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Tecnología: una relación de amor-odio

20/10 |

tecAmamos nuestros teléfonos "inteligentes"... pero también los detestamos porque nos ponen a disposición de quien nos requiera hasta cuando estamos bajo la ducha. Sin Internet, somos como Robinson Crusoe en el océano virtual... pero "conectados" nos sentimos como Túpac Amaru en ese grabado que lo muestra tironeado por cuatro caballos que hacen fuerza en direcciones divergentes.

Desde el comienzo de los tiempos, los seres humanos les debemos nuestra supervivencia en gran medida a las tecnologías que desarrollamos, y sin embargo nos despiertan sentimientos que van desde el deslumbramiento hasta el pavor.

Para entender esta flamígera relación de amor-odio, nada mejor que los textos reunidos en la última obra de Pablo Capanna, Maquinaciones. El otro lado de la tecnología (Paidós, 2011), escritos con tal erudición, humor y profundidad que no sólo resultan iluminadores, sino también ¡adictivos!

Capanna, filósofo, docente universitario y periodista, reflexiona con su habitual solvencia sobre las múltiples consecuencias que la tecnología tiene sobre el mundo en que vivimos y sobre nuestra visión de la realidad. Citando a Freud, subraya que aunque nos ofrece ingeniosas prótesis que "multiplican nuestras fuerzas, expanden nuestras facultades y nos permiten vivir en un medio cada día menos natural", lejos de hacernos sentir omnipotentes, no deja de darnos disgustos.

Entre otras cosas, destaca que el desarrollo de tecnologías no sigue un rumbo "racional" guiado por la búsqueda del bien común, sino más bien azaroso y dominado por el mercado. Como cuando se impuso el VHS en lugar del sistema BETA, que era técnicamente superior, porque los productores multiplicaron las películas en ese formato, los videoclubes las adoptaron y los clientes se hicieron dependientes. Lo mismo ocurrió con el motor a explosión, que no es precisamente el más eficiente ni "inocuo". Según cuenta Capanna, hasta 1895 dominaban los autos de vapor, pero cuando ya se había desarrollado un condensador que les daba mayor autonomía la profusión de gasolineras ancló las preferencias de los conductores en la solución que predomina en la actualidad.

Según Capanna, más que la tecnología en sí, lo que nos provoca esta ambivalencia es la velocidad e imprevisibilidad del cambio, y sobre todo el miedo a que se vuelva incontrolable.

En fin, si casi cada línea de este libro sorprende, vale recordar ésta que reproduce una frase de Bacon: "A la naturaleza sólo se la vence obedeciendo sus leyes".

Fuente: La Nación

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2 comentarios

 
santingr dice ...
20/10/2011 10:55
La velocidad de los cambios tecnológicos, la oferta de nuevas posibilidades para la producción de las sociedades no tiene registro histórico previo. En intensidad y frecuencia, esta época es revolucionaria en dicho aspecto. Estamos asistiendo a una era de aprendizaje respecto a cómo incorporarla y no someternos a sus imposiciones y disciplinamiento.
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Anónimo dice ...
20/10/2011 11:21
En otras épocas los esclavos tenían grilletes de hierro. Hoy, se nos esclaviza con siliconas y circuitos. Somos ubicables permanentemente y estamos vigilados todo el tiempo. Ya es habitual que los jóvenes lleven sus computadoras en las vacaciones, es decir, necesitan estar conectados todo el tiempo.
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