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Entrevista a Anibal Cofone, secretario de Ciencia y Técnica

12/04 |

La Universidad de Buenos Aires cuenta con miles de investigadores, que se corresponden con el 25 al 30 por ciento de la ciencia de la Argentina. Conversamos con Anibal Cofone, Secretario de Ciencia y Técnica, sobre cómo es la carrera de investigador, y cómo se relacionan tanto la investigación como los investigadores con la sociedad en la cual se encuentran insertos.

La UBA es una universidad muy particular, en la que las cosas se acomodan de una forma diferente ya que uno lidia con una comunidad de medio millón de personas. En materia de investigación, cuenta con 61 institutos en los que trabajan más de 9000 investigadores.
“Los mecanismos que tenés en la UBA para acercarte a la investigación son los obvios que pueden pasar en cualquier nivel de educación: Una materia piola, un profesor o un grupo de docentes interesantes que te motivan a que esa disciplina te guste más y te puedas quedar enganchado”, cuenta Cofone. “Esto ocurre mientras que sos estudiante de grado, estás de colaborador en alguna cátedra, como ayudante, o algo parecido”.
“No es lo mismo meterse a hacer investigación durante la carrera de grado en Ciencias Exactas o Ciencias Sociales, que la manera en la cual se pueden llegar a acercar a la investigación estudiantes de grado de carreras más conectadas con la aplicación, como puede ser Ingeniería, Económicas u Odontología”, dice Cofone.
“Alguien que estudia carreras de ciencias exactas o alguna de sociales, se imagina la carrera académica de investigador o profesor como una proyección hacia la que quieren ir a partir de ser estudiantes. Mientras que en ingeniería, por ejemplo, yo empecé como docente part time una noche por semana durante 30 años. Pero lo normal es estudiar e irse a una fábrica a hacer ingeniería”, aclara Cofone.
“¿Por qué nombro la función docente primero? Porque es la primera función por la cual uno se acerca a una cátedra. Y a partir de ahí, por la mitad de la carrera, empiezan a aparecer oportunidades de formar parte de equipos de trabajo de investigación”, explica Cofone.

La UBA tiene un sistema de becas de investigación importante, que cubre el período de estudios de grado y posgrado. Las de grado se llaman Becas Estímulo. No hay muchas becas de investigación para estudiantes de grado en Argentina.
“Igualmente”, explica Cofone, “en las áreas donde está más desarrollada la investigación es a través de este tipo de ayudantías complementadas con temas de investigación, donde la gente ingresa a la carrera de investigador durante el grado. Después están las becas de posgrado, que el CONICET tiene muchas. La UBA tiene, y algunas otras universidades también. Pero la carrera ya se inicia durante el grado, cuando uno se conecta con la temática que le gusta”.
“Un modelo casi único en el mundo”, cuenta Cofone, “es el que se da en CONICET: que un docente tenga un cargo profesor, y en su mismo lugar de trabajo cuente con un cargo de investigador. Nosotros tenemos miles de personas con ese formato, que son docentes e investigadores. Gran parte de la investigación que hace CONICET es dentro de las universidades”.

La distribución de la investigación en la UBA es muy asimétrica. Las miles de personas que hacen investigación tienen diferentes estructuras de remuneración, con cargos UBA, cargos CONICET, y no se distribuyen de una forma simétrica entre las diferentes áreas de investigación.
“Hay mucha gente en facultades como Exactas”, dice Cofone, “pero no en todas las carreras. Biología es muy grande, por ejemplo. Le siguen Sociales y Filosofía y Letras, en cantidad. Y después vienen, en el medio, algunas facultades que tienen un mix más equilibrado entre docencia e investigación, como Farmacia y Bioquímica, Veterinaria y otras con muy poca investigación, en comparación con la actividad de grado que tienen”.

En Sociales, por ejemplo, hay unas 2000 personas haciendo el doctorado, mientras que en Ingeniería tan sólo 100. Según explica el investigador, esto tiene que ver con la salida al mercado laboral. “Un ingeniero, antes de recibirse, logra un sueldo mejor trabajando en algún lugar que una beca de posgrado; entonces, es como un des-incentivo a quedarse dentro de la universidad”. Y agrega: “Hay gente que tiene vocación y hace doctorados en ingeniería. Pero las carreras con perfil más profesional, o con más demanda laboral, siempre se llevan a los graduados hacia esos lugares”.
“El desafío que tenemos es balancear un poco eso, no achicando las áreas grandes, porque tienen sus vocaciones y apoyo, sino intentando hacer que crezcan facultades enteras o carreras que tienen poca actividad de investigación”, cuenta Cofone.

