Universatil

“No quiero que el cinismo salga de mi casa” - Cultura y Entretenimiento

05/03/2016

Tiene escritas 40 novelas y ocho libros publicados. Con su novela La pregunta de mi madre ganó el Premio Décimo aniversario Revista Ñ. Dice escribir cuatro páginas por día y asegura que no cree en las estructuras. “Los planes preestablecidos atentan contra la escritura”, explica.

Luis Mey juega al tetris con el tiempo. Sus minutos son como bloques en L que acomoda sobre las torres de sus segundos. Cada día escribe obligatoriamente tres o cuatro páginas, lo hace de noche o en los descansos de su trabajo. Además atiende a quien le pida una nota –la nuestra sucede en uno de esos descansos en los que podría estar escribiendo–, y se ocupa tenazmente de que nunca le falten anécdotas para contar.

Experto en ese tetris, a sus 36 años ya tiene 40 novelas escritas y no parece que vaya a bajar el ritmo. Con La pregunta de mi madre, editada por Alfaguara, ganó el premio Décimo Aniversario Revista Ñ. En ella cuenta la historia de Matías y de Peine, dos amigos que viajan a Mar del Plata en plenos años 90 para encontrar a una chica con la que apenas hubo unos besos y una eyaculación feroz en un baño perdido de Buenos Aires.

–Dicen algunas críticas que La pregunta de mi madre es una novela sobre la adolescencia, pero claramente no es para adolescentes. ¿Vos cómo la definirías?

–Yo no creo que sea sobre la adolescencia. Es un chico enfermo que tiene problemas para definir qué es real y qué no, y en esa confusión entran en juego un montón de interpretaciones de todo lo que pasa. Sucede en la adolescencia, sí, pero me parece que la mirada no es siempre la misma sino que hay una transformación.

–Justamente por esa mutación pareciera que fue escrita sin una estructura determinada, que el narrador se encuentra con los hechos conforme van sucediendo.

–Yo tenía una columna, que era una especie de premisa: sabía que cada capítulo iba a depender de cuánta plata tenía Matías en el bolsillo. Es que la plata es un personaje más en la vida, a mí me cambia todo según mi situación económica. No entiendo esas novelas en las que los personajes tienen todo resuelto, donde pareciera que están becados o son millonarios… Bueno, esa era mi premisa: los días de mi personaje dependían de la plata. A partir de ahí trabajé libremente. No creo demasiado en las estructuras, los planes preestablecidos atentan contra la escritura, terminás como en Casa Tomada, el cuento de Cortázar, escribiendo solo en la lavandería.

–¿Y vos por qué habitaciones querrías ir?

–Hay algo que me obsesiona bastante: llegar al perfecto equilibrio entre las escenas que te hacen reír aunque sean trágicas, y aquellas que esconden cierta tragedia en lo cómico. Es decir, ninguna escena con gracia puede perder tragedia, ni viceversa. Y cuando alguien lee un libro mío y se ríe, espero que sea en una parte medianamente trágica. Es mi posición en la vida también: que nada es tan grave.

–El lector que se ríe de la parte equivocada…

–Exactamente, aparentemente equivocada. Que es como tener de amigo al cinismo. Uno no es cínico pero sabe juntarse con él y lo tiene controlado. Yo no quiero echar al cinismo de mi casa, quiero convivir con él. Y así con la tragedia y con la gracia. Si todo es gracia te estás perdiendo una parte.

–¿Incluso en la vida más simple encontrás una porción de tragedia?

–Claro. Y si alguien no mira hacia la tragedia es porque la reprime. Pero siempre hay alguien que te está mirando y te dice: ¿no te das cuenta de que te están pasando cosas que no mirás? Y ahí empieza a ser interesante. Uno le agarra cierta ternura al personaje que no puede ver lo que le pasa, que no accede a eso a lo que sí accede el lector.

–¿Cómo es tu método de escritura?

–Yo escribo todos los días, pero en general no veo que haya paciencia en los escritores. Yo así hago tres o cuatro páginas por día, todos los días, de lunes a lunes. Tiene que ver con el trabajo, con la práctica. Mientras más escribís, mejor lo hacés. No creo en esa supuesta oposición cuantitativo-cualitativo. Yo encuentro en lo cuantitativo lo cualitativo. No soy Aira, para nada, ¡él tiene 90 novelas publicadas! Pero sí soy de escribir mucho.

–¿Corregís?

–Mucho, pero no durante la primera escritura. Primero suelto la mano, escribo sin corregir (aunque ya a esta altura sé lo que estoy escribiendo, le tomé el pulso al oficio), y después, cuando termino, reviso. Saco bloques grandes primero, más chicos después e ínfimos al final.

PERFIL

Luis Mey nació en la provincia de Buenos Aires hace 1979. Trabajó más de una década como librero. Publicó Los abandonados, Las garras del niño inútil, Tiene que ver con la furia (en co-autoría con Andrea Stefanoni), En verdad quiero verte pero llevará mucho tiempo, La pregunta de mi madre, Macumba, Diario de un librero y El pasado del cielo.

Fuente: La Gaceta

Noticia disponible en: Universatil
http://www.universatil.com

Su dirección URL es:
http://www.universatil.com/modules/noticias/noticia.php?noticia=8466