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Presentaron la reconstrucción científica del “Homo naledi”, entre simio y hombre

25/04 |

A partir de fósiles descubiertos hace 5 años, se muestra como eran estos homínidos que convivieron con el hombre moderno

La reconstrucción científica de la cabeza del “Homo naledi”, una nueva especie de homínido que convivió en la sabana sudafricana con los humanos más cercanos al hombre moderno, fue presentada en Moscú por un equipo de investigadores rusos.

Descubierto hace cinco años por el paleoantropólogo estadounidense Lee Berger, quien regaló una copia del cráneo del naledi a sus colegas de Rusia, el hallazgo se presentó en la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología MISiS.

“El naledi es mitad simio y mitad hombre, y en lugar de responder a preguntas sobre el origen de nuestra especie, es un eslabón que no encaja muy bien en la cadena evolutiva”, explicó el antropólogo ruso Stanislav Drobishevski.

Detalló que el ejemplar combina “aspectos muy primitivos, como el cerebro, más propios de los primates, con otros muy desarrollados como los dientes y las piernas, que se asemejan a los del hombre contemporáneo”.

“Son muy peculiares. Miden 1,5 metros y tienen un cerebro que pesa entre 400 y 600 gramos, justo en el límite que separa al Australopithecus (primate bípedo) del Homo habilis, el primer homínido al que se considera humano”, precisó.

Los primeros análisis de los restos de 15 individuos hallados en una profunda cámara de la cueva sudafricana “Rising Star” hicieron pensar a sus descubridores que estaban ante una de las primeras especies humanas, que habría vivido hace tres millones de años.

Pero las pruebas de datación revelaron que el naledi vivió hace tan sólo 300.000 años, cuando el Homo rhodesiensis -una de las especies humanas más próximas al hombre contemporáneo- ya habitaba la sabana.

“La convivencia de estas dos especies en un mismo ecosistema indica que la evolución humana pudo haber seguido caminos distintos”, afirmó Drobishevski.

Otras especies humanas convivieron en una misma época histórica, pero eran tan distintas como el hombre y el chimpancé (como en el caso del Australopithecus y el habilis), o bien habitaban en distintos continentes o separados por fronteras geográficas, explicó.

“Pudieron cooperar e incluso cruzarse. De hecho, el genoma de algunos pueblos africanos como los pigmeos y bosquimanos tiene genes que hasta ahora no se pudieron explicar”, señaló el antropólogo ruso.

Por otro lado, el cerebro de los naledi, de un tamaño similar al de los hombres más primitivos, y su caja torácica de primate, que le impediría hablar, apuntan a que “su intelecto estaba muy poco desarrollado”.

Asimismo, la curvatura de los dedos de la mano, mayor que la de los simios actuales, indica que pudieron involucionar en algún momento para adaptarse al medio en el que vivían.

“La tendencia evolutiva es el enderezamiento de los dedos. Aunque la forma de la mano casi coincide con la del hombre moderno y es capaz de construir herramientas, la curvatura de los dedos rompe todos los moldes”, agregó Drobishevski.

Y completó: “algunas herramientas halladas en el pasado y que se relacionaron con el sapiens, en realidad podrían pertenecer al naledi. Aunque no se encontró ningún resto de la cultura de estos seres, la forma de su mano indica que eran capaces de hacer instrumentos pese a tener un cerebro muy pequeño”.

LA CULTURA DE LOS NALEDI

El único indicio de cultura de los Naledi se desprende del lugar en el que se han encontrado los restos: una cámara a más de 16 metros de profundidad, a la que sólo se puede acceder por un orificio muy estrecho, de apenas 20 centímetros de ancho, lo que en principio descarta que la usaran para vivir.

Lo más probable, explicó sobre esto Drobishevski, es que los naledi, que eran bastante menudos, usaban este tipo de agujeros para la sepultura de sus muertos, aunque no como un ritual, sino por motivos de higiene.

Otros datos son que las mandíbulas y los dientes de estos homínidos son incluso más pequeños que los del hombre moderno, y que la curvatura de los dedos de la mano es ligeramente mayor que la de los simios actuales, de lo que se desprende que el naledi podía andar y construir herramientas como un hombre, y al mismo tiempo trepar a los árboles como un mono.

Fuente: El Día

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