De la mano del movimiento de mujeres, las disciplinas alternativas y las novedades tecnológicas, son muchas las nuevas palabras que se instalan con fuerza y ganan popularidad, sobe todo, a través de las redes sociales. La última que se ubicó en el centro de la escena fue “machirulo”, utilizada por la ex presidente Cristina Kirchner en Twitter en el marco de una polémica con el presidente Mauricio Macri, llamando la atención sobre una tendencia que se hace cada vez más visible apoyándose sobre todo en Internet.

De la larga lista de palabras nuevas, muchas fueron creadas o rescatadas en el marco del movimiento de mujeres: entre las incluidas se cuenta machirulo, pero también sororidad, androcentrismo, micromachismo, o minitah (así, con “h” final, que designa a una mujer o la conducta de una mujer que se ajusta al modelo patriarcal).

Pero a la lista se suman otros términos que vienen asociados a nuevas disciplinas, tales como “limerencia” (estado similar al enamoramiento) o “sofomanía” (estimación excesiva del propio conocimiento). A esa lista se suman los provenientes de la siempre renovada jerga informática.

Algunos especialistas entienden que el surgimiento de estos términos se explican más por la necesidad de un grupo de reforzar su identidad a partir del uso de un lenguaje común que a partir de una insuficiencia del idioma.

“A diferencia del lunfardo, que creó términos que vinieron a precisar conceptos, creo que en muchos de estos casos la aparición de palabras nuevas no se justifica, porque vienen a designar conceptos que ya tenían palabras o expresiones que los designaban”, dice la profesora de Lengua platense Teresita de Antueno.

La palabra que puso a la tendencia en el centro del debate fue “machirulo”.

Según la Fundación del Español Urgente se trata de un neologismo que se usa siempre despectivamente, pero para designar distintos tipos de hombre.

En ocasiones designa al “hombre machista que hace gala de esa condición”.

Otra acepción aparece en el Diccionario gay-lésbico español de Félix Rodríguez y designa al “hombre gay que exhibe formas convencionalmente muy masculinas”. Por extensión, se transforma en un insulto proferido contra “una mujer lesbiana con apariencia muy masculina”.

Entre los términos instalados recientemente por el movimiento de mujeres también se destaca “sororidad”, que designa a “la relación de hermandad y solidaridad entre las mujeres para crear redes de apoyo que empujen cambios sociales, para lograr la igualdad”.

La palabra no está reconocida todavía oficialmente por la Real Academia Española.

La antropóloga y política mexicana Marcela Lagarde, una de las máximas promotoras del concepto en castellano, lo define como “el apoyo mutuo de las mujeres para lograr el poderío de todas”.

Entre los términos instalados por el movimiento feminista también se cuenta el de “micromachismo”, definido por profesionales como prácticas que representan “tiranías cotidianas, un tipo de violencia blanda e invisible, de baja intensidad”.

Se estaría frente a una situación de micromachismo cuando un hombre dice que no hace las tareas del hogar porque no sabe o porque las mujeres lo hacen mejor.

El término fue creado por el psicólogo argentino Luis Bonino en 1990 para describir un machismo “de baja intensidad, suave, cotidiano”.

Fuente: El Día