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Estudiar en prisión, la oportunidad de una vida mejor en libertad

27/11 |

Ex alumnos del Centro Universitario de Devoto contaron a lanacion.com cómo influyó en su realidad la posibilidad de seguir una carrera en la cárcel; relatos, miedos y anhelos de un grupo de hombres que se animó a derribar barrotes con libros.

priSentados en la recepción de un bar de Palermo, un grupo de hombres toma cerveza, mientras debate sobre religión, filosofía e inseguridad. Muchos de ellos son abogados y también intercambian opiniones de las diversas causas que llevan adelante.

Hasta allí, la imagen refleja a un grupo de amigos cualquiera disfrutando de una noche de viernes. Pero hay algo más: se trata de una cena de egresados del Centro Universitario de la cárcel de Devoto (CUD), que festejan el primer aniversario de la creación del Centro de Graduados del Programa UBA XXII.

"No hay que aceptar que la cárcel sólo sirva para destruir", dice con firmeza Rubén, abogado recibido en Devoto. Le dicen "el líder natural" y él adjudica el título a su constante defensa de los derechos de sus compañeros. "Siempre que el sistema intentaba hundir a alguno, yo los defendía. Nunca hay que aceptar que te conviertan en un número. Todos cometemos errores y todos deberíamos tener una oportunidad para resarcirlos", dice.

Y esa oportunidad, para este grupo de hombres, se vio concretada en el CUD.

"Entrás a un penal por un delito menor y salís hecho un experto en robo de bancos y otras atrocidades. Por eso, el CUD es importante, porque te enseña cosas constructivas, que te permiten volver a la sociedad con algo positivo para aportar y no para hacer más daño", cuenta Gerardo, que estuvo tres años detenido. Durante su tiempo en prisión, estudió Derecho y le faltan cuatro materias para recibirse.

"Más que por mí, quiero recibirme para darle el gusto a mis viejos, que tuvieron una gran decepción cuando caí en cana y, sin embargo, me apoyaron todo el tiempo para que salga adelante", explica.

La lucha por no perder la cordura. "Me hubiera vuelto loco sin el CUD. Ocupar el tiempo en algo constructivo durante el encierro es lo que hace que no pierdas la cabeza", cuenta Juan, que estuvo preso por estafas. Juan era contador antes de ingresar en Devoto y, una vez en la cárcel, estudió Derecho.

Mientras espera que llegue el resto de los compañeros, Juan habla de Viktor Frankl, el reconocido psiquiatra y psicoterapeuta austriaco que sobrevivió a Auschwitz. Para él, Frankl fue una inspiración a la hora de enfrentar la vida en el encierro.

"Siempre quise estudiar, pero éramos muchos hermanos y no podíamos pagar. Tuve que trabajar desde muy chico", se lamenta Tomás, que estudió la misma carrera en Devoto. "La oportunidad que no me dio la sociedad, me la dio, paradójicamente, la cárcel. Tengo mucho que agradecer, porque gracias a eso hoy puedo trabajar y buscar una vida digna", agrega.

Una oportunidad. Leandro Halperín, director del Programa UBA XXII, resume el objetivo del CUD: "Salir limpio en medio de la mugre".

"Que alguien haya hecho algo malo no lo invalida como ciudadano. Debería haber oportunidades para todos", subraya. "Me da tristeza que no confiemos en que las cosas pueden cambiar, en que la gente puede cambiar", indica.

Por el CUD ya pasaron unos 1200 alumnos. Hoy, son 600 las personas cursando, unas 300 en las carreras de grado y otras tantas en los cursos de extensión.

La oferta incluye las carreras de Ciencias Exactas, Sociología, Derecho, Economía, Psicología y Letras. El programa, que cumple 25 años, funciona en cinco cárceles: la Unidad 3 y 31 de mujeres de Ezeiza; el Complejo Penitenciario Federal I Ezeiza hombres; el Complejo Penitenciario Federal II Marcos Paz hombres, y la unidad de hombres de Devoto.

Libres. La libertad para estos hombres, que vivieron el encierro durante muchos años, tiene un sabor distinto gracias al estudio. Pero reinsertarse, dicen, igual se hace difícil al principio. "Vos salís con un título y no tenés ganas de ir a laburar de lavacopas. Pero hay mucha discriminación, muy poca gente confía en una persona que estuvo en prisión", cuenta Marcelo Taboada, que también se recibió de abogado en Devoto.

Para Juan, salir de la cárcel fue como "desembarcar en otro planeta". "El primer período es clave. Si no tenés herramientas, todo se viene abajo", recuerda. "Hay mucha negación a aceptar que una persona que cometió un error se pueda recuperar", dice el abogado y contador.

Sin embargo, este grupo de 30 personas reunidas en un bar de Palermo, celebra haber logrado ese cambio. Hoy son sociólogos, abogados y psicólogos que reformularon su vida.

"Salud y libertad para todos", brindan. Con las copas en alto, Marcelo enfatiza: "Ahora somos realmente libres porque, gracias a la educación, podemos elegir cómo vivir, tenemos oportunidades".

Fuente: La Nación

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1 comentario

 
Cristina dice ...
28/11/2010 20:40
El CUD -como otros centros universitarios en cárceles- permite a los reclusos revertir su situación y contar con una oportunidad de reinserción en la sociedad una vez que su pena haya sido cumplida.
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