De la Universidad a la Sociedad
“La ciencia en la UBA es excelente”, asevera Cofone, “tiene resultados absolutamente relevantes en muchas disciplinas y a nivel global, pero la conexión entre esa ciencia y la sociedad es muy baja. El porcentaje de ciencia que tenemos en la UBA, que efectivamente logra conectarse, es muy baja”.
“La construcción de relaciones institucionales es una construcción de confianza”, “y la confianza tiene que ver con tiempo, buenas experiencias, resultados, y volver a invertir y construir. Por eso, a veces te pasa que llegás a una función, y como te conocen de ciertas industrias o de ciertas áreas de gobierno, eso facilita relaciones institucionales. Entonces, la experiencia de la UBA tratando de trabajar como Institución con el mundo de la actividad privada o de las empresas no es tan larga, ni tan estructurada. Hay una sensibilidad especial en los últimos años; los perfiles del rector de la UBA, del secretario de Ciencia y Técnica son particulares, son de profesionales que, si bien es cierto que hemos hecho actividad de investigación, estamos cerca de la actividad profesional. Por lo que nos resulta más posible”.
“Siempre me cuido en no usar una frase que simplifique y diga la industria no invierte en investigación”, continúa Cofone. “Es mentira. Lo que hay que hacer es armar proyectos, y fomentar tipos de actividades que sean útiles para todos. Antes que criticar a la industria, diría qué cantidad de problemas sociales tenemos en Argentina. La investigación podría ayudar más a solucionar problemáticas sociales, que en la industria”.
“Hay que buscar soluciones originales”, dice Cofone, “no es lo mismo la problemática de violencia en Río de Janeiro que en Buenos Aires. Para mí la función pública es casi el principal demandante de ayuda de soluciones originales que están en el ambiente de la investigación, que pueden ser temas de doctorado. Y en la Argentina, en general, no existe esa demanda. Entonces, la función pública debería pensar en que gente que sabe diagnosticar un problema y tratar de solucionarlo, debería pensar que lo pueden ayudar. Convocar a los investigadores. Muchos de estos doctorados en áreas de sociales, filosofía o salud podrían ser personas que estén reflexionando y buscando soluciones para un país como la Argentina, que problemas le sobran”.

Divulgación científica
“No pasa por la simplificación de ciencia básica o aplicada. Pasa por ciencia de excelencia pensada, que en alguna instancia del desarrollo puede llegar a servir para resolver un problema”, agrega Cofone. “Ya sea social, o de demanda de mercado para una empresa o emprendedor. La conexión no es algo que esté bien hecho, y es un trabajo que desde la Secretaría, en los últimos años casi que armamos un área entera para esto”.
“No es una virtud natural esperable de un investigador que pueda comunicarle a personas de otras disciplinas a qué se dedica, o que vea cómo hacer con esto que hace, si necesita ayuda de alguien, cómo hacer esa conexión. No es algo natural”, aclara Cofone.
“Naturalmente son un porcentaje mínimo los investigadores capaces de contarle a alguien, que no sea de su mismo palo, a qué se dedica”, explica Cofone. “Son el 5 por ciento, como mucho. Los hay y son buenísimos, como Ernesto Calvo, alguien que puede investigar en temas elevadísimos y lo sentás a hablar y lo entendés. Pero no todo el mundo tiene esa capacidad, y es natural. Así es que nuestro trabajo consiste en ayudar a esa interface, con profesionales de transferencia y vinculación, hasta con profesionales con cierto perfil comercial que logran convertir esas ideas y proyectos en algo que a alguien le puede llegar a servir o funcionar”.

Anibal Cofone es Ingeniero Industrial por la Universidad de Buenos Aires. Máster en Gestión de Innovación, UNIBO-Italia. Doctor en Ingeniería, UNIBO- Italia. Realizó una especialización en Diseño de Producto (1992) y en Apoyo y Desarrollo de Pymes (2009), ambas en Japón. Es docente de la UBA desde hace 30 años, y actualmente es director de la carrera de Ingeniería Industrial y Secretario de Ciencia y Técnica siempre en la UBA.

Fuente: Universidad de Buenos Aires

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