudad de Buenos Aires.

 

Los chicos y los libros, una relación que da sus frutos
El apoyo y la participación de la familia y de la escuela son fundamentales para fortalecer el interés de niños y niñas por la lectura. Aquí una experiencia desarrollada en la ciudad de Buenos Aires.
Soledad y Juan Fabrizio son jóvenes emprendedores que han heredado una pasión familiar: sus padres les han inculcado el gusto por la lectura y el trabajo junto a los más chicos para fomentar la capacidad y el desarrollo lingüístico de los niños, ofreciéndoles la oportunidad de experimentar sensaciones y sentimientos con los que disfrutan, maduran y aprenden. Juntos continúan al frente de Ediciones Mawis, una editorial infantil con más de 30 años en el mercado.
Sin embargo, ambos notaron que para muchos chicos y en ocasiones, para los padres, los libros de lectura resultaban un material ajeno a la vida cotidiana. Lejos de buscar culpables o mirar con desconfianza a las nuevas tecnologías, decidieron poner manos a la obra y revisar algunos de los puntos de contacto entre los chicos y los libros.
Soledad asegura que “en la actividad narrativa los niños ríen, sueñan y viajan a otros mundos; comparten momentos gratos en familia reforzando así el vínculo con los padres”. Por eso junto a su hermano Juan, se propusieron acercar los libros a los chicos organizando jornadas de lectura en los Centros de Primera Infancia del Gobierno de La Ciudad de Buenos Aires, pero con una particularidad: los propios padres o abuelos de los chicos eran los narradores, ante la mirada atenta de maestras y colaboradores. La prueba piloto involucró a más de 180 chicos de 2 a 3 años, muchos de ellos en situación de vulnerabilidad.
Los resultados fueron alentadores: ante la estimulación docente y familiar, los chicos respondieron con atención, sorpresa y entusiasmo. Emoción, alegría y gratitud fueron algunos de los sentimientos de los padres luego de participar junto a sus hijos de una actividad que no siempre pueden realizar.
UNA FORMA DE CREAR BUENOS VÍNCULOS
Mientras comía un trozo de manzana, Pablo de 3 años, buscó entre todo el material de lectura y convenció a sus amiguitos de comenzar con Peter Pan que, junto a Pinocho, el Gato con botas y varias historias de Piratas y Dinosaurios, ganaron la atención de la salita.
Todos participaron activamente y respondieron las preguntas que abuelos y maestras intercalaban con la lectura. El único llamado de atención de Sandra -la directora del Centro “Mis primeros pasos”- fue para las mamás que actuaban como narradoras: “Vamos chicas, a impostar la voz, a meterse en los personajes que los chicos necesitan tonalidades, expresividad y nada de relatos monocordes”, exclamó con presencia arrolladora.
La docente, convencida de que este tipo de actividades replicadas en cada casa, refuerzan el vínculo familiar, se comprometió a organizar un taller de lectura de cuentos para padres: “Necesitamos que los padres transmitan sensaciones, que interpreten cada personaje. El libro es solamente la herramienta, pero el objetivo final es el acompañamiento, la estimulación y la incentivación de los más chiquitos”.
Juan Fabrizio, de Ediciones Mawis, coincide en que “a veces los chicos no leen porque los padres no pueden tomarse el tiempo para continuar lo que comienzan en la escuela o en el jardín”, y recomienda tener en cuenta algunas ideas para incentivar la lectura.
“Al igual que en muchas áreas de la educación, es muy importante que dentro del hogar los adultos demos el ejemplo porque si los niños nos ven leer y disfrutar de dicha actividad, lo incorporarán y lo asociarán a momentos de disfrute personal o compartido”, dice Fabrizio.
También asegura que “leer un cuento a un niño, invitarlo a participar de una lectura conjunta, o simplemente escucharlo y prestar atención mientras lee, son actividades que favorecen el contacto de los chicos con los libros y además, fortalecen el vínculo emocional entre padres e hijos”.
CON LUGAR PROPIO
Juan continúa diciendo que “el hábito de la lectura se debe fomentar con libros acordes a cada edad, y teniendo en cuenta también, el desarrollo individual del proceso de aprendizaje de cada niño, a fin de evitar frustraciones innecesarias, que seguramente lo alejarán de la lectura”
Asimismo sugiere que “en el hogar, los libros infantiles tengan ‘su lugar’, no necesariamente una biblioteca, aunque sí un espacio de fácil acceso para que los chicos puedan llegar a ellos sin la ayuda de un adulto, en el momento que lo deseen, ya que son varias las situaciones diarias que pueden actuar como disparadores de curiosidad o consulta”
Finalmente Juan concluyó diciendo que “la práctica de la lectura favorece la capacidad de los niños de pensar por sí mismos, lo cual hace que puedan imaginar y crear libremente”.
Al finalizar las visitas a los Centros “Mis primeros pasos” y “El refugio de los sueños” los chicos se llevaron a sus casas diferentes ejemplares para poder compartir en familia.
Fuente: El Litoral

Soledad y Juan Fabrizio son jóvenes emprendedores que han heredado una pasión familiar: sus padres les han inculcado el gusto por la lectura y el trabajo junto a los más chicos para fomentar la capacidad y el desarrollo lingüístico de los niños, ofreciéndoles la oportunidad de experimentar sensaciones y sentimientos con los que disfrutan, maduran y aprenden. Juntos continúan al frente de Ediciones Mawis, una editorial infantil con más de 30 años en el mercado.

