Germán Fliess Maurer y Marcelo Llambías cambiaron su prontuario policial por un título universitario. Se recibieron de abogados en la cárcel de Devoto y hoy integran el primer estudio de letrados del país conformado por ex convictos.

Fliess Maurer, de 38 años, y Llambías, de 50, se conocieron de una manera muy particular. “Fue en agosto de 2003, en un camión de traslado del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Íbamos a rendir nuestra primer materia a Devoto”, recuerda Llambías. Fliess Maurer aprobó Introducción al Derecho y Llambías no. Ahora lo recuerdan en el estudio que tienen desde hace tres años en un edificio de la peatonal Lavalle.

Fliess Maurer fue detenido en 2002 y luego condenado a siete años de prisión por vender drogas.

Era reincidente, porque en 1996 había cumplido una pena de más de dos años, también por narcotráfico.

“Empecé a estudiar en la cárcel para no volver más”, dice.

A los 21 años, Llambías estuvo en Malvinas al frente de una sección del Ejército, en la primera línea de batalla en Puerto Argentino. Fue condecorado por “combatir con destacable valor”. “La medalla me la dieron porque cuando fuimos sobrepasados por los ingleses, para que mis soldados se pudieran replegar, me quedé con una ametralladora cubriéndolos hasta que se fueron”, rememora.

Pero 19 años después, en enero de 2001, cuando era subteniente de infantería, un conflicto personal con otro militar terminó en una pelea que lo llevó a la cárcel. Se trenzaron a piñas, Llambías sacó su arma y al golpearlo en la cabeza se disparó.

Fue condenado a nueve años de prisión por homicidio.

–¿Cómo fue estudiar en las cárceles donde estuvieron presos?

Llambías: -En Marcos Paz era muy difícil porque no había nada y el Servicio Penitenciario ponía barreras muy grandes. Si querías ir a jugar al fútbol podías, pero a estudiar no.

Entonces nos organizamos y logramos que llevaran algunos profesores del CBC.

Fliess Maurer: -En Ezeiza era peor porque no había estructura. Después fui al Centro Universitario de Devoto (CUD). Allí me encontré con una isla dentro de la cárcel. Es una universidad plena y clara, donde tenés quién te pueda evacuar los problemas. Pero para ir al CUD tuve que presentar en la justicia un habeas corpus. Con Marcelo dimos la primera materia juntos. Yo me recibí en 2006 y él tres años después.

Ll: -Yo rendí todo libre porque en Marcos Paz no podíamos hacerlo y teníamos que ir a Devoto. Me levantaban a las 12 de la noche y esperaba hasta las 4 de la mañana la camioneta que me llevaba a rendir.

Después me ponían en una celda que estaba cagada, meada y sin luz.

No sé si esto lo hacían a propósito, creo que es parte del sistema para quebrar a cualquiera.

–¿Por qué?

FM: –El SPF no quiere el estudio en la cárcel porque uno aprende a reclamar sus derechos y puede instruir a los demás a que hagan lo mismo

–¿Por qué decidieron estudiar en la cárcel y por qué abogacía?

FM: –Cuando llegué me pregunté: “qué hago para no volver más” y me puse a estudiar.

Ll: –Elegí derecho porque sentí que si alguien está diciendo la verdad y nadie le cree, va a necesitar que lo defiendan con uñas y dientes.

–¿La experiencia de haber estado presos les dio algo extra para trabajar hoy como abogados?

FM: –Conozco la carga emotiva del acusado que está esperando la sentencia.

No me siento ni mejor ni peor abogado por haberme recibido en la cárcel.

–¿Volvieron a encontrarse con los jueces que los condenaron?

FM: –He tenido causas en el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata y me encontré con la mejor de las predisposiciones. Se ponen muy contentos de verte ejerciendo el derecho, y más en sus tribunales.

El camino que Fliess Maurer y Llambías iniciaron juntos en un camión penitenciario continuó con el estudio de abogados. Sus primeros clientes fueron compañeros de prisión.

En el estudio también trabaja otro abogado que se recibió en la cárcel y han pasado más personas que estudiaron en prisión. “Tomamos el compromiso, que no toma el Estado, de apoyar a la gente que está saliendo”, explica Fliess Maurer, que presentó un proyecto de pasantías en la Universidad de Buenos Aires para que los egresados de la cárcel puedan tener una primera experiencia laboral en el estudio.

–¿En qué los cambió haber estudiado en la cárcel?

FM: –Me cambió la vida. Me dio conciencia social y la posibilidad de entender cuáles eran mis carencias que me llevaron al delito.

Ll: –Para mí fue un salvavidas al que me aferré y me permitió salir más cuerdo de la cárcel y tener un futuro.

Una experiencia única en el mundo

En 1985 se creó el Centro Universitario de Devoto (CUD), una experiencia única en el mundo, a través de un convenio entre la Universidad de Buenos Aires y el Servicio Penitenciario Federal. Es un pabellón especial de estudio que funciona en la planta baja de la cárcel y que cuenta con aulas, sala de computación y de video y biblioteca.

De manera presencial, la UBA dicta el CBC y las carreras de Abogacía, Psicología, Ciencias Económicas, Sociología y Letras. La UBA está presente en las cárceles de Marcos Paz y Ezeiza. Desde que comenzó el estudio universitario, ya se recibieron 102 personas en la cárcel y muchas más que completaron las carreras en libertad Justicia - Fliess Maurer y Llambías tienen su estudio, que comparten con un tercer socio, en un edificio sobre la calle Lavalle.

Fuente: UBA