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Cine argentino: Lo que viene en 2011
Comienza la temporada fuerte de estrenos en un año que superará nuevamente el centenar de propuestas locales, entre dramas de época, comedias y documentales
En 2010, en 832 salas, se vieron 328 películas de estreno, que fueron a ver 38 millones de espectadores, dejando una recaudación de 174 millones de dólares. De ese paquete, 114 títulos fueron nacionales, que llevaron a las salas 3,4 millones de espectadores, con una recaudación de 15 millones de dólares. Las películas más convocantes fueron Igualita a mí (830.000 entradas vendidas) y Carancho , con 615.000. Las dos tuvieron apoyo de la TV en sus lanzamientos. Otras películas, como el dibujo animado en 3D Gaturro y la comedia Dos hermanos, superaron cómodamente los 100.000 espectadores. En 2010, el cine local se quedó con el 9% del mercado cinematográfico (según datos del Boletín del Observatorio del Cine y el Audiovisual).
Los números hablan de números, pero no de contenidos ni otros temas relacionados con la calidad de un film. Hubo una buena cantidad de cine nacional presente en salas, no obstante una buena porción (alrededor del 40%) se proyectó por fuera de los circuitos comerciales (como los espacios del Incaa, Malba, Proa, el flamante Cosmos-UBA y algunos otros). Del total recaudado por las películas en 2010, alrededor del 9% fue para las producciones locales. Demasiados títulos no llegaron a los 10.000 espectadores. Y aquí surge un problema, cuando ya se anuncian tantas o más producciones que las de un año como el que pasó, que fue récord histórico en estrenos. Es que la exhibición sigue siendo un tema difícil de resolver.
Mientras el cine local sigue en la casi utópica tarea de recuperar un público propio, cientos de cineastas buscan diferentes alternativas para que sus películas no sólo se terminen sino que, además, se estrenen con alguna repercusión.
El 2011 comenzó con el estreno de títulos como La vieja de atrás, Sudor frío y Fase 7, y hoy mismo de Familia para armar (ver aparte), y seguirá, la semana que viene, con comedias dramáticas como Un cuento chino, de Sebastián Borensztein, con Ricardo Darín y Huang Sheng. En abril llegará Los Marziano, de Ana Katz, con Guillermo Francella, Rita Cortese y Mercedes Morán. Para septiembre quedó Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo, la última de Mariano Cohn y Gastón Duprat (El hombre de al lado), con Emilio Disi, Darío Lopilato y Eusebio Poncela, según un cuento inédito de Alberto Laiseca.
Si bien hay todavía incertidumbre con respecto a las fechas y lugares de estreno (en especial para las más independientes), un largo listado incluye más de un centenar de títulos, como la docena de preestrenados en Pantalla Pinamar y la veintena que irán desde el 7 de abril en diferentes secciones del Bafici (como Vaquero, el debut como director de Juan Minujin).
La comedia, por lo dicho, es un género que crece acompañando el crecimiento de la producción local y tendrá, por lo que se anticipa en 2011, un año para recordar. Otro de los esperados ejemplos en esta línea es Juntos para siempre, de Pablo Solarz, con Peto Menahem, Malena Solda y Florencia Peña. Pero no es el único, porque en la lista también están Las viudas, de Marcos Carnevale, con Graciela Borges y Valeria Bertuccelli, y Cruzadas, de Diego Rafecas, con Moria Casán, Nacha Guevara y Enrique Pinti.
Vuelven las "de época"
Entre las películas con recreación de viejos tiempos, costosas precisamente por esa característica, figuran seis adaptaciones y un guión original. Las adaptaciones coincidentes con el Bicentenario son la varias veces postergada La revolución es un sueño eterno, de Nemesio Juárez, de acuerdo con el relato de Andrés Rivera; La patria equivocada, de Carlos Galettini, según el libro de Dalmiro Sáenz, con Juana Viale, en este caso junto a Adrián Navarro; Aballay, el hombre sin miedo, de Fernando Spiner, según el cuento de Antonio Di Benedetto, y El Fausto criollo, de Fernando Birri, según Estanislao del Campo. También de época, pero en la década del 50 del siglo XX, transcurre El derrotado, de Javier Torre, también con Navarro, en este caso con Romina Gaetani, que toma una trama imaginada por su padre, Leopoldo Torre Nilsson, y Dormir al sol, de Alejandro Chomski, con Luis Machín y Florencia Peña, que recrea la historia original de Adolfo Bioy Casares, ubicada al filo de la década del 60.
Histórica pero sin bronce se anuncia Revolución: el cruce de los Andes, con Rodrigo de la Serna (que irá el 14 de abril). Todavía en preproducción, Aníbal Uset eligió Polvo y espanto, de Abelardo Arias, con el título Agustina, 1841, con Charo López. Y de alguna forma también recrea viejos tiempos la animación de marionetas stop motion Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe, del uruguayo Walter Tournier, en coproducción.
