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"La facultad es una de las pocas cosas en la vida que te da revancha"
Ezequiel Luciano y Julia Donelly, galardonados con el reconocimiento de mejor promedio 2016, cuentan sus historias de vida dentro de la UNR.
Ezequiel Luciano y Julia Donelly, a priori, parecen no tener nada en común. El primero terminó el año pasado la Tecnicatura en Química en el Instituto Politécnico Superior, mientras que la segunda acaba de egresar del Profesorado en Letras de la Facultad de Humanidades y Artes. Sin embargo, hay algo que los une y los lleva a encontrarse: ambos fueron distinguidos con el título del mejor promedio de la Universidad Nacional de Rosario con un puntaje de 9,77.
¿Cuáles fueron sus caminos y qué los llevó a convertirse en los mejores promedios de su generación?¿Por qué ellos y no otros? ¿Qué hay de diferente de los ingresantes que fueron, a los egresados que ahora son? ¿Qué significa la UNR en sus vidas?
“Decidí arrancar la secundaria en el Poli porque me gustaba mucho desde chico matemática y física. Mi año es recién la segunda promoción porque a partir del 2010 se implementó el nuevo plan de estudios con la modalidad de seis años que te otorga el título de Técnico. Anteriormente sólo había cinco años y salías con un bachillerato en Bienes y Servicios”, cuenta Ezequiel.
La historia de Julia, viene por otro lado: “Empecé estudiando Comunicación Social y en el tercer año sentí que me faltaba algo para complementar, y así empecé Letras. Me gustaba mucho leer y sentía que eso que necesitaba se relacionaba con la literatura. Fue así que un año cursé las dos carreras juntas, pero me resultaba difícil y me decidí por la última”, afirma.
“El Politécnico y la UNR son como mi segunda casa, por todas las horas que pasé allí durante mi adolescencia, tengo un sentimiento de pertenencia y orgullo que es difícil de explicar”, dice Ezequiel. Pero de ser un estudiante común y corriente a ser el mejor promedio de toda su promoción hay un gran trecho: “Cuando me enteré que me iban a dar una distinción por mejor promedio, primero no lo podía creer, nunca fui de ir calculando mis notas pero cuando lo conté, mis amigos no se sorprendieron. Yo sí lo estaba. Algunos pudieron venir al acto de premiación y mi familia estaba muy contenta. Lo podría definir como una gran sorpresa”, se sincera el reciente egresado del Poli.
Y si hablamos de sorpresa, Julia es el mejor exponente, ya que no esperaba la distinción porque tenía la sensación que en el último tramo de la carrera había estado atrasada a causa del trabajo. “La verdad que cuando me enteré, sentí que ese sacrificio había dado sus frutos, y fue muy gratificante. Pero cuando supe que era mejor promedio de toda la UNR, no tuve mucho tiempo de reaccionar, y fui cayendo después con el correr de los días”, explica.
Se dice que cuando terminamos un ciclo educativo no somos los mismos que al empezarlo. Ya sea por tiempo, experiencias o conocimientos, el del pasado no es igual al del hoy. Nuestros protagonistas no quedan al margen de esta teoría. “Si me comparo con el Ezequiel de 12 años, pienso que maduré en la forma de pensar, y el Poli en ese sentido me enseñó a comprender la realidad desde otro punto de vista. Desde el estudio de las ciencias naturales y exactas, logré ver de modo más concreto y entender mejor todo lo que nos rodea. Creo que me ayudó a ser más responsable con lo que tengo que hacer y estar enfocado en algo. Aprendí que si quiero llegar a ser algo en la vida tengo que ser constante y nunca olvidarme de ese sueño”, comenta Ezequiel. En concordancia, Donelly hizo un análisis parecido: “Con la Julia que no sabía qué carrera seguir y la actual hay muchas coincidencias pero también diferencias importantes. Estuve ocho años estudiando el Profesorado en Letras porque siempre trabajé a la par, y en los primeros exámenes era mucho más insegura y con miedo. Ahora, me posiciono distinto frente a una situación de examen porque creo que no deja de ser una instancia de aprendizaje”.
La pregunta recurrente que se le hace a las personas que fueron galardonadas con el título de mejor promedio de su generación es si alguna vez les fue mal en un examen. Se los compara directamente con eruditos que lo saben todo y que están destinados al éxito sin esfuerzo. Lamentablemente, en la cultura escolar, rendir mal es sinónimo de fracaso. Sin embargo, Ezequiel y Julia no lo entienden así. “Siempre me gustó tener buenas notas, en algunos casos me auto exigía y en otros me resultaban más sencillos. A lo largo de los seis años poder permanecer en el Poli es un gran trabajo porque necesitas dedicarle muchas horas, pero me gustaba lo que hacía. Hay que saber llevar las materias al día y no dejarse estar”, afirma el flamante egresado, mientras que Julia, reconoce que hubo una frase recurrente que le sirvió mucho durante el trayecto: la Facultad es una de las pocas cosas en la vida que te da revancha. “Entendí con mi experiencia que es cierta, ya que es el único lugar donde las segundas oportunidades existen verdaderamente y lo que uno logra es producto del trabajo personal y no depende de nadie más”, reflexiona.
Pero, una vez finalizado el camino, es inevitable hablar del futuro. ¿Cuáles son sus sueños y metas? “En el futuro me gustaría poder viajar alrededor del mundo para conocer otras realidades y aprender mucho, ya sea a lo que me estoy dedicando como en otra cosa, porque te abre la mente. Y en relación con la carrera, me gustaría ser investigador y trabajar en un laboratorio, para poder seguir aprendiendo constantemente. No concibo estudiar sólo para adquirir un contenido que quede ahí, sino aprender siempre un poco más,” comenta Ezequiel. “A futuro me veo como escritora de literatura infantil porque me di cuenta que es una rama en la que quiero incursionar. El trabajo me permitió descubrir que mi vocación también está en la educación”, cuenta Julia.
Fuente: UNR