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La pasión de Shakira afiebró a los fans en una noche fría de Salta
La colombiana ofreció un show impactante. En medio de un despliegue de tecnología pocas veces visto, la artista inició su gira por la Argentina. El desenfreno del público fue azuzado por una frenética coreografía.
SALTA.- Tiritaban. De frío y ansiedad. De nervios y de cansancio. Por eso, cuando el anochecer exhaló su aliento de hielo sobre las miles de personas acurrucadas en el estadio Padre Ernesto Martearena, las mujeres que habían ido allí a presumir sus hondas musculosas se sacudieron en un arrebatado escalofrío. El ocaso anticipa el momento; el estremecimiento, la excitación. No alcanzaba el abrazo de las majestuosas montañas que rodean al club para calmar su inquietud y atemperar el viento fresco: el público reclamaba fuego. Y cuando la voz de Shakira, todavía atrás de la escenografía, quebró el aire gélido de la noche salteña, a nadie le quedaron dudas de que la combustión se había iniciado.
La entrada de la cantante -por un estrecho pasillo en medio de la gente, que llegaba hasta el extremo de la pasarela prolongada desde el escenario- fue impactante. Enfundada en un principesco vestido rosa y con el rostro cubierto por un tul del mismo color, Shakira ostentaba un aspecto virginal, que reforzó con la dulzura de su mirada y con la delicadeza con que saludó y acarició a los fanáticos apostados a sus lados. Pero nada en ella es perpetuo: en un parpadeo de luces, desaparecieron el vestido de cuento de hadas y los ademanes suaves. Una loba de asfixiantes calzas negras emergió entre los instrumentos atónitos de los músicos. Hasta el fresco viento se paralizó.
Conocedora del hechizo que ejecuta, la colombiana azuzó la hoguera: "¡buenas noches Salta! Estoy muy feliz de estar aquí por primera vez. Mi único deseo es que se diviertan; vine sólo a complacerlos. Así que ya saben: esta noche soy toda suya". Y entonces Shakira se entregó. Al desenfreno del público, cuyos caprichos satisfizo en extremo y con el que mantuvo una interacción frecuente. Al torrente de su voz, que fue capaz de moldearse a cada tono con una ductilidad que asombró. A las exigencias de las coreografías. Y al acecho de las cámaras, que magnificaron todos sus pasos en tres pantallas gigantes y a las que ella sometió con la elocuencia de sus movimientos.
Embrujo
No hubo canción que el público no coreara, a veces, hasta la ronquera. Con "Te dejo Madrid" se inició la seguidilla de clásicos y en "Si te vas" y "Suerte", los fanáticos vieron a una Shakira poseída por el embrujo de sus propias composiciones. Después de anunciar que entonaría su tema preferido ("lo escribí bajo un cielo forrado de estrellas", dijo), se lució con "Inevitable". Aunque, sin dudas, uno de los momentos más impactantes fue la versión folclórica que realizó de "Nothing else matters", de Metallica, tras la cual exhibió una enardecedora coreografía con uno de los músicos.
"La tortura" inauguró la etapa en la que todas las virtudes de la colombiana quedaron reducidas a la elasticidad de sus caderas y en la que también entraron "Gitana", "Ciega sordomuda", "Sale el sol", "Loca", "Loba" y "Ojos así", cada una robustecida por vestuarios diversos y refulgentes de colores.
Chispazos de energía
Extasiado pero exigente, el público se dejó quemar dichoso por los chispazos de energía que salían del escenario. Sólo cuando la cantante profirió una amenaza falsa de dejarlos, la gente notó que habían pasado casi dos horas de show. Volvió Shakira -porque ni siquiera el acoso de la medianoche la disuadió de consentir a sus fans- y arremetió con los temas que más se esperaban: "Las caderas no mienten" y "Waka waka".
Entonces, demostró que cabían aún más sorpresas en el cofre de expectativas del público: parada en el extremo de la pasarela, ultimó la potencia que le quedaba con coreografías deslumbrantes y gestos cautivantes. "¡Muchísimas gracias Salta! Ha sido una noche lindísima, inolvidable", se despidió, y desapareció por un costado del escenario, tras una cortina de papel picado. Abajo, la gente se estremeció de nuevo, todavía ondulante por el derroche de electricidad recibida. Probablemente nadie haya recordado la brisa fría que los incomodó al principio.
Fuente: La Gaceta