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Trabajo y viaje, una fórmula que “engancha” a cada vez más jóvenes - Interés general

21/10/2015

Los programas work and travel y working holiday son los preferidos para vivir este tipo de experiencias

Instalarse y vivir por un tiempo en otro país es el sueño de muchos jóvenes. Para alcanzarlo cada vez son más los que recurren a los programas work and travel o working holiday que les permite acceder a una visa que los habilita a trabajar en la ciudad que visiten. Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia figuran entre los destinos preferidos.

Fernando Sambrani (23) estaba estudiando abogacía en la UNLP cuando un amigo, que acababa de llegar de Nueva Zelanda, le contó cómo fue su experiencia de trabajar y vivir en otro país. Decidió que él quería hacer lo mismo y se postuló.

Cada año, el consulado de Nueva Zelanda emite -como cupo máximo- 1000 visas para jóvenes argentinos que deseen instalarse y trabajar en el país. El permiso se extiende durante doce meses pero, una vez cumplido ese tiempo, existe la posibilidad de pedir una extensión por tres meses más.

Fernando vivió 15 meses en Nueva Zelanda. El 12 de febrero de 2014 se embarcó, junto a un amigo, rumbo a Oceanía. Después de dos días de vuelo llegaron a Auckland. Sus 1.200.000 habitantes la convierten en una de las ciudades más pobladas de Nueva Zelanda. Durante la primera semana se dedicaron a recorrer y a llevar currículum a bares y restoranes, pero nadie los llamó.

“Al principio me costó adaptarme, extrañaba a mi familia y el ambiente de Argentina. Nueva Zelanda puede ser aburrido a veces”

A través de un portal de internet consiguieron que los contraten para juntar arándanos en Katikati, un pueblo rural ubicado a dos horas de la ciudad. Se mudaron allá. La jornada laboral arrancaba a las 9 de la mañana y se extendía hasta las 18 (los días de lluvia no se trabajaba). Les pagaban por kilo de arándanos recolectados. “Lo duro del trabajo era estar tantas horas al rayo del sol, y te quemabas muy rápido”, recuerda Fernando.

Después de tres semanas de trabajo se acabó el tiempo de cosecha y Fernando se empleó en una empaquetadora de kiwis. “Era un trabajo muy cansador y repetitivo. Había que empaquetar en cajones la fruta que venia en una cinta transportadora. Así durante 12 horas”, cuenta, y agrega: “Lo bueno fue que pude ahorrar bastante e incluso comprar un auto con mi amigo. Algo fundamental en Nueva Zelanda, ya que el transporte público tiene poca frecuencia y para muchos trabajos te piden auto”.

La mayoría de los jóvenes se lanzan a este tipo de experiencias con un objetivo: conocer el país habitándolo. No pretenden juntar dinero, por lo que buscan trabajos pasajeros, que les permitan subsistir y ahorrar un poco para viajar durante los períodos que pasen sin trabajar.

Después de pasar un tiempo en la isla Norte de Nueva Zelanda, Fernando y su amigo se mudaron a la isla Sur, a la ciudad de Christchurch. No les resultó fácil encontrar trabajo, así que pasaron gran parte del tiempo haciendo changas en la construcción hasta que finalmente fueron contratados por una procesadora de carne.

Cuenta que el trabajo se desarrollaba en un ambiente frío y consistía en acomodar la carne de pollo en bandejas, dentro de un carrito, y luego llevarla al horno. Al finalizar la jornada debían limpiar la fábrica.

“Al principio me costó adaptarme, extrañaba a mi familia y amigos, además del ambiente de Argentina. Nueva Zelanda puede ser aburrido a veces, dado que no hay un gran ambiente juvenil y todo cierra muy temprano (alrededor de las 02:00)”, dice Fernando y agrega: “Pero finalmente me pude acostumbrar: el sueldo era bueno y me resultaba fácil ahorrar o darme gustos. Como por ejemplo, ir de vacaciones a Nueva Caledonia (una colonia francesa al lado de Australia)”.