Sin embargo, ambos notaron que para muchos chicos y en ocasiones, para los padres, los libros de lectura resultaban un material ajeno a la vida cotidiana. Lejos de buscar culpables o mirar con desconfianza a las nuevas tecnologías, decidieron poner manos a la obra y revisar algunos de los puntos de contacto entre los chicos y los libros.

Soledad asegura que “en la actividad narrativa los niños ríen, sueñan y viajan a otros mundos; comparten momentos gratos en familia reforzando así el vínculo con los padres”. Por eso junto a su hermano Juan, se propusieron acercar los libros a los chicos organizando jornadas de lectura en los Centros de Primera Infancia del Gobierno de La Ciudad de Buenos Aires, pero con una particularidad: los propios padres o abuelos de los chicos eran los narradores, ante la mirada atenta de maestras y colaboradores. La prueba piloto involucró a más de 180 chicos de 2 a 3 años, muchos de ellos en situación de vulnerabilidad.

Los resultados fueron alentadores: ante la estimulación docente y familiar, los chicos respondieron con atención, sorpresa y entusiasmo. Emoción, alegría y gratitud fueron algunos de los sentimientos de los padres luego de participar junto a sus hijos de una actividad que no siempre pueden realizar.

UNA FORMA DE CREAR BUENOS VÍNCULOS

Mientras comía un trozo de manzana, Pablo de 3 años, buscó entre todo el material de lectura y convenció a sus amiguitos de comenzar con Peter Pan que, junto a Pinocho, el Gato con botas y varias historias de Piratas y Dinosaurios, ganaron la atención de la salita.

Todos participaron activamente y respondieron las preguntas que abuelos y maestras intercalaban con la lectura. El único llamado de atención de Sandra -la directora del Centro “Mis primeros pasos”- fue para las mamás que actuaban como narradoras: “Vamos chicas, a impostar la voz, a meterse en los personajes que los chicos necesitan tonalidades, expresividad y nada de relatos monocordes”, exclamó con presencia arrolladora.

La docente, convencida de que este tipo de actividades replicadas en cada casa, refuerzan el vínculo familiar, se comprometió a organizar un taller de lectura de cuentos para padres: “Necesitamos que los padres transmitan sensaciones, que interpreten cada personaje. El libro es solamente la herramienta, pero el objetivo final es el acompañamiento, la estimulación y la incentivación de los más chiquitos”.

Juan Fabrizio, de Ediciones Mawis, coincide en que “a veces los chicos no leen porque los padres no pueden tomarse el tiempo para continuar lo que comienzan en la escuela o en el jardín”, y recomienda tener en cuenta algunas ideas para incentivar la lectura.

“Al igual que en muchas áreas de la educación, es muy importante que dentro del hogar los adultos demos el ejemplo porque si los niños nos ven leer y disfrutar de dicha actividad, lo incorporarán y lo asociarán a momentos de disfrute personal o compartido”, dice Fabrizio.

También asegura que “leer un cuento a un niño, invitarlo a participar de una lectura conjunta, o simplemente escucharlo y prestar atención mientras lee, son actividades que favorecen el contacto de los chicos con los libros y además, fortalecen el vínculo emocional entre padres e hijos”.

CON LUGAR PROPIO

Juan continúa diciendo que “el hábito de la lectura se debe fomentar con libros acordes a cada edad, y teniendo en cuenta también, el desarrollo individual del proceso de aprendizaje de cada niño, a fin de evitar frustraciones innecesarias, que seguramente lo alejarán de la lectura”

Asimismo sugiere que “en el hogar, los libros infantiles tengan ‘su lugar’, no necesariamente una biblioteca, aunque sí un espacio de fácil acceso para que los chicos puedan llegar a ellos sin la ayuda de un adulto, en el momento que lo deseen, ya que son varias las situaciones diarias que pueden actuar como disparadores de curiosidad o consulta”

Finalmente Juan concluyó diciendo que “la práctica de la lectura favorece la capacidad de los niños de pensar por sí mismos, lo cual hace que puedan imaginar y crear libremente”.

Al finalizar las visitas a los Centros “Mis primeros pasos” y “El refugio de los sueños” los chicos se llevaron a sus casas diferentes ejemplares para poder compartir en familia.

Fuente: El Litoral

 

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