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El oficio de investigar

13/01 |

El proceso de investigación como proceso reflexivo, el trabajo de escritura y reescritura, el plan de trabajo, la auto-organización, programas interdisciplinarios, elecciones temáticas, éstos son algunos de los términos que los investigadores reconocen como propios y forman parte del día a día en sus labores. La tarea del investigador no es sencilla pero tampoco imposible, y los investigadores, que muchas veces son vistos por la sociedad con curiosidad, son personas que viven su trabajo con pasión, esperanza, dedicación y también con las dificultades y contrariedades que cualquier trabajo genera.

¿Cómo es el oficio de investigar? ¿Y de investigar en la Argentina? ¿Y en la UBA? La investigación es el resultado de un proceso social y culturalmente complejo, cualquiera sea el campo del conocimiento involucrado. No se reduce ni se trata de una empresa personal. No lo es en ningún campo del conocimiento. Esto nos explica Juan Carlos Marín, profesor honorario de la Facultad de Ciencias Sociales, quien dirige el Programa de Investigaciones del Cambio Social y actualmente está concentrado junto a su grupo de trabajo en investigar hechos que constituyen procesos y dimensiones estructurantes del poder en las sociedades. Marín señala que “quienes investigamos en este país, lo hacemos a pesar de todos los obstáculos y represiones que hemos vivido y que, afortunadamente, hoy están relativamente desapareciendo”.

La interpretación de los resultados, el diseño de las investigaciones, la redacción de los trabajos científicos, la evaluación de proyectos, la docencia, la ocupación de un investigador puede ser múltiple. En algunos casos muy variada y no siempre ligada al laboratorio. Daniel Sordelli, doctor en Bioquímica, investigador superior del Conicet y profesor regular titular del Departamento de Microbilogía, Parasitología, e Inmunología de la Facultad de Medicina investiga los mecanismos por los cuales una bacteria que infecta al hombre y a animales de importancia económica se adapta al tejido que infecta y persiste, causando infecciones crónicas: “A mi edad y en el desarrollo que he alcanzado en mi carrera científica, mi función específica es el diseño de investigaciones y la programación de experimentos que llevan a cabo tesistas y jóvenes investigadores de mi grupo de trabajo. Formo parte de un equipo en el que los más jóvenes pasan casi todo el tiempo en el laboratorio, y como responsable del equipo, a mí me tocan las tareas que me tienen más cerca de los papeles que de los tubos”.

“La ciencia de la toma de decisiones” es como define su disciplina de investigación el doctor Guillermo Durán, licenciado en Matemáticas, profesor del Departamento de Matemática de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales: “Consiste en el desarrollo de métodos y algoritmos capaces de analizar simultáneamente conjuntos de variables y escenarios posibles, a fin de decidir políticas óptimas para un problema dado”. Algunas de las posibles aplicaciones de este trabajo son: problemas de logística y transporte, planificación de la producción, distribución eficiente de recursos humanos, diseño de redes, de fixtures deportivos o gestión de licitaciones.

El período del año y la hora del día también son importantes para un investigador. Sobre todo cuando están abocados a investigar la reproducción del porcino, tarea que realiza la doctora María Laura Fischman, en el laboratorio de calidad seminal y criopreservación de gametas del área de Física Biológica de la Facultad de Ciencias Veterinarias, quien nos cuenta: “El período otoño-invierno, es cuando se obtiene el semen de mejor calidad. Las curvas de congelamiento con las que trabajamos son lentas, con múltiples etapas de estabilización y evaluación, por lo que el proceso lleva todo un día de trabajo. Cuando trabajamos con tejido ovárico, utilizamos material proveniente del frigorífico. Este material llega alrededor de las 12 o 13 horas y a partir de ese momento comienza la actividad intensa, sin prisa pero sin pausa”.

Para el doctor Ricardo Gurtler, docente investigador con dedicación exclusiva en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, la hora más productiva intelectualmente es la mañana. Trabaja con poblaciones de distintos organismos que generan un riesgo para la salud y la persistencia de alguno de ellos en determinados contextos rurales o urbanos como el mal de Chagas y el dengue: “La mañana es el tiempo de producción intelectual, en el que comienzo a trabajar temprano en cuestiones que requieren concentración, sea de lectura o escritura mientras que a la tarde me ocupo de las cuestiones administrativas de laboratorio y de la supervisión de los distintos trabajos que se realizan”.

Marcelo Fermepin, bioquímico, se dedica principalmente a estudiar la epidemiología de las infecciones por clamidias (bacterias intracelulares) en nuestro país. Su trabajo como docente investigador en la Facultad de Farmacia y Bioquímica se basa en tres pilares: “Mantenerme actualizado leyendo trabajos científicos de mi área específica de investigación y de áreas relacionadas; a partir de resultados previos y de la información publicada generar hipótesis de trabajo y diagramar los experimentos que permitan contestar algunas de las preguntas que nos formulamos y, finalmente, ver y analizar los resultados obtenidos”.

