Noticias
La música es su vida y llegó hasta Boston a aprender más
A los 3 años ya tocaba y cantaba el Feliz Cumpleaños. Estudió producción musical y ahora está en Estados Unidos en un prestigioso estudio, donde aprende a mezclar, masterizar, armonía, piano y composición.
Su nombre es Diego Antonio Navarro, tiene 23 años y se crió en San Martín. Desde los 3 años tuvo un acercamiento muy particular hacia los instrumentos musicales y a la música. Hoy es su faro, su punto de comunión con la vida.
“Sacaba de oído las canciones y las tocaba. A los 3 años ya interpretaba el Feliz Cumpleaños y lo cantaba -según dicen mis padres- entonado y en diferentes tonalidades.
Mi amor por el piano nació porque había uno en la casa de mi abuela Pichona, quien fue una gran pianista y profesora, directora de varias escuelas de la zona Cuyo”, comienza a contar el mendocino con indudable pasión.
Este amor por la música hoy lo encuentra en Boston, Estados Unidos, donde se está capacitando en esta materia junto a grandes profesionales de la disciplina. El joven estará en esta ciudad de Norteamérica por lo menos seis meses más y espera que la experiencia sea inolvidable.
La música, su vida
Diego cuenta que tomó varias clases cuando era niño con profesores realmente muy buenos, pero nunca funcionaba, ya que cuando llegaba a la parte de leer la música, si ya la había escuchado, el oído le ganaba de mano y dejaba de prestar atención.
“No me acuerdo de un solo día en el que no me sentara frente al equipo de música a escuchar discos de Serú Girán, Spinetta, Charly. Un día un amigo me hizo escuchar un disco de blues, Steve Ray Vaughan: para mí era asombroso, totalmente impecable la forma de tocar; los sonidos, la guitarra eléctrica y su sonido distorsionado, me hacía emocionar hasta las lágrimas”, describe.
Luego, trasladó su pasión hacia la guitarra eléctrica y el blues, el jazz, la música norteamericana en general y todo lo que se generara en aquel país, que le llamaba la atención poderosamente.
“Desde los 14 años, siempre iba a la casa de mi abuela, donde ella tenía una postal de la costa de Nueva York en donde se ven los edificios. Me quedaba horas y horas viendo esa foto, esa postal y soñaba con el día que pisara esa ciudad, lo que haría y cómo viviría”, cuenta.
La decisión más importante
Luego de terminar sus estudios de inglés, fue de visita a Estados Unidos y cumplió ese pequeño sueño de estar en Nueva York. “Para mí era impensable, increíble, totalmente un sueño cumplido. Desde ese día quise regresar de cualquier manera a esa ciudad”, asegura.
Tras terminar la secundaria y con algunas dudas respecto de otras carreras, decidió estudiar música, ya que era lo único que hacía en el día porque si no estaba escuchando música, estaba componiendo o grabando.
Fue cuando se le ocurrió que podía dedicarse a grabar. “Haciendo un poco de investigación encontré al llamado ‘productor musical’, que es un personaje muy importante en la industria musical, ya que es el encargado de crear, grabar, mezclar, componer para bandas y música de películas, entre otras cosas”, detalla.
Según explica Diego, el principal trabajo del productor musical es tomar una persona o cualquier otro tipo de composición musical y llevarla a su máximo potencial.
De esa manera, hay que estar muy metido en el mundo del negocio de la música, saber qué es lo que le gusta a la gente, cómo ese artista o esa composición pueden sonar lo suficientemente bien para estar en su máximo potencial. Con esa base, se trasladó a la Universidad Nacional de San Luis, donde estudió la Carrera de Técnico en Producción Musical, que dura 3 años y medio.
Luego de terminar su carrera, envió mails a alrededor de 60 estudios de Nueva York y Boston, que eran las dos ciudades en 2009 que más le habían llamado la atención.
“Un día recibí un mail de un estudio llamado Blink Music Studios, manejado por Tim Lukas -un prestigioso productor principal-, el cual tiene un currículum sumamente increíble”, dice Diego, agregando que le empezaron a explicar que ellos tenían un programa de entrenamiento para productores musicales, el cual le atrajo la atención inmediatamente y empezó todos los trámites para poder lograr ir a ese lugar.
Objetivo cumplido
Finalmente, el 2 de diciembre pasado ya estaba en Estados Unidos, con su guitarra, valija y dispuesto a un mundo totalmente diferente: otro idioma, otra gente, nuevas cosas y mucha música y producción musical, además de tecnología. “Ahora ya no era cuestión de venir unos días, sino que pasaría 6 meses en el país”, cuenta orgulloso por su logro.
Diego asegura que hasta ahora no ha hecho más que recibir buenas calificaciones de parte de Tim Lukas. Dice que lo ha reconocido por su gran capacidad de aprendizaje y su sensibilidad musical, la cual no había visto en un estudiante en por lo menos 2 años. Esto, obviamente, le dio mucha felicidad.
“Mi principal objetivo en este país es capacitarme al máximo posible en producción musical, mezcla, masterización, armonía, piano y composición, los cuales son los temas que voy a tratar en el programa que Blink Music Studios me ofreció, muy completo tengo que decir, y muy buena forma de enseñar”, aclara.
Luego de esta etapa, planea irse a Nueva York por tres meses -hasta ahí dura su visa- para seguir capacitándose, aunque agrega que para eso falta mucho trabajo y dedicación. “Sólo tengo que esforzarme al 100% de mi capacidad y más.
No sirve sólo con quedarse sentado a esperar las cosas. Hay que buscarlas y aferrarse a eso como un caballo de carrera, no perder nunca el objetivo y amar por sobre todas las cosas lo que hacés”, finaliza.
Fuente: Los Andes