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Los primeros pasos en el mundo laboral, según los “alumnos 10”
Egresados de ocho carreras cuentan su experiencia. Investigación y apuesta a la formación continua
¿Qué viene después de una gran carrera universitaria y de un excelente promedio? ¿Qué camino tomaron muchos de los mejores alumnos de la Universidad Nacional de La Plata? ¿Se cumplieron sus expectativas? ¿Cómo imaginan el futuro? Todos esos interrogantes tienen respuestas, que, además, ofrecen un perfil de los intereses que guían a los graduados de hoy de la UNLP. En ese punto, la investigación y la continuidad de estudios de posgrado aparecen como factores comunes a casi todos.
Este diario tomó ocho casos testigo entre los egresados distinguidos de la promoción 2010 (último año académico completo), quienes opinaron libremente sobre lo que les dio la casa de altos estudios, lo que implica tener un promedio brillante, y hasta la distancia que a veces existe entre el imaginario social y la realidad cotidiana que deben afrontar en el campo profesional, incluso el de carrera tradicionales.
Los graduados destacados que compartieron su experiencia y sus anhelos fueron Sofía Calvente, quien tras obtener la licenciatura en Comunicación Social con un promedio de 9,19 y el profesorado en Comunicación con 10, decidió seguir la licenciatura en Filosofía. A fines del 2010 egresó con 9,90, lo que la convirtió no sólo en la mejor alumna de Humanidades sino de toda la Universidad.
Mariano Barraco se recibió de médico ese mismo año con un promedio de 9,34 y hoy es residente de Psiquiatría. Joela Borghi egresó como abogada (9,26), se dedica a la investigación y sigue estudiando. En tanto, tras obtener la licenciatura en Economía, Darío Tortarolo (8,26) también optó por la investigación en un centro de la facultad de 6 y 48 e inició una maestría.
La joven arquitecta Natalia Amor se recibió con un promedio de 9,17 y hoy está en Valencia, España, ampliando sus conocimientos. En rigor, la opción de tener un “paso académico” en algún otro país está presente en más de un profesional. La astrónoma María Florencia Muratore (9,69), se halla trabajando con su directora de doctorado en la República Checa.
Finalmente, mientras el licenciado en Informática Alejandro Sabolansky (8,54) es docente e investigador en la facultad de 50 y 120, el ingeniero químico Agustín Becerro se encuentra trabajando en una compañía de ingeniería, construcción y montaje para la industria del gas y petróleo, desarrollándose como ingeniero en procesos.
Más allá de las lógicas diferencias, ¿qué une a estos jóvenes? Ante todo, vale resaltar que todos -sin excepción- se encuentran trabajando en las disciplinas en las que se formaron.
Pero hay un aspecto para destacar, porque de algún modo marca una tendencia creciente entre los alumnos que egresan de la Universidad platense. Y es que la inmensa mayoría se dedica a la investigación. Aparte, tienen casi naturalizado el concepto de la “formación continua”, pues aquellos que no siguen carreras de posgrado están pensando en hacerlo, salvo alguna excepción.
Asimismo es de destacar que casi todos trabajaron mientras estudiaban, y que coinciden en que se han cumplido sus expectativas.
¿Y el promedio? Es muy importante -acuerdan-, no obstante hacen notar que pesa más a la hora de dedicarse al campo de la ciencia que al profesional, donde lo que prima son “las aptitudes personales”.
Sofía Calvente
A fines del 2010 fue distinguida con el premio al mejor promedio de la Universidad. La licenciada en Filosofía, de 35 años, cuenta que “actualmente estoy cursando los seminarios de posgrado que necesito para el doctorado, haciendo la investigación para la que obtuve la beca (por parte de la UNLP), participando de un grupo de investigación integrado por gente del área de Filosofía Medieval y Filosofía Moderna, y también dando clases de Comunicación Social -su otra profesión- en la facultad de Derecho”.
Asegura que se cumplieron sus expectativas y realza la importancia de “encontrar en el camino profesores que te guíen y te estimulen. La doctora Silvia Manzo, quien me alentó a iniciarme en la carrera de investigador, fue mi directora de tesis de licenciatura, es la directora de mi beca y también de mi tesis doctoral”, enumera.
Tras contar que le gustaría hacer una estadía en el exterior, quizás en Canadá, dice que trabajó durante toda la carrera “realizando tareas administrativas en el rectorado”, una labor que debió resignar para dedicarse de lleno a la investigación, decisión que le implicó “una pérdida” en sus ingresos.
Agustín Becerro
Oriundo de Lincoln e ingeniero químico, Agustín, a sus 25 años, trabaja en una empresa de ingeniería, construcción y montaje para la industria del gas y petróleo, donde se está formando como ingeniero de procesos.
Opina que “si bien el promedio es un elemento que todas las compañías valoran, en las entrevistas grupales e individuales hacen mucho más foco en las aptitudes personales, tales como la habilidad para comunicar, exponer, el trato interpersonal, orientación a resultados, proactividad, entre otras. Esto hace que, en mi parecer, pase a un rol secundario en la selección de profesionales”. Cree que juega uno “mucho más relevante” entre candidatos a realizar doctorados o en empresas de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías.