Entre las cosas que extrañó de Argentina figura la comida. Pero cada tanto cuenta que se cocinaba ñoquis o empanadas para sentirse “más cerca de casa”. De Nueva Zelanda rescata el paisaje natural, la amabilidad de su gente y “la facilidad para progresar económicamente”. Dice que “si bien el costo de vida es caro, los trabajos son bien pagos (incluso los no calificados), y se hace fácil ahorrar”.

Entre los requisitos que exige el país para entregar el visado figura tener entre 18 y 35 años, demostrar sustento económico, tener un pasaporte válido por un año más del momento en el que se decide viajar y estar dentro de los primeros 1000 en anotarse. Los viajeros deben buscar trabajo y alojamiento por su cuenta.

El convenio de Argentina con Nueva Zelanda se firmó en el 2003, después se sumaron otros países como Australia -otro de los preferidos por los jóvenes argentinos- Dinamarca, Francia e Irlanda. Las propuestas son similares, pero varían los requisitos que exige cada país.

Para tramitar la visa australiana es necesario contar con pasaporte argentino, tener entre 18 y 30 años, no tener hijos a cargo, hablar un nivel de inglés, al menos, funcional (básico), contar con estudios terciarios o haber completado exitosamente al menos dos años de estudios universitarios, tener dinero para la primera parte de la estadía en Australia y para comprar el pasaje de regreso. Además, el postulante debe contar con una carta del gobierno Argentino que respalde su participación en el programa.

Programas work and travel

Otra de las opciones a la que recurren los jóvenes con ganas de viajar y trabajar al mismo tiempo son los programas work and travel. Es una propuesta que pretende fomentar un intercambio cultural con Estados Unidos. Mediante este sistema se puede conseguir una visa que permite acceder a trabajos temporales, de tres meses.

A diferencia de los working holiday en los que no es necesario recurrir a una agencia de viaje para que actúe de intermediario, en los work and travel sí.

De hecho, suele ser la empresa de turismo quien gestiona y ayuda a los candidatos a obtener un contrato laboral previamente, desde Argentina. La idea es que los jóvenes viajen con la tranquilidad de que al llegar al país de destino tendrán un trabajo asegurado, que les permitirá solventar la estadía.

Para acceder a estos programas, los requisitos son tener entre 18 y 27 años, estar cursando de manera full time una carrera terciaria o universitaria con título oficial (se debe poder demostrar horas semanales de cursada y al menos todas las materias del primer año aprobadas), y disponibilidad para comprometerse a trabajar al menos tres meses, los viajeros contarán con 25 días más para recorrer el país como turista. Estos programas comienzan en diciembre y terminan en marzo, ya que uno de los requisitos es no faltar a clases.

La oferta laboral a la cual pueden acceder los chicos está compuesta en su totalidad por empleadores localizados en centros de ski o resorts de montañas, y cada uno ofrece distintos beneficios, como pase de ski gratis por toda la temporada, alojamiento o comidas durante el turno de trabajo.

En el caso de los empleadores que ofrecen alojamiento, no lo hacen de forma gratuita sino que les descuentan del sueldo el costo del mismo. Los chicos que son contratados sin alojamiento suelen agruparse para alquilar algo juntos.

Tampoco en estos casos el objetivo es juntar dinero, sino ganar lo suficiente para solventar la estadía en el país.

Cuando a Fernando se le terminó la visa que lo habilitaba a trabajar en Nueva Zelanda, viajó a Indonesia. De ahí, recorrió casi todo el Sudeste asiático: Singapur, Malasia, Tailandia, Camboya, Vietnam y Taiwán (aunque Taiwán no es estrictamente Sudeste asiático). Ahora está viviendo en el sur de China, en la provincia de Yunan.

“Para fines de enero voy a volver a La Plata. Pienso anotarme en las materias que me faltan para recibirme e iniciar mi tesis. Si todo sale bien, me podría recibir para julio. Una vez recibido me gustaría hacer una maestría en Asia, sobre relaciones Asia-Pacífico”, cuenta a la distancia.

Fuente: El Día

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