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UNL: en el primer año, un tercio de los alumnos abandona sus estudios
Un 37 % del total de estudiantes que ingresaron a la universidad en 2009 no se reinscribió para continuar sus estudios este año, reveló el rector de la UNL. El nivel crítico de la deserción universitaria anida en el ciclo inicial, y los esfuerzos institucionales apuntan a una mayor articulación con la secundaria, refuerzos en tutorías y en becas. En el promedio general, el abandono de estudios es del 18 %.
Del total de alumnos que se inscribieron para estudiar en la UNL en 2009, sólo un 63 % se reinscribió para continuar el segundo año de sus estudios en 2010. “Esto indica que un 37 % de esos estudiantes dejó la carrera, es decir, hay un tercio de desgranamiento”, reveló el rector de la UNL, Albor Cantard. Los números muestran una verdad inocultable: es en el ciclo inicial adonde se produce el mayor abandono en los estudios.
Cantard hace un cálculo aproximado: “De alrededor de 7.500 alumnos inscriptos para cursar estudios en el primer año, sólo se reinscriben 5.000 para el segundo, aproximadamente. Todo indica que el problema central está ahí, en los dos primeros años”, circunscribe. En la medición general -que toma todos los años que lleva una carrera universitaria- hay un 18 % de abandono de estudios en la UNL. “Este porcentaje está bastante por debajo de la media nacional, e indica que tenemos un 82 % de retención. Es un buen porcentaje”, dice con un moderado entusiasmo, pero no deja de admitir que “hay que seguir trabajando”.
“La medición actualizada que tenemos (la reinscripción de los alumnos de primer año) tampoco expresa una medición exacta de la deserción universitaria, porque no marca el rendimiento académico”, aclara el rector en diálogo con El Litoral. Pero los números muestran un diagnóstico muy aproximado de una problemática que cruza transversalmente todo el sistema universitario argentino.
A este cuadro de situación se suma un agravante: “Hoy, en las universidades nacionales del país, a un estudiante le lleva un promedio de 9 años recibirse. Tenemos un retardo “excesivo’ en los tiempos de egreso. Y la UNL no escapa a esta situación general”, señaló la primera autoridad académica (ver aparte).
Las causas
¿Qué se puede hacer para revertir los niveles de deserción? “Primero, ver cuáles son sus causales. Hay una multiplicidad de factores que inciden en la deserción: de tipo socioeconómicas, personales, malas elecciones vocacionales, etc.”, dijo el rector, pero párrafo aparte mereció una cuestión que consideró como uno de los núcleos madre de la problemática: los desfasajes en la articulación de la secundaria y la universidad.
“Hoy se está trabajando fuertemente con varias escuelas secundarias de Santa Fe y otras localidades provinciales en la articulación de niveles, y creo que esta labor irá dando sus frutos en el corto plazo”, dijo Cantard. También se están analizando los resultados de todos los ingresantes en todos los cursos de articulación disciplinares (química, matemática, lectura, ciencias sociales y contabilidad), “para ver en qué áreas los chicos presentan mayores falencias. Esto debería ser mucho más coordinado desde el nivel de las jurisdicciones provinciales”, sugirió.
La problemática se ataca, también, desde otros flancos: “Hay amplios programas de becas de ayuda económica, de residencia, etc., esto particularmente como un paliativo para evitar que el abandono de estudios sea por razones de imposibilidad económica. Pero lo fundamental -subrayó- es un trabajo de acompañamiento a los estudiantes del primer año a través de tutorías: actualmente hay cerca de 60 tutores, que son alumnos avanzados de una carrera que hacen un apoyo académico a los ingresantes de primer año”, cerró.
Relación docente-alumno
—Mirando a la deserción aulas hacia adentro ¿podría considerarse como otra posible causal ciertas “barreras” pedagógicas que ponen distancia en la relación entre el profesor universitario y el alumno del primer año recién salido de la secundaria?
—Habría que ver, es relativo. Por ejemplo, hace algunos años se implementó en la facultad de Derecho un sistema de “cursado seguro” para el primer año de esa carrera. Había una imposibilidad de cursar materias (por la masividad del alumnado) y de tener un contacto directo con los docentes, lo cual agravaba la situación del abandono de estudios.
Entonces, se multiplicaron las cátedras, se fortalecieron los cargos docentes, en el 1º y 2º año de la carrera. Hoy los alumnos que ingresan a Derecho cursan por lo menos cuatro materias por año, cuando antes eran con suerte dos. Con esta experiencia vemos que se mejoraron notablemente los índices de retención y de “éxito académico” en el primer año, porque los alumnos pudieron tener un mayor vínculo pedagógico con los docentes. Si me guío por este ejemplo, yo diría que no (pueden tomarse como causal de deserción las “distancias” pedagógicas). No obstante, en la relación docente-alumno siempre hay cosas por mejorar.
Retardo del egreso
Actualmente, a un estudiante universitario le lleva un promedio de 9 años obtener su título universitario, un 50 % más de los tiempos que prevén los planes de estudios. ¿Qué puede hacer la universidad para evitar el retardo del egreso? “Primero hay que ver adónde están las causales y después resolver cómo atacarlas. Evidentemente hay una cuestión cultural de trasfondo, porque los índices son estables para todo el sistema de educación superior”, admitió el rector.
Para Cantard, “hay “resistencia’ en muchos claustros a achicar los planes de estudios. A reducir el número de materias, o a convertir materias que hoy son obligatorias en optativas, por ejemplo”. La “flexibilización” de los planes de estudios -que acotan los diseños curriculares de las materias de grado- “es una tendencia mundial: por ejemplo, ninguna de las licenciaturas que se dictan en Europa duran más de 3 ó 4 años. Acá tenemos un sistema diferente”.
Fuente: Diario El Litoral - Santa Fe