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"Lo que más me gusta es resolver problemas"
Azul Fatalini, de la Escuela Normal "Juan B. Alberdi", participó de las Olimpíadas Internacionales de Matemáticas. Intervinieron 548 alumnos de 100 países. Ella fue la única mujer que formó parte del equipo nacional. Los seis integrantes tuvieron reconocimientos; sin embargo Argentina bajó al lugar N° 54 en el ranking. Los asiáticos lideran los primeros puestos.
Es una olímpica internacional, pero no está en Londres. Es tucumana y sus habilidades radican en las Matemáticas: resolver problemas, enfrentar los desafíos, superar las barreras, obtener resultados. Alumna del último año de la secundaria en la Escuela Normal Juan B Alberdi, Azul Lihuén Fatalini (17 años) fue la única mujer -y la única representante de Tucumán- que integró el equipo argentino que participó en las Olimpíadas Internacionales de Matemáticas. Regresó con una mención.
En esta edición N° 53, que se realizó en Mar del Plata, intervinieron 548 alumnos secundarios de 100 países. Y por cada país seis fueron los que "transpiraron las camisetas" durante cuatro horas y media para resolver tres problemas por día. Cada uno valía 7 puntos.
"Este año, si bien bajó el ranking del país en la clasificación general, lo importante fue que todos los participantes -los seis- obtuvimos premios: dos medallas de bronce y cuatro menciones. Nos sentimos muy orgullosos, más allá de no lograr un Oro. Lo fundamental es que cada uno, con su desempeño, logró que Argentina se destaque", contó entusiasmada.
La joven participa desde la primaria en las olimpíadas y es abanderada de la escuela. Ella se dio cuenta de que su fuerte son lo números, y que en las Matemáticas se asentará su futuro. "Gracias a las olimpíadas me di cuenta de lo que quiero estudiar, la licenciatura en Matemática", reconoció. Como muchos olímpicos lo hicieron, Azul eligió la Universidad Nacional de Córdoba para hacer carrera.
- ¿Por qué crees que les cuesta tanto a los chicos aprobar esta materia?
- Es una materia más en la currícula de la escuela, pero es diferente al resto; lo que ocurre es que se emplea otro proceso mental debido a la necesidad de la abstracción.
Azul, que en la Olimpíada internacional resolvió uno de los seis problemas, opina que lo que más atenta contra las Matemáticas es cierto imaginario social -una herencia casi maldita- por la cual ya está condenada de antemano. Incluso por algunos profesores.
"Muchas veces escuchamos decir: me va bien en todas las materias menos en Matemáticas, y la respuesta común es: por lo menos estás bien en todas las otras. A esto hay que desterrarlo", opinó. Lejos de querer que la tilden de nerd, traga o bocho, a Azul le inquieta el hecho de que la Matemática sea categorizada como un saber para pocos.
"Lo que se precisa es ejercitarla, enfrentarse con los números como un desafío; mejor sería si desde chicos nos enseñaran a resolver problemas -apuntó-. En eso consiste la comprensión: en saber que hay un problema y que hay que resolverlo, que hay que buscar las herramientas para llegar a un resultado".
Ella es hija única de una pareja de artistas. El padre, Ricardo Fatalini, es artista plástico, y su mamá Susana López, está dedicada al arte teatral. Ambos alejados de las ciencias duras.
Ella afirma que en la comprensión reside una de las diferencias entre la escuela y las olimpíadas. "En la escuela las prácticas consisten en resolver ejercicios aplicando el método que te enseña el profesor, y uno ya sabe de antemano que con ese método vas a obtener un resultado. En las olimpíadas, en cambio, tenés siempre un problema que hay que resolver: disponés de un montón de herramientas que se aprenden previamente; y hay que buscar el camino a través de la creatividad y la deducción hasta llegar a la solución; puede haber varias formas para llegar a un resultado", explica. Es más, reconoce que lo más interesante de las Matemáticas es resolver problemas. "Es lo que más me estimula", enfatiza.
Precalentamiento
Antes de llegar a la instancia internacional, Azul sorteó varias competencias: la escolar, la interescolar, la zonal, la provincial y la nacional. "Pero no es que uno se pasa estudiando todo el día. Yo hago pintura en tela, participo activamente en el centro de estudiantes, salgo los fines de semana y estoy de novia. Pero además -porque me gusta y quiero-, me ejercito para las olimpíadas", se entusiasma. Y reconoce que lo fundamental para aprender, cualquier materia, es tener un profesor comprometido con su saber, que contagie a sus alumnos el entusiasmo por aprender.
Fatalini explica que las Olimpíadas son una oportunidad para cientos de estudiantes de conocer a otros con las mismas inquietudes. "Estar entre los mejores del mundo es todo un desafío y un aprendizaje -sostuvo-. No hay premios materiales en esta competencia, uno no compite con otro, sino con uno mismo. Hay un problema y el estímulo consiste en conocer cómo llego a un resultado. Esto, en definitiva, me sirve en todos los órdenes de la vida".
Fuente: La Gaceta