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La música sinfónica se acomodó a sus anchas en Central Córdoba
La UNT cerró su año musical estrenando casa y el público disfrutó del esperado evento.
Esta vez, el amanecer anunció un día "sinfónico". Así pensaron, agradecidos, los organizadores, los músicos y el público, es decir, todos aquellos tucumanos que año a año empiezan a rezar varios días antes para que la inoportuna lluvia no pase por agua el Megaconcierto de Navidad.Esta vez, el Club Central Córdoba albergó el evento. "Encontramos en el Hipódromo un límite técnico y operativo; algo positivo, que significa que el evento fue creciendo año a año, por eso lo mudamos de espacio", explicó Fernanda Rodríguez Delgado, del equipo de producción.Mucha gente se veía afuera en la cola que, sobre la hora, a las 21.30, pugnaba por entrar. Algunos cumplían con la consigna y llevaban un alimento; otros, una bolsa llena. Pero todos colaboraron.
No bien se ingresaba se podía ver, al fondo del estadio, el imponente escenario que bullía de luces de colores, tanto como las tres pantallas gigantes. Las tribunas llenas y el campo colmado recibieron al maestro Gustavo Guersman, que con su batuta despertó sinfónicamente a El Seclanteño, de Petrocelli; a la Chaya de los pobres, de Navarro, y la Oda a la vida, de Parodi. Con estas obras del folclore popular se abrió la primera parte de la velada. La infaltable líricaEl programa siguió con música lírica. Primero llegó Guillermo Tell (G. Rossini) que les dejó el camino abierto a las arias: la del Toreador (G. Bizet), un lieder de Mahler, y por último vino la alegría del Barbero de Sevilla (G. Rossini), con la que el público regaló un fervoroso aplauso a la portentosa voz del barítono Gustavo Ahualli.El cambio de domicilio no hizo mella en la convocatoria: como todos los años, el Megaconcierto atrajo a gente de todas las edades y a familias completas. "Me impactó la iluminación del escenario, mucha tecnología.
El sonido estuvo impecable, la verdad, muy buen debut en este club", dijo Estela Giménez, una abuela de 75 años que llevó a sus nietas al concierto como todos los años.Faltaba llegar a la cumbre de la masa sinfónico-coral, y lo hicieron con la Oda a la Alegría, de Beethoven, que desbordó de emoción al heterogéneo auditorio. Myriam Molina, Nilda Chiarello y Fernando Chalabe regalaron impecables solos. "Noche de paz", "Navidad, Navidad", "Esta noche es Nochebuena" y otros villancicos permitieron armar un gran coro compuesto por todo el público. Fuegos artificiales retumbaron y llenaron de estrellas de todos los colores la noche de la zona Sur, que agradeció tanta música.
Fuente: La Gaceta