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Encuentran la manera de conservar y recuperar la palma “yataí poñí”
La “palma enana” o “yataí poñí” es una planta que en Argentina se encuentra en Corrientes y Misiones, y cuya existencia se redujo considerablemente.
Pero investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (UNNE-CONICET), señalan que la supervivencia de las semillas de la especie bajo suelo por años y la elasticidad ecológica de esta planta representan posibilidades firmes para recuperar palmares de poñí en la zona occidental del Iberá
La palma enana (Butia paraguayensis) se distribuye geográficamente en el noreste de Argentina, este de Paraguay y Bolivia, sureste de Brasil y noreste de Uruguay.
El porte de esta palma, generalmente, no supera los 2 m de altura, y puede medir 30 cm de diámetro en la base de su tronco. Crece en sitios que se anegan en períodos lluviosos extraordinarios por eventos El Niño, sobre una matriz de pastizal bajo.
Los campos donde crecen estas palmeras han sido aprovechados para la cría de ganado desde el siglo XVIII, con prácticas de quemas periódicas para favorecer el rebrote de pastos tiernos.
También fueron afectadas las palmeras poñí al quedar bajo las aguas del embalse de Yacyretá, las islas “Yacyretá”, “Talavera” y otras de menor tamaño. Más recientemente, algunos palmares fueron derribados para realizar forestaciones de pinos y, en algunos sectores, las plantaciones se realizaron directamente sobre los palmares.
Estas prácticas han comprometido una parte importante de la superficie que ocupaba el poñí, lo que ha determinado que fuera declarado “monumento natural” en Misiones (Argentina), cuando no se conocía la posibilidad de su recuperación ni las posibilidades de su uso racional o sostenible.
Pero resultados presentados por investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (UNNE-CONICET) dan una nueva perspectiva sobre la palmera poñí, al considerarlas Áreas de Alto Valor de Conservación, por las características funcionales de esta planta.
“Los palmares de poñí han sido reconocidos como ecosistemas valiosos en el ámbito internacional y por tanto deben ser cuidados y restaurados en la medida posible” indica el doctor Juan José Neiff, investigador del CECOAL y autor del trabajo junto a la doctora Sylvina Lorena Casco, doctor Nicolás Neiff y licenciada Violeta Amancay Zambiasio.
En el trabajo los investigadores señalan la importancia del palmar de poñí como área de alto valor de conservación, y destacan en ese sentido que empresas forestales como EVASA y POMERA han designado a los terrenos ocupados por esta palma como Áreas de Alto Valor de Conservación (AAVC), y además participan de los estudios que realizan el CECOAL y la UNNE para conocer el manejo sostenible y la capacidad de adaptación de esta especie a condiciones limitantes para su permanencia y para la recuperación de los palmares.
La investigación del CECOAL bajo el título “¿Es posible recuperar los palmares de Butia paraguayensis en el nordeste argentino?” fue publicada en un libro de reciente publicación que compila una iniciativa del reconocido centro de investigación de recursos biológicos “Instituto Von Hulboldt” que decidió reunir a los investigadores que trabajan en palmares situados en terrenos anegables en Latinoamérica, convocando entre ellos a los investigadores de CECOAL.
LOS PALMARES.
Por la extensión que ocupan e integración florística, la familia botánica de las palmeras (Arecaceae) es la segunda más importante (dentro de las monocotiledóneas), luego de las poáceas y tiene gran importancia económica, productiva y paisajística.
Además de su importancia actual, las palmeras constituyen uno de los grupos más antiguos reconocidos en el registro fósil, dentro de las monocotiledóneas. Se originó a fines del Jurásico o principios del Cretácico en América del Sur y África, dispersándose luego hacia otros continentes.
“Por este motivo, la mayoría de las palmeras y, en especial la palma poñí, tiene límites muy amplios de tolerancia al estrés térmico, fotoperiódico e hídrico, que le determinan gran resiliencia ante los escenarios de Cambio Climático Global previstos a nivel mundial en el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), explica el Dr. Nicolás Neiff, uno de los investigadores del CECOAL, quien además trabaja en la temática de estrés térmico en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE.
En el mundo hay unas 2700 especies, distribuidas en 200 géneros. En Argentina viven 14 especies de las cuales ocho habitan en el Nordeste y son los palmares los paisajes de mayor extensión en la cuenca de los ríos Paraguay y Bajo Paraná, comenta por su parte la licenciada Silvana Casco.
En el caso específico de Butia paraguayensis, (yataí poñí), detalla que se distribuye geográficamente en Argentina en la Eco-región “Esteros del Iberá”, dentro de la zona de Lagunas y Esteros del Este, siendo abundante en las Islas Apipé y Yacyretá (hoy cubierta por el embalse homónimo) y en el sur de Misiones.
Crece en ambientes sedimentarios jóvenes, modelados hace unos 10.000 años por el escurrimiento del río Paraná u otros ríos. Generalmente ocupan abanicos fluviales o paleoabanicos fluviales, en posición de media loma a media loma baja, y se desarrollan sobre terrenos levemente ondulados.
“Por la singularidad ecológica del yataí poñí, hay interés creciente en su preservación y en la restauración de las zonas que originalmente ocupaban un área más extensa” remarcan los investigadores del CECOAL.
Señalan que se debe avanzar en los estudios sobre la conservación del poñí abordando aspectos relacionados con la calidad e intensidad de los disturbios que operan sobre los palmares y por otra parte la tolerancia y la capacidad de recuperación de la palma a estos disturbios.
En ese sentido, en el trabajo publicado en el libro del Instituto Humbolt, los investigadores del CECOAL se refirieron a la tolerancia de estos palmares ante condiciones limitantes del ambiente.
TOLERANCIA.
