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Sobre la ciencia de curar con sonrisas

28/07 |

payasPayamédicos es una asociación civil sin fines de lucro que, por medio de la implementación de recursos psicológicos y artísticos, desde 2002, busca contribuir al proceso de recuperación de la salud emocional de los pacientes hospitalizados. Fue fundada por el médico psiquiatra José Pellucchi.

 

Sobre la ciencia de curar con sonrisas
Payamédicos es una asociación civil sin fines de lucro que, por medio de la implementación de recursos psicológicos y artísticos, desde 2002, busca contribuir al proceso de recuperación de la salud emocional de los pacientes hospitalizados. Fue fundada por el médico psiquiatra José Pellucchi.
Con el uso de recursos psicológicos y artísticos, los Payamédicos irrumpen en el medio hospitalario. Sus intervenciones escénicas y terapeúticas abordan a través de la técnica del clown el ámbito de la salud. De esta forma, buscan desdramatizar un lugar que suele presentarse a veces doloroso, mostrando que es posible que la fantasía pueda formar parte de ese espacio.
El juego o la diversión en las habitaciones de un hospital no se presentan como una decisión antojadiza: jugar y divertirse estimulan la liberación de endorfinas, hormonas que tienen propiedades analgésicas y estimulantes, aumentando los niveles de éstas en el organismo. De esa forma, la segregación de endorfinas provoca que las personas calmen y reduzcan las sensaciones de dolor y los estados de ánimos negativos, entre otros beneficios.
En Argentina hay alrededor de 2.500 payamédicos formados por esta asociación civil, más otros 60 en las ciudades chilenas de Temuco y Talca. Para esto, 30 personas trabajan en la realización de los cursos de formación.
Tanto en Santa Fe, como en la vecina provincia de Paraná, existen grupos fundacionales de Payamédicos. Es decir que -una vez finalizados los cursos- se formaron grupos de trabajo, en este caso, en los hospitales José María Cullen y en el de niños Orlando Alassia, donde desempeñan sus actividades.
¿QUIÉN QUIERE SER PAYAMÉDICO?
Cristian Velázkez es docente teatral, santafesino de nacimiento y correntino por adopción. Desde esa provincia del Litoral se reparte en ciudades de once provincias (entre ellas, Santa Fe y Entre Ríos) dando el curso de formación de Payamédicos que, a su entender, es un camino de aprendizaje.
En primer lugar, se encarga de recalcar que cualquier persona puede formarse como tal. No hay requisito alguno, exceptuando la mayoría de edad que resulta necesaria -una vez finalizado el curso- para hacer las intervenciones en los hospitales.
El curso tiene una parte teórica y una práctica, y dura cuatro meses. En la primera se enseñan características de la asociación, sus fundamentos, su filosofía y la ética payamédica. También aspectos que hacen a la formación en el ámbito de la psicología y la bioseguridad. La segunda parte es el espacio donde se trasmite la técnica de payaso teatral.
Al finalizar el curso, luego de haber superado las instancias de contar con la nariz de payaso y diseñar el traje (todo esto dentro de un contexto pedagógico), llega el momento de las prácticas. En el lenguaje de payamédicos, es el momento de las payantías.
CÓMO RECONOCER A UN PAYAMÉDICO
Los payamédicos suelen, de alguna manera, contrastar con el ambiente que uno imagina ver en un hospital. A la infinita sucesión de camas y a la ansiedad de quien está internado por saber diagnósticos y cuándo será el día del alta, se le oponen la mixtura de colores y brillantina con la que se presentan en cada intervención.
“Nosotros somos payamédicos”, acentúa Cristian, separando en dos la palabra. Como en una fórmula matemática, continúa: “Mitad payasos, mitad médicos. Entonces utilizamos estos vocablos de ‘paya’ en muchas ocasiones”. Y así comienza a contar sobre las características del payabulario. En su charla, habrá payapases, payabalances, payasol, y distintas palabras que se modifican para su uso en el campo de la payamedicina.
Además, cada payaso tiene un nombre. Como todos los payamédicos son doctores, éstos guardan inmediata relación con la jerga médica. La idea es que ninguno esté vinculado a nada que pueda producir dolor o temor, sino que transfieran una imagen potente y positiva. Así, uno puede cruzarse en un pasillo con el Doctor Vicente Nutriente, o con la doctora Roma Cromosoma.
TERAPIA COMPLEMENTARIA