En materia de cineastas debutantes, la lista aporta los nombres de Santiago Giralt, que volverá a la pantalla con Antes del verano; Victoria Galardi hará otro tanto con Cerro Bayo, mientras que Miguel Angel Rocca eligió el tema del abuso sexual en el seno de una familia con La mala verdad, protagonizada por Alberto de Mendoza.
Entre los consagrados, Carlos Sorín apuesta por el suspenso con El gato desaparece; mientras que Daniel Burman repetirá el tono acomediado de sus anteriores propuestas en All In, que estará lista para estrenarse en diciembre.
Este año, Luis Ortega (que viene de estrenar Los santos sucios) llegará con Verano maldito, su "versión" de un relato de Yukio Mishima con las actuaciones de su hermana Julieta Ortega, Joaquín Furriel y Alejandro Urdapilleta. Pablo César ambientó el drama Orillas en Dock Sud y Benín, en Africa, país con el que armó una coproducción (la primera argentina con un país africano), para la que contó con actuaciones de Dalma Maradona y Javier Lombardo, mientras que Eliseo Subiela anuncia dos títulos para 2011, a saber: Rehén de ilusiones, con Daniel Fanego, y Paisajes devorados.
Ariel Wynograd volverá con Mi primera boda, reunión de los uruguayos Natalia Oreiro y Daniel Hendler (ahora en rodaje). La primera también es de la partida en Infancia clandestina, de Benjamín Avila (en posproducción), y más adelante lo será en Wakolda, de Lucía Puenzo (estos dos últimos títulos fueron producidos por su padre, Luis Puenzo, quien a su vez piensa llevar a la pantalla, finalmente, El niño argentino, con Mike Amigorena). Oreiro también será una justiciera en Mala, de Israel Caetano, una vez el director concluya el documental acerca del ex presidente Néstor Kirchner que acaba de comenzar.
De Hendler se estrenará (después de pasar por el Bafici) además su ópera prima como director, Norberto apenas tarde, sobre un tardío aspirante a actor, filmada íntegramente en Uruguay. La vuelta del año será la de Alejandro Agresti, que actualmente filma en Buenos Aires con el norteamericano John Cusack.
También se esperan óperas primas como El agua del fin del mundo, de Paula Siero, con Facundo Arana; Medianeras, de Gustavo Taretto; Caño dorado, de Eduardo Pinto, y De caravana, de Rosendo Ruiz, las dos vistas en el festival de Mar del Plata, y unos cuantos documentales.
En este último género se destacan los de Eduardo Montes Bradley (Waissman, acerca del artista plástico); de Pino Solanas (Tierra sublevada: oro negro); Ulises de la Orden (Tierra adentro); Miguel Rodríguez Arias (Rotas cadenas y Civiles y militares), un compilado con trabajos de Mariana Arruti y Carmen Guarini, entre otros (D-Humanos), y hasta un documental sobre Cumbio, titulado Soi Cumbio, de Andrea Yanino, cuyo estreno mundial tendrá lugar la semana próxima en el Festival de Málaga.
GONZALEZ AMER: " ES UN TEMA QUE ME APASIONA"
En 2007, el escritor Edgardo González Amer (El probador de muñecas, La mujer perfecta, La danza de los torturados) sorprendió con su ópera prima, El infinito sin estrellas, en la que abordaba el tema de una familia acorralada por el drama de sobrevivir. Ahora, en Familia para armar, encuadra a otro tipo de núcleo que también carga historias a cuestas.
"La familia es un subgénero -asegura González Amer en diálogo con LA NACION-. Uno vive rodeado de familias disfuncionales y por más que uno pelee por la cohesión de la propia familia, pareciera ser que tienden a dispararse hacia la disfuncionalidad. A lo largo del tiempo he visto muchas chicas abandonadas por sus padres, casos de olvido extremo, muchas veces dañino", dice. "Escribí varios cuentos con esta temática, siempre tratando de ver qué pasa en la persona que abandona, cuál puede ser la motivación que lo lleve a alejarse de un hijo, por qué alguien desaparece para siempre de la vida de una persona que ama y le es necesaria. Mi idea con esta película es acercarme a esa verdad -insiste-. Mi interés era contar a través de lo implícito antes que con lo explícito; no sé si eso es acertado o equivocado, pero si fue una elección muy pensada, algo riesgosa, pero me parece que más efectiva. Quería hacer una película de silencios, de espera, y no poner todo en palabras. Los actores, además, se entregaron cada uno y en bloque, como la familia de actores que conforman", concluye.
Fuente: La Nación