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Importante distinción al nanotecnólogo Roberto Williams
Llegó a Mar del Plata hace más de tres décadas. Concibió, fundó y dirigió el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (Intema) con un equipo de cinco colegas y en una sala con tres equipos viejos... pero ningún enchufe.
Fue el primer secretario de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de esa ciudad, miembro del directorio del Conicet y profesor de dos instituciones científicas chinas. El centro que creó alberga hoy a más de doscientos investigadores, transfirió su conocimiento a cientos de empresas y hospitales, y se convirtió en un polo de excelencia. He aquí, resumida en un puñado de trazos, la pasión de toda una vida dedicada a la ciencia.
Ayer, Roberto Williams, el protagonista de esta historia, fue distinguido en la Casa de Gobierno con el mayor galardón que otorga el Estado a sus científicos: el premio Investigador de la Nación.
"Empezamos sin nada, pero recuerdo esos primeros trabajos de investigación como los más lindos de mi carrera -recordó Williams con una sonrisa, un par de horas antes de la ceremonia-. Hacíamos simulaciones con una computadora de 32K, pero sin impresora, así que teníamos que pararla, tomar nota a mano de los resultados y seguir adelante."
Egresado con medalla de oro como "químico tecnólogo" de la Universidad de La Plata, Williams regresó al país después de haber hecho un posgrado en Francia, en 1975, durante el Rodrigazo.
Desde entonces, se dedica al estudio y la modificación de la estructura íntima de plásticos (o, más correctamente, polímeros). Así, obtiene materiales "inteligentes", que pueden responder a estímulos como la temperatura o la humedad, o hasta autorrepararse. "Es similar a lo que logra la piel cuando sufre una herida y luego se cicatriza -explicó el científico-. Sólo que nosotros aspiramos a que lo haga una mesa, o las estructuras de un avión o de un auto, por ejemplo."
Una manera de lograrlo, detalla, es agregar a la "fórmula" del material capsulitas de menos de una décima de milímetro con un componente reactivo en su interior, un catalizador que inmediatamente lo solidifica. "Uno diseña las capsulitas de forma tal que resistan todo el procesamiento, pero no una fisura. En el momento en que ésta se produce, ahí sí se rompen y liberan el líquido", cuenta Williams, padre de cuatro hijos. Este tipo de "supermateriales" podrían utilizarse para prolongar la vida útil de las palas de molinos eólicos, sometidas a un gran desgaste, pero muy difíciles de reparar.
La tecnología que desarrollan Williams y colegas también encuentra aplicación en el área de la salud (por ejemplo, en el diseño de nanopartículas magnéticas capaces de ser inducidas a disipar calor para matar las células tumorales; o en el de vástagos para desobstruir arterias que tras un pulso de luz infrarroja enviado a través de una fibra óptica recuperan su forma original de tirabuzón y permiten arrastrar el tejido que produce el bloqueo).
También se emplea en los satélites espaciales. "Estos aparatos llevan paneles solares, pero como hay muy poco lugar disponible, éstos se fabrican en un material con «memoria de forma» -explica-. Al llegar a la órbita, se les manda una orden desde la Tierra, el material se calienta y los paneles solares se expanden."
Este tipo de técnicas puede tener aplicaciones menos obvias. Según cuenta Williams, en el Hospital Interzonal de Agudos de Mar del Plata, investigadores del Intema dieron cursos a médicos y enfermeras sobre cómo injertar prótesis de cadera ("No es conveniente aplicar mucho adhesivo, porque eso calienta y puede dañar los tejidos", dice) y cómo tratar los implantes para que se integren bien con el hueso.
En la misma ceremonia en que se distinguió a Williams, se entregaron también los premios Houssay (dotado de 20.000 pesos y de 30.000, en la categoría "Trayectoria") y Rebeca Gerschman (de 30.000 pesos).
Fueron reconocidos diez científicos por sus sobresalientes contribuciones en el desarrollo de nuevos conocimientos y la formación de recursos humanos. Ellos son Hugo Ortega, Jorge Morello, Marta Mudry, Ernesto Cristallini, Félix Mirabel, Matilde Nicolini, María Amelia Gutiérrez, Noemí Girbal, Abel Graham y Marta Rosen..
Fuente: La Nación