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Día de los Muertos, una celebración multitudinaria en el cementerio de Flores
Cada dos de noviembre, el camposanto recibe masivamente a personas de colectividades bolivianas y peruanas, que celebran con comidas, bebidas y música la "visita" de sus difuntos
El dos de noviembre se recuerda a los muertos. Las comunidades andinas, en particular la boliviana y peruana, con fuerte presencia en Buenos Aires, cada año se acercan al cementerio de Flores a conmemorar colectivamente a sus muertos.
Se estima que el último año unas 40.000 personas realizaron allí sus rituales. Para estas colectividades (con fuerte vínculo con la Pachamama), recordar a sus muertos no consiste en llevarles flores, rezar y retirarse. Tampoco adhieren al festejo anglosajón de Halloween.
El primero de noviembre las familias reciben en sus casas las almas de sus muertos, entonces los homenajean allí con la comida que les gustaba a sus seres queridos, les preparan una mesa; ahí pasan horas en familia y con vecinos que comen y beben mientras reciben el alma del difunto, que, según su creencia, los viene a visitar. Al día siguiente, el dos de noviembre, van al cementerio para despedir esas almas con las que compartieron varias horas.
Allí también preparan, sobre las tumbas, una mesa con comidas y bebidas. En ese espacio adquieren protagonismo las bandas, que tocan la música que le gustaba al difunto. El por entonces cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, que oficiaba misas en los barrios del bajo Flores, fue testigo de esa celebración.
Toda esta cosmovisión, esta forma de ver el mundo, está retratada en "Bandas de la Muerte", un corto documental que cuenta en paralelo la historia de Valeriano Muñoz, un padre que tiene que realizar por primera vez esta ceremonia para su hija, violada y asesinada por un narco de la villa 1-11-14, y el grupo folklórico Luz y Senda, una familia de músicos que cada año llevan al cementerio las canciones que acompañarán a los seres queridos para siempre, incluso después de la muerte.
Fuente: La Nación