"Estudiar en el Balseiro (en Bariloche, producto de un acuerdo entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo) requiere voluntad; no se necesita ser genio; no se necesita ser un superdotado; es, más bien, cuestión de perseverancia", afirma, con convicción, Tobías Quispe Mamaní. A los 24, este tucumano que cursó ingeniería Mecánica con una beca de la empresa Techint en el prestigioso instituto Balseiro de Bariloche, trata de destruir el mito de que las matemáticas, la física y la química son difíciles e insta a los jóvenes a no tenerles miedo a las ingenierías.

Esa rama es relativamente nueva en el Balseiro; y Tobías es el primer ingeniero mecánico tucumano egresado de esa institución. "La mayoría de los chicos no se les anima a esas materias porque en el secundario no se las enseñaron bien; no se les da la extensión suficiente; los chicos se encuentran de un modo comprimido con ciencias para cuyo entendimiento se necesita tiempo. Yo les diría a los chicos que no les teman a las ciencias exactas; que, como en toda carrera, a medida que avanzan, los chicos se van acomodando", afirma el flamante ingeniero, que en agosto, tras breves vacaciones, comenzará una maestría en Robótica.

A Tobías, las revistas que leía de chico le habían despertado el sueño de ser ingeniero nuclear. Pasó el tiempo, ingresó al Instituto Técnico de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), de donde egresó con la Medalla Lucas Córdoba; y en el camino se dio cuenta de que lo suyo era la mecánica. Pero con el tiempo pudo sintetizar los sueños de infancia con las elecciones de adolescencia: mientras cursaba Mecánica, pudo experimentar en el área nuclear.

De hecho, en su proyecto final en el Balseiro trabajó en el proyecto Carem, por el cual se construye el primer y único reactor argentino de potencia. Un reactor de potencia tiene el objetivo de generar energía para el uso urbano o industrial. "Mi parte en ese proyecto fue la automatización de las tareas de mantenimiento de los generadores de vapor del reactor", le explicó a LA GACETA el flamante ingeniero.

"La gente, cuando escucha el concepto nuclear, piensa de inmediato en bombas nucleares. Pero las técnicas de seguridad han cambiado sustancialmente. Un reactor nuclear, hoy, no tiene tiene nada que ver con Chernobyl. Un reactor nuclear tiene distintos tipos de uso: puede aplicarse a la física médica o la radiación de semiconductores para la industria electrónica; un reactor puede servir para el abastecimiento energético a una comunidad determinada", afirmó el ingeniero Quispe.

Tiempo de robots

Y ahora llegó para él el tiempo de la robótica: que no es, asegura, lo que la mayoría de la gente se imagina. "A mucha gente, cuando piensa en robótica, se le vienen a la cabeza de inmediato los robots humanoides; pero lo que mueve la economía mundial son los brazos industriales, que son los que se encuentran en la plantas de montaje; ese es el ejemplo más claro. Me interesa la robótica porque es un modo de hacer más segura la actividad industrial, porque así se protege al operador y se agilizan las tareas", enfatizo el joven.

Tobías afirmó que en esta nueva etapa él trabajará en la CNEA, en el Centro Atómico Bariloche, en el desarrollo de la lógica del diseño de programación de las tareas. "Hoy, la tendencia es apuntar a sistemas mecánicos automatizados, con la ayuda de la electrónica", explica este fanático de River cuyos juegos de infancia fueron "el fútbol y las figuras de acción (sufrí como loco con el partido de Argentina)", apunta. Como cualquier buen hijo de vecino: sólo que muchos de ellos todavía no le han encontrado la pata lúdica a las llamadas "ciencias duras".

Fuente: Diario La Gaceta