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Cambio climático: el Ártico se derrite, resucitan virus y no tenemos defensas
Hallan patógenos que han estado “dormidos” durante miles de años y vuelven a contagiar.
“El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos, para hacer no competitiva la manufactura de Estados Unidos”. Aunque parezca mentira, esta es la opinión de Donald Trump, presidente de los EE.UU., que la semana pasada anunció la salida de su país del Acuerdo de París, con el que se busca mitigar el cambio climático.
Muy alarmante si se piensa además lo que describe una publicación de BBC Mundo: la zona más afectada es el Círculo Polar Ártico (allí la temperatura está aumentando casi tres veces más rápido que en el resto del mundo), y a causa del derretimiento de los hielos se están liberando virus y bacterias datan de miles de millones de años, y que han permanecido latentes y vuelven a la vida.
La nota, firmada por la columnista Jasmin Fox-Skelly, destaca que desde siempre los humanos han coexistido con bacterias y virus, y han generado defensas para combatirlos. El descubrimiento de los antibióticos hace casi un siglo marcó en ese combate un hito histórico, pero las bacterias han respondido: de alguna manera se han vuelto resistentes a 18 tipos de antibióticos, incluyendo los considerados como un “último recurso” para combatir las infecciones. La batalla es interminable, pero está más o menos empatada.
“¿Qué pasaría si de repente nos exponemos a bacterias y virus mortales que han estado ‘dormidos’ durante miles de años, o que nunca hemos conocido? Podríamos estar a punto de averiguarlo -advierte Fox-Skelly-. En circunstancias normales, las capas superficiales del hielo permanente se funden cada verano. Pero ahora están quedando expuestas las más antiguas”.
Hallazgos
En Siberia han encontrado virus “gigantes” -pueden verse con microscopio corriente- de enfermedades de los siglos XVIII y XIX; la viruela y la peste bubónica están probablemente enterradas en Siberia. Y también han descubierto fragmentos de ARN (ácido ribonucleico) del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en Alaska.
Los investigadores rusos Boris Revich y Marina Podolnaya advertían ya en 2011 que como consecuencia del derretimiento vectores de infecciones mortales pueden volver, especialmente cerca de los cementerios donde las víctimas de esos males fueron enterradas.
“El hielo permanente (permafrost) es muy buen conservante de microbios y virus: es frío y oscuro, y no contiene oxígeno”, explica el biólogo evolutivo Jean-Michel Claverie, de la Universidad de Aix-Marseille, en Francia.
En 2014, un equipo liderado por Claverie revivió dos virus que habían quedado atrapados en el permafrost siberiano durante 30.000 años. Una vez revividos, se convirtieron rápidamente en infecciosos; afortunadamente sólo infectan amebas. Sin embargo, el estudio sugiere que otros realmente capaces de infectar a los humanos pueden ser revividos de la misma manera.
“Las capas antiguas del permafrost corren además el riesgo de verse expuestas por la minería y en operaciones de perforación. Si todavía hay allí virus viables, esto podría significar un desastre”, advierte Claverie. Teme que los virus de los primeros seres humanos en poblar el Ártico (e incluso de homínidos extintos) puedan resurgir. El equipo también ha encontrado secuencias de ADN que parecen venir de virus, incluyendo el herpes. Por razones obvias, no han intentado revivirlos.
¿Hay que preocuparse?
Sin llegar al extremo de Trump, muchos voces minimizan el riesgo y afirman que, como es intrínsecamente desconocido, habría que ocuparse de amenazas más concretas provocadas por el cambio climático: brotes de enfermedades “meridionales” como malaria, cólera y dengue, ya que estos patógenos prosperan a temperaturas más cálidas.
Pero Claverie no está de acuerdo. “Nuestro trabajo y el de otros muestran que existe ahora una probabilidad de que los microbios patógenos puedan revivir e infectarnos -afirma-. Es probable que se trate de bacterias curables con antibióticos, bacterias resistentes o virus. Pero incluso así, si el patógeno no ha estado en contacto con los seres humanos durante mucho tiempo, el sistema inmunológico no estaría preparado, de modo que sí, podría ser peligroso”.
Fuente: La Gaceta