Cristian explica que si algo caracteriza a Payamédicos como organización es que los dispositivos son pensados en el marco de una terapia complementaria. No se trata de hacer un trabajo recreativo, aislada de la tarea de los profesionales de la salud. “Complementamos la tarea del médico, trabajamos de forma complementaria con ellos. En realidad, nosotros trabajamos insertos dentro del sistema hospitalario: vamos al hospital una vez por semana, tenemos que contar con la autorización del director del hospital, porque se trata de un servicio más”.
El momento de la intervención hospitalaria tiene tres tiempos. El primero, el payapase, implica el encuentro entre los médicos o enfermeros del lugar y los payamédicos, y el tomar contacto con la información que los primeros brindan sobre los pacientes. Esto servirá para elaborar una estrategia de trabajo, una vez en contacto con quien se va a visitar.
Cristian cuenta que, una vez en contacto con las historias clínicas, lo que hacen es tomar los datos que puedan servirles acerca del diagnóstico, la evolución del cuadro y pronóstico, además de datos sobre el estado anímico. “Con esos datos y con el compañero elaboramos una pequeña estrategia lúdica, para acercarnos. Después, lo que sucede con el paciente es que éste se pone a jugar y va para donde él quiere. Nosotros no le podemos decir ‘No, no, nosotros elegimos esto’. Luego de plantear la estrategia, nos ponemos nuestros trajes de payasos y salimos”.
COMIENZA LA FANTASÍA
Allí es donde comienza el segundo tiempo, el de la payaintervención. En palabras de Cristian, comienza la fantasía. “En realidad es una transformación que se va dando cuando nos vamos poniendo nuestro traje. Una transformación que cada vez se va haciendo más rápida en la medida que uno va incorporando esta técnica y se va adaptando”, dice.
Al llegar a la habitación, los payamédicos piden autorización al paciente para entrar. Si bien la intervención está dirigida centralmente al paciente hospitalizado, también incluyen a quienes lo están acompañando, o cualquier personal del hospital que se cruce en el camino.
La payaintervención es el momento donde la fantasía hace su entrada. Cristian sostiene que la risa no es el objetivo sino que es, en definitiva, el resultado del juego que se da en ese tiempo. Y explica: “Nosotros no buscamos que el paciente se ría. Es difícil que alguien se ría. Lo que hacemos es jugar: al jugar ya nos relajamos. Hay gente que no es de risa fácil y otra que ni siquiera se puede reír porque tiene algún problema facial. Pero ¿qué importa? Por dentro lo está pasando bien. Si el paciente se ríe o no, es una consecuencia del juego. Esos veinte minutos son un espacio de fantasía, que te saca de ese lugar, donde el paciente pueda estar fuerte, pueda ser creativo, hacer algo”.
Una vez concretado este tiempo, llega el payabalance, que es la instancia de mayor crecimiento. Ése es el momento de abordar y reconstruir la payaintervención, analizando los aspectos positivos, así como las cosas que son necesarias mejorar o aquellas que pudieron haberles ofrecido alguna dificultad. Existe un cuarto tiempo, que no ocurre inmediatamente, que es el de la cartografía, donde los payamédicos trabajan con un equipo de profesionales de la salud mental.
Por último, sobre los cursos y el deseo de ser payamédico, Cristian opinó que “la gente siempre dice que tiene mucho para dar. Pero a veces se sorprenden porque lo que recibimos es impresionante. Recibimos incluso de nosotros mismos, sin darnos cuenta”.
DECIR QUE NO
Al momento de ingresar a ver a un paciente, los payamédicos también pueden encontrarse con un no como respuesta. Pero el trabajo ni está hecho ni deja de estarlo en ese momento. El no de quien está hospitalizado es importante. Ante la visita y la revisación del médico, no puede ofrecer un no como respuesta. Tampoco ante un enfermero o ante una toma de medicamentos.
La doctora Turquesa y el doctor Vicente están haciendo su payantía en el Hospital Materno Infantil San Roque de Paraná, junto al grupo fundacional de ese nosocomio. Entre otros, están los doctores Vicente Nutriente y las doctoras Ashmina Aglutinina y Ninina Sulfurina. Luego de finalizar una intervención, relatan diversas anécdotas. El “no” suele aparecer, dicen. Relatan la ida a una sala donde se encontraban cuatro niños y niñas. Una de ellas, apenas lo ve entrar, los recibe con un “no, yo no quiero jugar”. En ese ir y venir de la intervención, la nena terminará jugando, olvidando la negativa del encuentro inicial.
Describen el cuadro con un papá al que hicieron jugar con una pelota invisible. Al principio se negó, quizás por sentirse ajeno al juego en ese momento. Pero, ante un pase de la pelota mágica, la tomó en sus manos y la devolvió, continuando con la dinámica. Y la fantasía hizo su entrada a la habitación.
Fuente: El Litoral