Sobre las características de tolerancia de la planta, explican que la palma poñí puede considerarse una planta euritípica por ser ampliamente tolerante a los extremos climáticos, a los efectos del fuego e, incluso, a cambios en el uso del suelo por medio de forestaciones con especies exóticas que se han realizado sobre los palmares.
Los suelos donde crece el palmar poñí son de textura común arenosa, franca a franca-arenosa, profundos, de buen drenaje a algo excesivo, por lo tanto presentan escasa capacidad de retención de agua. En general, los ambientes donde se desarrolla el palmar de poñí cada 7 a 15 años atraviesan períodos de sequía extrema, que pueden extenderse por 5-10 años, como ocurriera desde 2001 a 2010, período influenciado por La Niña, en el cual los valores pluviométricos anuales estuvieron entre 100 y 300 mm por debajo de la media anual histórica (1.100 mm).
Algunas características de la planta conducen a comprender esta tolerancia a episodios de baja disponibilidad hídrica: hojas con bajo contenido de humedad; presencia de ceras que pueden evitar excesiva transpiración; parte del tallo (estípite) enterrado, lo que le acuerda protección al fuego y funciona como reserva.
“Los procesos y mecanismos fisiológicos de tolerancia de los palmares de poñí todavía son poco conocidos, pero no tenemos duda que es una planta anfitolerante” sostiene el Doctor Neiff.
Por ejemplo, las hojas de la palma poñí tienen 60-70% de agua de constitución, por lo que el volumen de agua de la parte aérea es mucho menor que el de otras plantas nativas y cultivadas de los ecosistemas adyacentes.
Otro aspecto de la adaptación funcional se encuentra al producirse la quema de pastizales para favorecer el rebrote de pastos palatables al ganado. Los palmares sufren menos el efecto del fuego, a menudo en un período de corta duración, y pueden recuperarse luego de un año.
El sistema de raíces es muy abundante, de tipo fasciculado y las raíces pueden ocupar un volumen semejante a un cilindro de 1,5 m de diámetro, distribuidas hasta 1,5 m de profundidad. Esta característica le permite a la planta buen aprovechamiento de la humedad y retención del agua por más tiempo.
La planta puede crecer en un amplio rango de energía solar utilizando aquella incidente a cielo abierto y, también, llegando a permanecer en ambientes sombreados, con menos del 3% de la energía solar, explica la Dra. Sylvina Casco.
RECUPERACION.
Respecto a las posibilidades de restauración o recuperación, los investigadores del CECOAL sostienen que en Corrientes se encuentra el epicentro de distribución de Butia paraguayensis, endémica de Sudamérica, circunstancia que sería suficiente para sugerir su alto valor de conservación.
Por tanto, al ser el poñí una planta anfitolerante, de nicho amplio, por haber evolucionado en estos suelos arenosos durante miles de años, en clima de condiciones semejantes a las actuales, o aún, mucho más restrictivas y, por su potencial biótico, se estima que la recuperación de los palmares de poñí en sitios que han sido forestados, tiene alta probabilidad de éxito.
“Los sitios hoy forestados con pinos, sobre palmares de poñí, tienen un banco de semillas que se conservan viables aún veinte años después de la plantación. Una vez cosechados los árboles, cuando la radiación recupere los valores de cielo abierto y luego de la estación lluviosa, se producirá la emergencia de las plantas de poñí a partir del banco de semillas del suelo”, manifiesta el doctor Neiff.
Comenta que la existencia de un grueso manto de hojarasca, de más de 5 cm de espesor, formado por acículas en los pinares más antiguos, puede ser un impedimento para la emergencia de las plántulas. Sin embargo, esta restricción puede ser fácilmente gestionada, con bajo costo mediante el rastrillado del suelo.
A pesar de lo expresado, queda la duda respecto al tiempo que puede transcurrir hasta que el ecosistema de poñí pierda su capacidad de recuperación. Dicho en otras palabras, “cuántos turnos de plantación toleraría el banco de semillas del suelo en condiciones de viabilidad, lo que merece estudios futuros”, remarca J.J. Neiff.
Por ello, indica la necesidad de empezar a proteger las extensiones de palmares de poñí existentes y seguir trabajando en proyectos de la autoecología de esta especie característica de la región.
MANEJO SOSTENIBLE.
En cuanto al manejo sostenible y el mantenimiento de las áreas de poñí en sus condiciones prístinas, para los investigadores del CECOAL no debiera significar lucro cesante para los propietarios de los campos en parte, porque es posible poner en valor estos paisajes en el desarrollo del turismo natural como ocurre con bosques hidrófilos y humedales que han sido declarados Áreas de Alto Valor de Conservación (AAVCs) en emprendimientos forestales por EVASA, Pomera y Las Marías.
Estas empresas realizan sus monitoreos ambientales a través de los investigadores de la UNNE y del CECOAL, desde 2000 a la fecha.
La licenciada Zambiasio explica que actualmente se han propuesto varios emprendimientos relacionados a los palmares de especies de Butia. Una de ellas con el fin de obtener la materia prima necesaria para la producción de biodiesel, y otro proyecto propone usar el fruto del que ancestralmente se obtiene un licor artesanal, lo que representa una opción más viable ambientalmente y de mayor interés para las comunidades locales.
Los frutos de estas especies son en general bien conocidos por la población rural, aunque no comercializados en ámbitos urbanos. También son utilizados localmente como materia prima para la elaboración de otros productos como dulces, mermeladas y bebidas.
“Para evitar daños irreversibles en los palmares deberían tenerse presente formas alternativas de manejo como la comercialización de frutas provenientes de especies nativas, las cuales deberían ser consideradas con mayor profundidad” finalizan los investigadores.
Fuente: UNNE