Los vaivenes político-económicos inciden de manera directa sobre las políticas de investigación. La época de oro de la universidad es un recuerdo recurrente como uno de los más fructíferos en el área; otras, sin embargo, sólo han dejado malos recuerdos. De las consecuencias que la “Noche de los Bastones Largos” y los últimos gobiernos de facto han producido en la educación argentina ya se ha escrito bastante pero no por ello podemos dejar de conocer los estragos que produjo en el ámbito intelectual y científico, cualquiera fuese el campo de investigación. En este sentido, Marín dice que “prácticamente, a partir de mediados de la década del ochenta, tuvimos que comenzar de nuevo…para investigar”. Veinticinco años después, tomando como punto de partida el retorno de la democracia, las cosas han cambiado en nuestro país, y han cambiado para mejor. Así lo señala Daniel Sordelli: “Durante los últimos años se ha otorgado un significativo impulso a la investigación tecnológica. Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva hoy ocupan el rango de Ministerio de la Nación y el presupuesto del CONICET ha ido aumentando consistentemente desde el año 2003.” En el mismo sentido opina Marcelo Fermepin: “Tengo la sensación de que estamos en un muy buen momento, la creación de un ministerio específico es un paso adelante muy importante y en cuanto a la UBA, las programaciones UBACYT y las becas Estímulo y de Doctorado han contribuido a fortalecer la investigación en la universidad y generado un semillero importantísimo”.

Pero no todas son flores en el camino de la investigación. El crecimiento obtenido en los últimos años parece no ser suficiente si consideramos los recursos económicos. Así lo relata Maria Laura Fischman: “La investigación en nuestro país es muy difícil y no precisamente por falta de recursos humanos. Si bien considero que el trabajo del investigador está mejor considerado ahora que años atrás – desde lo económico pero también desde la visión de la sociedad – creo que las dificultades económicas siguen siendo una limitante importante”. En la misma línea se ubica Sordelli, al señalar que “a pesar de los esfuerzos, aún falta incrementar el apoyo de la ciencia y la tecnología para llegar al nivel de nuestros países hermanos, Chile y Brasil. Los investigadores que trabajamos en la Universidad Nacional esperamos que a futuro se generen las condiciones presupuestarias que permitan mejorar la capacidad científica”. También Durán opina que estamos lejos de los países líderes de la región, “aunque podemos tener la tranquilidad de que contamos con excelentes recursos humanos, por lo que de seguir esta línea la situación debería seguir mejorando”.

La opinión de los investigadores que participan de esta nota, es coincidente en relación a la situación que atraviesa la investigación en nuestro país. Ésta puede sintetizarse en las palabras de Ricardo Gurtler: “Creo que estos últimos años constituyen el período de mayor crecimiento en oportunidades de trabajo y con mayores recursos desde que entré a la UBA como estudiante en 1973. Durante estos últimos años también ha habido un creciente número de becas de formación a todo nivel, desde estudiantes y graduados a las de post-graduación. Esto no significa que la situación actual sea óptima ni mucho menos. En términos de Producto Bruto Interno, aún falta realizar un mayor aumento de la inversión en ciencia y tecnología como para no quedar rezagados. Pero en el balance, percibo evidentes progresos aunque a una tasa que difiere entre y dentro de las distintas universidades y regiones del país y es importante destacar que todo esto ocurre en el marco de una Universidad pública y gratuita sostenida con los fondos aportados por la propia sociedad”.

Ser investigador es, para muchos de los que ejercen esta labor, una cuestión de orgullo, y también la posibilidad de devolver con su trabajo a la sociedad las oportunidades que ésta les brindó. Más aún cuando ese trabajo es realizado en el marco de una universidad pública y gratuita como la UBA. “Para mí, ser investigador de la UBA es un placer y un desafío. Es la posibilidad de generar conocimientos, de transmitírselos a los estudiantes, de formar nuevos investigadores y de contribuir a la sociedad” dice Fermepin. Parecido es lo que piensa Fischman: “Como veterinaria, trabajar en investigación es algo muy especial, ya que dentro de la profesión el camino que elegí no es el más común. Saber que nuestro trabajo de investigación es de utilidad para quienes trabajan a campo, a nivel productivo, es uno de los principales motores a la hora de encarar la semana laboral”.