Con el uso de recursos psicológicos y artísticos, los Payamédicos irrumpen en el medio hospitalario. Sus intervenciones escénicas y terapeúticas abordan a través de la técnica del clown el ámbito de la salud. De esta forma, buscan desdramatizar un lugar que suele presentarse a veces doloroso, mostrando que es posible que la fantasía pueda formar parte de ese espacio.

El juego o la diversión en las habitaciones de un hospital no se presentan como una decisión antojadiza: jugar y divertirse estimulan la liberación de endorfinas, hormonas que tienen propiedades analgésicas y estimulantes, aumentando los niveles de éstas en el organismo. De esa forma, la segregación de endorfinas provoca que las personas calmen y reduzcan las sensaciones de dolor y los estados de ánimos negativos, entre otros beneficios.

En Argentina hay alrededor de 2.500 payamédicos formados por esta asociación civil, más otros 60 en las ciudades chilenas de Temuco y Talca. Para esto, 30 personas trabajan en la realización de los cursos de formación.

Tanto en Santa Fe, como en la vecina provincia de Paraná, existen grupos fundacionales de Payamédicos. Es decir que -una vez finalizados los cursos- se formaron grupos de trabajo, en este caso, en los hospitales José María Cullen y en el de niños Orlando Alassia, donde desempeñan sus actividades.

¿QUIÉN QUIERE SER PAYAMÉDICO?

Cristian Velázkez es docente teatral, santafesino de nacimiento y correntino por adopción. Desde esa provincia del Litoral se reparte en ciudades de once provincias (entre ellas, Santa Fe y Entre Ríos) dando el curso de formación de Payamédicos que, a su entender, es un camino de aprendizaje.

En primer lugar, se encarga de recalcar que cualquier persona puede formarse como tal. No hay requisito alguno, exceptuando la mayoría de edad que resulta necesaria -una vez finalizado el curso- para hacer las intervenciones en los hospitales.

El curso tiene una parte teórica y una práctica, y dura cuatro meses. En la primera se enseñan características de la asociación, sus fundamentos, su filosofía y la ética payamédica. También aspectos que hacen a la formación en el ámbito de la psicología y la bioseguridad. La segunda parte es el espacio donde se trasmite la técnica de payaso teatral.

Al finalizar el curso, luego de haber superado las instancias de contar con la nariz de payaso y diseñar el traje (todo esto dentro de un contexto pedagógico), llega el momento de las prácticas. En el lenguaje de payamédicos, es el momento de las payantías.

CÓMO RECONOCER A UN PAYAMÉDICO

Los payamédicos suelen, de alguna manera, contrastar con el ambiente que uno imagina ver en un hospital. A la infinita sucesión de camas y a la ansiedad de quien está internado por saber diagnósticos y cuándo será el día del alta, se le oponen la mixtura de colores y brillantina con la que se presentan en cada intervención.

“Nosotros somos payamédicos”, acentúa Cristian, separando en dos la palabra. Como en una fórmula matemática, continúa: “Mitad payasos, mitad médicos. Entonces utilizamos estos vocablos de ‘paya’ en muchas ocasiones”. Y así comienza a contar sobre las características del payabulario. En su charla, habrá payapases, payabalances, payasol, y distintas palabras que se modifican para su uso en el campo de la payamedicina.

Además, cada payaso tiene un nombre. Como todos los payamédicos son doctores, éstos guardan inmediata relación con la jerga médica. La idea es que ninguno esté vinculado a nada que pueda producir dolor o temor, sino que transfieran una imagen potente y positiva. Así, uno puede cruzarse en un pasillo con el Doctor Vicente Nutriente, o con la doctora Roma Cromosoma.

TERAPIA COMPLEMENTARIA

Cristian explica que si algo caracteriza a Payamédicos como organización es que los dispositivos son pensados en el marco de una terapia complementaria. No se trata de hacer un trabajo recreativo, aislada de la tarea de los profesionales de la salud. “Complementamos la tarea del médico, trabajamos de forma complementaria con ellos. En realidad, nosotros trabajamos insertos dentro del sistema hospitalario: vamos al hospital una vez por semana, tenemos que contar con la autorización del director del hospital, porque se trata de un servicio más”.