Fue ayudante alumno y diplomado en la facultad, hasta que el título le abrió las puertas “a un puesto con una mejor remuneración económica”. “¿El futuro? Es seguir fomándome y capacitándome”, enfatiza.
Joela Borghi
Abogada de 25 años, proviene de Olavarría. Dice que el promedio “es una carta de presentación de gran importancia, sobre todo para quienes estamos iniciándonos en la carrera y no somos oriundos de la Ciudad”. Mientras estudiaba trabajó en Asuntos Jurídicos de la Municipalidad, y poco antes de egresar fue escogida para una pasantía en la secretaría Legal y Técnica de la Provincia. “Hoy me estoy iniciando en la investigación como becaria en el Grupo de Estudio para la Complejidad en la Sociedad de la Información. Está integrado por alumnos, graduados y docentes-investigadores de varias universidades y se dedica al estudio de las problemáticas que surgen en esta nueva sociedad informatizada”, explica.
Joela cree a pie juntillas en la formación continua. Está cursando una Especialización en Derecho Empresario y haciendo un curso de Derecho Administrativo profundizado. Además comenzará un Master en Finanzas Públicas Provinciales y Municipales.
Acuna una visión bastante crítica del mundo en el que le toca moverse. “Según nos enseñaron en la facultad, los abogados estamos llamados a cumplir una función social íntimamente vinculada con la convivencia pacífica y la resolución de conflictos. Sin embargo, creo que hoy por hoy la práctica dista bastante de la teoría. Son varios los letrados que han perdido su norte y que aprovechan la complejidad de las normas para enriquecerse a costa del cliente. Como contracara están los que ejercen una abogacía sensata, pero deberían ser muchos más”, sentencia.
Natalia Amor
Tiene 29 años y está en España “haciendo una formación especializada en Estrategias Territoriales en un Instituto de la Universidad de Valencia, con la idea de poder trazar un camino de reflexión-acción sobre la construcción de la ciudad latinoamericana”. Antes de partir ya trabajaba en su profesión.
En su futuro está escrito un regreso al país “para poder seguir desarrollando la práctica profesional, siempre comprometida con el estudio y la actualización teórica”.
M.Florencia Muratore
“Después de recibirme empecé el doctorado en Astronomía, y, además, el promedio me ayudó a obtener una beca de investigación de la Universidad”, dice María (36).
Su presente está superando las expectativas previas que tenía. “Tuve la suerte de terminar la carrera con la edad justa para acceder a la beca, así que la posibilidad de seguir el posgrado, viajar a congresos, hacer estadías en el exterior, fue mucho más de lo que esperaba. De hecho, ahora estoy trabajando con mi directora de doctorado en República Checa, en el Instituto de Astronomía al cual ella pertenece”. “Mi idea es continuar trabajando en investigación. Lo ideal sería poder ingresar al Conicet o a la CIC”, remata.
Darío Tortarolo
Tiene 25 años y nació en La Plata, aunque vivió 17 años en Rio Negro. Licenciado en Economía, actualmente es investigador junior del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la facultad. “Tengo una beca de investigación tipo A de la Universidad”, aclara y añade que es docente en dos asignaturas de la carrera de grado.
“Inmediatamente después de recibirme comencé la Maestría en Economía de la UNLP, aprovechando el envión de la carrera”, comenta Darío y admite que “para poder acceder a todas las actividades que realizo ha sido muy importante el promedio”.
Resalta que la carrera “nos prepara para participar en cualquiera de los ámbitos de la economía”, y proyecta, a mediano plazo, realizar el doctorado en Economía en el exterior y retornar “para continuar trabajando en temas distributivos y ejercer la docencia en la Universidad”.
Alejandro Sabolansky
La carrera de Alejandro, platense de 28 años que se graduó como licenciado en Informática, estuvo signada por el estudio y el trabajo. Ni bien pisó la facultad, en 2002, comenzó a hacer “algunas cosas, como reparar equipos o tareas de soporte informático”, cuenta.
En el 2005 ingresó al Laboratorio de Investigación en Nuevas Tecnologías Informáticas (Linti), que funciona en la facultad. Un año más tarde también se volcó a la docencia.
“Aquí es muy común trabajar desde que entrás a la facultad. Algunos lo hacen afuera. Yo opté por el área académica, que además me permitió no dejar las cursadas mientras trabajaba”, dice y añade que la formación es permanente: “Inicié un Magister en Redes de Datos”, concluye.
Mariano Barraco
Después de graduarse como médico continuó la carrera de guitarra que había iniciado en 2009 en Bellas Artes, y en junio de 2011 ingresó al hospital Rossi como residente de psiquiatría.
“No creo que las notas que uno cosecha a través de una carrera traduzcan el nivel de instrucción alcanzado, y reconozco que sufrí cierta vergüenza ante la distinción de la Universidad (aseguro que otros sí la merecían). Sin embargo, el promedio me concedió el lugar que tengo hoy en la residencia, a la que aspiran muchos más de los que pueden acceder”.
Fuente: El Día