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Advierten que se triplicaron los casos de bulimia y anorexia en adolescentes
Mientras que en los ‘90 uno de cada diez jóvenes presentaba indicios de alguno de estos trastornos, hoy se los ve en tres de cada diez, afirman desde ALUBA, uno de los principales centros de referencia en el país
De la mano de la enorme presión que imponen a los adolescentes los modelos físicos aceptados por nuestra sociedad, los casos de bulimia y anorexia nerviosa se han triplicado a lo largo de las últimas décadas en el país. Así lo advierten desde ALUBA, uno de los principales referentes en la lucha contra estas enfermedades, donde asocian el fenómeno a la ausencia de programas preventivos que pongan freno a lo que consideran una epidemia de la juventud.
“Mientras que en nuestros primeros relevamientos registrábamos que uno de cada diez jóvenes padecía bulimia o anorexia, actualmente estamos registrando que son tres de cada diez”, asegura la doctora Mabel Bello, consultora médica y fundadora de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia.
El alarmante panorama sobre el avance de estos trastornos fue dado a conocer días atrás durante una reunión que la especialista mantuvo con las autoridades de la Defensoría del Pueblo de la Provincia para poner en marcha campañas de prevención y concientización en escuelas frente a la ausencia de iniciativas a nivel estatal.
Y es que “los distintos proyectos que apuntaban a crear un Programa Provincial de Prevención y Control de los Trastornos Alimentario naufragaron tras perder estado parlamentario en la Legislatura”, explica el Defensor del Pueblo Adjunto de la Provincia, Walter Martello, al señalar el vacío normativo que existe en torno a estos trastornos en la actualidad.
A esto se le suma el hecho de que si bien “hace diez años se sancionó una ley que creó un programa nacional contra trastornos alimentarios como la obesidad, la bulimia y la anorexia, varios de sus artículos fueron entonces vetados imposibilitando en gran parte que los tratamientos sean cubiertos por las obras sociales y la regulación de la publicidad”, cuenta Martello, responsable a cargo del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos del organismo provincial.
De ahí que el gran desafío frente al avance de la anorexia y la bulimia pasa hoy por “crear las herramientas que permitan prevenirlas y atender adecuadamente a quienes las padecen”, sostiene Bello.
“Para nosotros es sencillo realimentar al paciente. Lo complejo es educar a los padres y a los adolescentes en la posibilidad de comunicarse con otros, para de esa forma llegar a buen puerto y tener una vida feliz”, cuenta la especialista.
Para la fundadora de ALUBA, no se trata tanto de un problema de información como de consciencia. “Los chicos se aprenden de memoria la tabla de calorías, pero se convierten en ‘neuróticos ilustrados’. Es decir, saben de la enfermedad, pero igualmente se pegan el atracón o no comen. Por eso resulta tan importante alertar a los maestros y profesores”, explica Bello.
UNA Y OTRA
Caracterizada por una pérdida significativa del peso corporal producto de la decisión voluntaria de adelgazar suprimiendo o reduciendo el consumo de alimentos, la anorexia nerviosa lleva al 15 % de quienes la padecen a la muerte, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Aunque con un porcentaje de mortalidad menor que la anorexia, la bulimia tiene en cambio una incidencia más amplia. Por tratarse de un trastorno compulsivo caracterizado por atracones recurrentes que llevan a quienes la padecen a vomitar o usar laxantes para no engordar, sus efectos son menos evidentes. Esto hace que la enfermedad pueda prolongarse a veces durante muchos años, aunque no con menos daño: los vómitos frecuentes pueden afectar las vías respiratorias, generar desgarros en el aparato digestivo y hasta provocar arritmias.
Frente a esas amenazas “resulta determinante observar la conducta social y emocional de las y los adolescentes que hacen dieta, porque detrás de la necesidad de adelgazar suele esconderse algún trastorno más serio: como el miedo a crecer o a vivir. Y es que tanto la anorexia como la bulimia están muy vinculadas con la autoestima en una etapa de la vida en que la relación con el cuerpo es siempre difícil”.
“Por eso hay que educar a los chicos fijándose más en sus talentos que en sus defectos, tratando de que no se aíslen ni se valoricen por su cuerpo, sino que puedan apoyarse en otros valores y proyectos”, sugieren desde ALUBA.
Fuente: El Día