Para Sordelli además de un orgullo, es un honor ser “parte del cuerpo docente de una de las universidades más importantes de América Latina y una gratificación poder intervenir en la formación del recurso humano científico y docente de las generaciones que nos habrán de suceder”. Lo mismo siente Gurtler quien señala que “sin duda es un honor, y por ese motivo desde hace 26 años soy docente –investigador con dedicación exclusiva, y estoy muy agradecido a la Universidad porque me dio elementos básicos y la libertad para aprender y elegir en qué quería invertir mi vida profesional y poder hacerlo a largo plazo”.

“Ser investigador de la UBA –agrega Durán- significa formar parte de una institución con prestigio internacional. Aunque es importante destacar que ese prestigio debe ser validado día a día con nuestro trabajo cotidiano que implique la formación de recursos humanos, la publicación de artículos científicos en revistas reconocidas y la participación en proyectos que tengan un importante impacto en el medio que nos rodea”.

Al sentimiento general de orgullo, honor y privilegio, Juan Carlos Marín le agrega el merecimiento, ya que considera que ser investigador de la UBA, es “un privilegio y un premio merecido. El privilegio de tener la obligación de enseñar e investigar a partir de mis convicciones más profundas y un premio a la determinación que asumí a partir de 1956, año en que ingresé a trabajar en la Universidad”.
    
La vaca muerta, el embrión y los terneros - Dra. María Laura Fischman

Lo más impactante que ha vivido la Dra. Fischman en sus años como investigadora, está relacionado con su trabajo de tesis doctoral y así lo relata: “Parte del mismo estuvo relacionado con la producción in vitro y criopreservación de embriones bovinos. También en este caso trabajaba con ovarios obtenidos a partir de hembras faenadas para consumo. Sólo imaginar que del ovario de una vaca muerta se puede obtener un embrión viable es movilizante. Si a eso se agrega que esos embriones fueron congelados, descongelados y trasladados a un campo distante 150 km del laboratorio, más aún. Los embriones que produje en el laboratorio pasaron por todo eso, pero además tuvieron que “esperar” en una placa de cultivo más de cinco horas hasta que el veterinario encargado de realizar las transferencias embrionarias llegara al establecimiento… Y como si fuera poco, luego de nueve meses obtuvimos unos hermosos terneros!”     
            
La deuda interna - Dr. Daniel Sordelli

El Dr. Sordelli, nos relata una historia referida a las oportunidades y dificultades que tienen los estudiantes de algunas zonas del interior. “Nuestro laboratorio recibe a jóvenes investigadores de diferentes provincias de Argentina. Un día coloqué un aviso en la bolsa de becas de la Agencia Nacional de Promoción de la Ciencia y la Tecnología y recibí en respuesta una veintena de solicitudes. De la preselección surgieron tres nombres de posibles candidatos, una graduada residente en Paraná (Entre Ríos), otra de Villa Carlos Paz (Córdoba) y un tercer graduado residente en Bella Vista (Corrientes), en ese orden de méritos. La primera candidata fue entrevistada y se la invitó a unirse al equipo. Mientras esperaba la respuesta a mi invitación de la segunda candidata, llamé al tercer candidato, por las dudas… Cuando lo llamé por teléfono, fueron vanos mis esfuerzos para detenerlo, quiso venir a una entrevista. Cuando dos días después me visitó, le pregunté por qué quería venir a mi laboratorio. Me describió sus antecedentes científicos, me dijo que su papá era comerciante, que vivía en una ciudad chica del interior, que él era Licenciado en Genética, se entrecortó su voz y bajó la vista. La insistencia de este joven me dio una pauta de la demanda insatisfecha de los jóvenes graduados que desean emprender una carrera científica pero que viven lejos de los centros universitarios y de investigación tradicionales. La graduada de Paraná se doctoró en la UBA trabajando en nuestro laboratorio y el graduado de Bella Vista se encuentra terminado su trabajo de tesis bajo mi dirección. Por fortuna para él, la residente de Villa Carlos Paz declinó la invitación a sumarse al equipo”.     
            
El fútbol y la matemática - Dr. Guillermo Durán

Algunas de las posibles aplicaciones del trabajo que realiza el Dr. Guillermo Durán, tienen más difusión que otras. Así nos cuenta:

“Me ha llamado la atención que mi trabajo ha tenido una cierta repercusión a partir de que desde nuestro grupo hemos participado en la aplicación de la Matemática al deporte, la programación del fútbol en Chile y del vóley en la Argentina, usando herramientas modernas de Investigación Operativa. Un colega chileno, con el que hemos trabajado en la programación del fútbol de su país, me decía que lo mismo le ha ocurrido del otro lado de los Andes: “He trabajado en temas aplicados de importante repercusión pública, pero nunca salí tanto en los diarios como cuando intervine en temas de fútbol”.

Fuente: Universidad de Buenos Aires

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