El momento de la intervención hospitalaria tiene tres tiempos. El primero, el payapase, implica el encuentro entre los médicos o enfermeros del lugar y los payamédicos, y el tomar contacto con la información que los primeros brindan sobre los pacientes. Esto servirá para elaborar una estrategia de trabajo, una vez en contacto con quien se va a visitar.

Cristian cuenta que, una vez en contacto con las historias clínicas, lo que hacen es tomar los datos que puedan servirles acerca del diagnóstico, la evolución del cuadro y pronóstico, además de datos sobre el estado anímico. “Con esos datos y con el compañero elaboramos una pequeña estrategia lúdica, para acercarnos. Después, lo que sucede con el paciente es que éste se pone a jugar y va para donde él quiere. Nosotros no le podemos decir ‘No, no, nosotros elegimos esto’. Luego de plantear la estrategia, nos ponemos nuestros trajes de payasos y salimos”.

COMIENZA LA FANTASÍA

Allí es donde comienza el segundo tiempo, el de la payaintervención. En palabras de Cristian, comienza la fantasía. “En realidad es una transformación que se va dando cuando nos vamos poniendo nuestro traje. Una transformación que cada vez se va haciendo más rápida en la medida que uno va incorporando esta técnica y se va adaptando”, dice.

Al llegar a la habitación, los payamédicos piden autorización al paciente para entrar. Si bien la intervención está dirigida centralmente al paciente hospitalizado, también incluyen a quienes lo están acompañando, o cualquier personal del hospital que se cruce en el camino.

La payaintervención es el momento donde la fantasía hace su entrada. Cristian sostiene que la risa no es el objetivo sino que es, en definitiva, el resultado del juego que se da en ese tiempo. Y explica: “Nosotros no buscamos que el paciente se ría. Es difícil que alguien se ría. Lo que hacemos es jugar: al jugar ya nos relajamos. Hay gente que no es de risa fácil y otra que ni siquiera se puede reír porque tiene algún problema facial. Pero ¿qué importa? Por dentro lo está pasando bien. Si el paciente se ríe o no, es una consecuencia del juego. Esos veinte minutos son un espacio de fantasía, que te saca de ese lugar, donde el paciente pueda estar fuerte, pueda ser creativo, hacer algo”.

Una vez concretado este tiempo, llega el payabalance, que es la instancia de mayor crecimiento. Ése es el momento de abordar y reconstruir la payaintervención, analizando los aspectos positivos, así como las cosas que son necesarias mejorar o aquellas que pudieron haberles ofrecido alguna dificultad. Existe un cuarto tiempo, que no ocurre inmediatamente, que es el de la cartografía, donde los payamédicos trabajan con un equipo de profesionales de la salud mental.

Por último, sobre los cursos y el deseo de ser payamédico, Cristian opinó que “la gente siempre dice que tiene mucho para dar. Pero a veces se sorprenden porque lo que recibimos es impresionante. Recibimos incluso de nosotros mismos, sin darnos cuenta”.

DECIR QUE NO

Al momento de ingresar a ver a un paciente, los payamédicos también pueden encontrarse con un no como respuesta. Pero el trabajo ni está hecho ni deja de estarlo en ese momento. El no de quien está hospitalizado es importante. Ante la visita y la revisación del médico, no puede ofrecer un no como respuesta. Tampoco ante un enfermero o ante una toma de medicamentos.

La doctora Turquesa y el doctor Vicente están haciendo su payantía en el Hospital Materno Infantil San Roque de Paraná, junto al grupo fundacional de ese nosocomio. Entre otros, están los doctores Vicente Nutriente y las doctoras Ashmina Aglutinina y Ninina Sulfurina. Luego de finalizar una intervención, relatan diversas anécdotas. El “no” suele aparecer, dicen. Relatan la ida a una sala donde se encontraban cuatro niños y niñas. Una de ellas, apenas lo ve entrar, los recibe con un “no, yo no quiero jugar”. En ese ir y venir de la intervención, la nena terminará jugando, olvidando la negativa del encuentro inicial.

Describen el cuadro con un papá al que hicieron jugar con una pelota invisible. Al principio se negó, quizás por sentirse ajeno al juego en ese momento. Pero, ante un pase de la pelota mágica, la tomó en sus manos y la devolvió, continuando con la dinámica. Y la fantasía hizo su entrada a la habitación.

Fuente: El Litoral

 

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