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Investigadores proponen usar parásitos como “termómetros” de contaminación

21/06 |

Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Sur realizó una propuesta singular para incluir en un proyecto de monitoreo integral del estuario de Bahía Blanca: utilizar los parásitos de varios peces de ese ecosistema como indicadores dela presencia de contaminación. Así, pretenden agregar una nueva forma de medir el impacto que provoca la presencia de un gran polo petroquímico en la zona portuaria.

Infinidad de organismos, comúnmente imperceptibles como las tenias y los piojos, pueden existir dentro o encima de otros seres, de los que obtienen refugio y nutrientes. Los peces de dicho ecosistema no son la excepción, ya que tienen –generalmente en su sistema digestivo- varias clases de parásitos.

“La presencia deciertas especies parásitas en los peces permite establecer sus patrones de migración espacial, dilucidar parentescos evolutivos o conocer componentes de la dieta. Una aplicación novedosa del conocimiento parasitológico es elegir algunos que, por susensibilidad al impacto de agentes contaminantes –metales pesados, hidrocarburos o contaminación orgánica-, puedan indicar alteraciones ambientales de manera más temprana y precisa que otros organismos más complejos”, indica el doctor Daniel Tanzola, del Laboratorio de Patología de Organismos Acuáticos de la UNS. Puede ver una video entrevista con él ingresando aquí

Los científicos incluyeron esta propuesta dentro del Plan Integral de Monitoreo del Estuario presentado al Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la provincia deBuenos Aires, elaborado por el Instituto Argentino de Oceanografía (UNS-CONICET) y otras dependencias de esa casa de estudios.

Junto a sus colaboradores, Tanzola lleva dos décadas realizando estudios de este tipo en peces locales para correlacionar la presencia de parásitos con efectos de contaminación orgánica –lo que en ecología se denomina "eutrofización"- originadapr la actividad humana.

Ahora proponen ampliar sus estudios explorando la presencia de metales pesados en “helmintos”, unos parásitos que infectan los organismos de otras especies. Se trata de invertebrados de tamaño variable, entre décimasde milímetros y varios metros, y que

se sitúan en los niveles inferiores del reino animal. Uno de los helmintos más conocidos por la población en general es la tenia (Taenia solium), o “lombriz solitaria”.

“En la actualidad contamos con numerosos ejemplos del uso de parásitos como ´centinelas´, merced a su capacidad de absorber y acumular mayor cantidad y variedad de contaminantes que sus hospedadores. Si bien un pez puede acumular en sus tejidos un determinado compuesto químico, susparásitos lo pueden detectar y absorber aun cuando este se encuentre diluido miles de veces más. De tal modo, no sólo seconvierten en organismos altamente sensibles para medir contaminación sino también, al absorber de manera competitiva determinados agentes tóxicos, protegen a su hospedador o atenuan en él la acción del impacto”, agrega el científico.

En el caso del estuario bahiense, se encuentran estudiando cómo son las dinámicas de las poblaciones parasitarias. Si bien asegura que sehanapreciado ligeras variaciones, aún están analizando si responden a algún contaminante en particular. “Para que seanrepresentativos, estos trabajos deben tener un ciclo continuado de al menos cinco años”, asegura el doctor Tanzola. Según aclara, no todas las variaciones pueden ser por contaminantes. También hay casos comprobados de algunas que tuvieron que ver con fenómenos macro climáticos como “El Niño” u otras causa naturales. “Las profundas sequías que hemos tenido generan alteraciones ambientales, y eso repercute en organismos muy sensibles como los parásitos”, detalla.

Si bien las especies más consumidas por la población son la pescadilla y la corvina, son peces migratorios. Por eso, sus investigaciones las realizan con unpez residente del estuario. Se trata de la lucerna o “sapito de mar”. Según explica Tanzola, fue elegida por su permanencia y porque vive semi enterrada en el fondo de la ría. “Si existen contaminantes o un estrés ambiental que se deposite en los barros,este pez y sus parásitos podrían ser buenos indicadores”.

Además de estas, otras especies estudiadas a lo largo del tiempo son el gatuzo, el mero, el pejerrey, la palometa y el congrio. También la brótola, los lenguados y las rayas. “Siempre que se persiga utilizar especies parásitas como bioindicadoras de la salubridad de cualquier ecosistema, se deberáen primer lugar realizar una evaluación completa del mayor número posible de especies parásitas (idealmente, todas) que existen en los peces de ese ambiente”, agrega la doctora Silvia Guagliardo, quien trabaja en el mismo Laboratorio.

Los investigadores usan metodologías comparativas en sus análisis, ya que los datos obtenidos sobre la ría local son comparados con otros de Bahía San Blas, donde no existen asentamientos industriales. Las muestras se toman de peces que obtienen en sus propias campañas como de otros donados por varias pesqueras de la zona.

Una vez en el laboratorio, se toman muestras de sangre y tejidos renal y esplénico, donde se buscan marcadores inmunológicos de contaminación. Luego los ejemplares se evisceran completamente y se investigan los parásitos en órganos como el tubo digestivo, la cavidad visceral, el hígado y las gónadas. Los parásitos son estudiados taxonómicamente mediante el empleo de criterios morfológicos y ultraestructurales. Se analizan sus efectos histopatológicos y el impacto en la condición de salud de los peces.

“Muchos de estos parásitos son imperceptibles a la vista, pero otros pueden verse. Quizás los vecinos hayan notado algunos cuando limpiaban o fileteaban algún pescado del estuario”, dice Tanzola. “Igualmente, en veinte años de trabajo nunca vimos un ejemplar como el que mostraron por televisión algunos pescadores. Es más, es probable que se trate de una septicemia bacteriana –un conjunto de síntomas comorespuesta a microbios en la sangre, orina, piel u otros tejidos- y puede no estar directamente relacionada con elementos contaminantes”, explica. “Todos los investigadores de este Laboratorio vivimos en Bahía Blanca con nuestras familias, y consumimos frecuentemente pescado del estuario. Es indiscutible que si encontramos rastros de contaminación, inmediatamente lo vamos a publicar”, deja en claro el científico.

Fuente: Universidad Nacional del Sur

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