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El vértigo y la libertad surfean olas de cemento
A falta de mar...El skateboarding es un deporte que consiste en deslizarse sobre una tabla con ruedas para hacer trucos elevando la tabla del suelo y haciendo movimientos con ella en el aire.
Fue inventado en 1963 en Malibú (California, Estados Unidos), por Mickey Muñoz y Phil Edwards para reemplazar a la tabla de surf por una que funcionara en la tierra. Le quitaron las ruedas a unos patines, se las pusieron a una tabla de madera y llamaron a su invento Surf Roll. Esta disciplina está relacionada con el surfing, con la cultura callejera y con el arte urbano.. Patinan la ciudad para divertirse y olvidarse de la "mufa".
¿Qué sabor tiene el asfalto? El joven no responde. Acaba de morder un pedazo de vereda. Literalmente. El rostro del novel skater no sangra, pero el tropezón y la posterior caída lo dejaron rendido a los pies de la Estatua de la Libertad, en el corazón de la plaza Independencia. Un coro de sexagenarios aplaude con saña el porrazo; sus colegas, en cambio, lo escoltan con la mirada a la espera de una pronta señal. Mientras se soba las rodillas, el desafortunado reconoce que acaba de pagar el "derecho de piso". Debe tomar una decisión trascendental: ¿levantarse o abandonar la pista para siempre? Un amigo le estrecha la mano... Juan Cruz Soto escupe a un costado, se aferra a esa palma redentora y se pone de pie. Al cabo de unos minutos, él y otros skaters se deslizan altivos en sus tablas sobre las diagonales de la glorieta, como todas las noches.
"Sabelo -dice Soto con la perspicacia que le conceden sus estudios de profesorado en Química-, te vas a golpear, te vas a quebrar. En fin, te formás como persona, te humanizas, te purificás. Te sentís libre". Su erudición es resultado del shock que genera la cultura del skateboarding en Tucumán, una disciplina que se practica desde hace aproximadamente 20 años en la provincia y que ponen en práctica cientos de jóvenes.
Si patinar fuera un cómic de 1970, habría miles de onomatopeyas escritas por encima de los faroles de las plazas y las calles que frecuentan estos aventureros; algunas reproducirían el dolor, otras imitarían el triunfo. Cuando el skater se acomoda sobre el borde del abismo/rampa y se dispone a volar, el vértigo se transforma en sudor, se agudizan al máximo los sentidos, se erizan los pelos de la piel. Luego el impulso, el salto, la contorsión del cuerpo en el vacío, el suspenso del descenso y el aterrizaje. "Es lo más lindo que me pasó en la vida. Desahogo mi mente y me despojo de todos los males que acumulo durante el día", cuenta Mauro Guaraz, serigrafista.
Nacido en la calle
Andar en patineta es una disciplina híbrida que vincula la pintura, la fotografía, la música, el video y el arte callejero con una estimulante dosis de adrenalina. Los nostálgicos no olvidarán jamás los complementos vintage: el pasacassettes con el punk rock de Massacre Palestina a todo volumen, las zapatillas Vans Old School todas gastadas, los trámites caseros para cambiar la lija que recubre la tabla de madera, y los videojuegos clásicos como Pacman, Galaga o Tetris.
"Hay prejuicios al respecto. Mucha gente nos considera vándalos, personas violentas y drogadictos. Están equivocados; el mundo del skater enaltece el compañerismo y el ejercicio al aire libre", comenta Julio Cavanna, que cursa el tercer año de Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica.
El entretenimiento under revitaliza el concepto de lo cool en una ciudad poco acostumbrada a los deportes importados. El skateboarding en Tucumán empezó a practicarse a principios de 1990, apadrinado por Martín Carrizo, aunque pertenecer al club en aquel entonces significaba contar con los recursos económicos necesarios para adquirir las tablas made in USA. La pandilla se disolvió al cabo de unos años, mas cimentó las bases de la vorágine sucesora de surfers sobre ruedas: los UQZ. La flamante tertulia se formó a mediados del 98 y se consolidó a los golpes en los escalonados recovecos de la plaza Urquiza.
"Por eso las siglas del grupo. La plaza era el lugar en donde patinábamos de sol a sol. Hoy el término UQZ está tergiversado, se diversificó mucho. Lo asimilan pintores y DJS. Ser un verdadero UQZ es pertenecer a un sector más limitado; en realidad es una crew (equipo) netamente de skaters", explica Gustavo Durán, vocero de la Asociación Argentina de Skate y gerente de Doc Skate Park, la única pista profesional para skaters de la provincia.
Hay dos cosas que no soportan los "amos de la patineta". Que la Policía los expulse del predio en el que practican su pasión, por ejemplo. "Claro, algunos hacen un picadito de fútbol y nadie les dice nada. Los canas nos amenazan con sacarnos el skate si no nos vamos. O sea, robame todo menos el skate. Robame el celular, la guita, pero no el skate". Emanuel Sánchez, estudiante de la Facultad de Artes, es contundente con sus palabras. Él y sus amigos solían ir a la plaza Urquiza, pero como la estaban refaccionando muchos skaters se trasladaron a la plaza Independencia. En Yerba Buena, Concepción y Lules también se promueve el legado UQZ.
Eduardo Carrizo, mano derecha de Durán, está convencido de que en Tucumán al menos 150 aficionados practican este deporte callejero. Por lo tanto, la segunda realidad que no toleran los skaters locales es la carencia de una pista pública. "La necesitamos para no molestar a los peatones, para liberarnos", sugiere Soto. Después de la caída repitió la pirueta: un ollie, un flip y un slide. "Te dije, un tropezón no es caída". Y lamentó que el coro de sexagenarios no estuviera presente.
Fuente: La Gaceta