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Esperan la visita de sus almas con la comida que les gustaba - Interés general

06/11/2015

Los ritos andinos se extienden hasta Tucumán. Olga Sulca y su familia honran a sus muertos queridos en el altar familiar. Tradición

Cada año la familia vuelve a reunirse en la mesa. Nicasia y Olga, madre y hermana de Norma Sulca, que murió a los 31 años, le prepararon la comida que a ella tanto le gustaba: pizza, papas con queso y canapés. Hoy ese será el menú que almorzarán en su honor. Según la tradición andina una vez al año Dios concede permiso a las almas para que bajen al mundo de los vivos a visitar a sus familiares. Esto ocurre entre el Día de todos los Santos, que fue ayer, y el de los Fieles Difuntos que es hoy.

Las tradiciones prehispánicas se mantienen en el norte del país en una simbiosis de rito pagano y católico. Se visitan los cementerios y se reza por las almas pero además los descendientes de pueblos originarios conservan la costumbre de preparar ofrendas para los muertos. En un pequeño altar que se levanta en un lugar destacado de la casa se colocan las comidas que al difunto le gustaba en vida y bebidas regionales.

La familia Sulca, de origen kolla, nunca olvidó sus tradiciones. Olga llegó a Tucumán para estudiar Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT y nunca más se fue de aquí. Loreto, su padre, es de San Antonio de los Cobres y su madre, del Valle de Lerma, ambos de Salta.

Ayer Francisco, el hijo de Olga y su marido Bernardo Marcos, también profesor de Historia, hizo la Confirmación. Había invitados a almorzar a su casa; y fueron testigos de la ancestral celebración de los Sulca. A un costado, en un altar adornado con flores y frutas, estaban las fotos de Norma y de los padres de Bernardo. Había comida y ofrendas de pan dulce que representaban ángeles, coronas, palomas y una escalera parada para que bajen las almas para visitar a los vivos. “Mi abuelo contaba que antes se carneaban los mejores cerdos y cabritos para almas. Armamos la mesa el 1 de noviembre al mediodía y al día siguiente, día de los difuntos, comemos todo. Si estuviéramos en San Pedro de Jujuy nos iríamos a comer al cementerio para compartir con mi hermana”, explica Olga. En Jujuy y Salta todavía se prepara la chicha de maíz y de maní. En la casa de Olga, sólo se pone un vaso de gaseosa.
Los Sulca volverán a compartir todos juntos un almuerzo como hace 19 años, cuando Norma partió. A Olga la tradición le ayuda a aceptar mejor la muerte, dice, a no verla como algo definitivo.

Fuente: La Gaceta

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