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Iniciativas para el mercado del arte
Los esfuerzos de los gestores y productores culturales no sólo estuvieron dedicados durante el año a modificar la circulación del arte, obtener una mayor visibilidad de los artistas contemporáneos, sino a buscar y explorar nuevos caminos que alimenten las ventas, que dinamicen el pequeño mercado que existe en la provincia.
Uno de los más originales fue el llamado “Arte en Pozo”, iniciativa de El Taller, que le permitió activar ventas; a los artistas les exigió trabajar desde otro lugar, y el público disfrutó desde su participación en pautar -de algún modo-, la obra elegida.
Al igual que en el mercado inmobiliario, la venta anticipada -también llamada en pozo- se convirtió en una modalidad comercial. La galería organizó un evento para promover esta dinámica, que consistió en comprar una pieza que aún no se había realizado. “El artista, en base a los intereses del comprador, confecciona un proyecto a medida. El cliente paga un precio inicial más bajo y luego paga la obra durante cuatro meses. Al cabo de este tiempo, el artista la entrega”, explicaron María Elvira Forenza y Mariana Sabeh.
En relación al balance del año, las ventas se sostuvieron como en 2014: tuvieron gran comercialización obras de Linares, Salvatierra, Rodríguez, Figueroa y Salas. “La fotografía cada vez es más fácilmente aceptada”, agregaron las responsables de El Taller, que inauguraron otro local en Yerba Buena.
Otra “vuelta de tuerca” al mercado la realizó la galería de arte móvil MicroEspora. “Poner en funcionamiento la idea de una galería móvil implicó pensar en un medio que transporte la obra de los casi 40 artistas que exponían en ella; ese medio fue la casa rodante que la Fundación Catorce Almas nos facilitó a modo de préstamo”, contó María Gallo.
Por los paseos públicos
“Fue una tarea agotadora, pero gratificante. Buscar el lugar, rastrear para tener electricidad, montar las obras y luego desmontar ... en fin. Quizás los puntos más interesantes fueron lo más públicos: la plaza San Martín antes de que nos expulse la lluvia, la tarde en el Parque Avellaneda y la plaza Urquiza. Esto porque en esos puntos fue donde estuvimos más cerca del transeúnte, gente de a pie que se acercó a los paseos públicos y se convirtió en espectadores espontáneos de la galería. En Yerba Buena, el público nos pareció algo más difícil, más reacio a acercarse, a curiosear”, agregó la responsable de MicroEspora.
En cuanto a las ventas, precisó que fueron adquiridas más de una obra de 24 artistas, sobre un total de 40 que participaron. “Ese dinero quizás no nos alcance para una vacaciones de descanso, pero sí recuperamos lo invertido, sí ganamos experiencia, sí cumplimos objetivos, sí nos quedan ganas de repetir la experiencia y profundizarla”, concluyó.
Por otro lado, el Mercado Cultural contó este año con numerosos stands para rubros como diseño, artes visuales, luthería, editoriales y artesanías, entre otros. Y funcionó, nuevamente, en el Espacio Cultural Don Bosco, con espectáculos musicales y desfiles que se sucedieron casi todos los días.
Las ventas superaron la realizadas el año pasado. “Fue mucha gente sabiendo ya qué querían comprar, con una actitud diferente a las ediciones anteriores. A nosotros nos fue bastante bien así como al resto de los espacios artísticos en general”, le dijo a LA GACETA Cecilia Quinteros Macció, de la galería Maleza.
Las obras -por lo general de pequeño formato-, tuvieron un valor entre los $ 200 y $ 4.000.
Una experiencia similar tuvo la diseñadora Lorena Sosa. “En general en el rubro diseño sí se vendió; en mi caso en particular, los precios de la joyería contemporánea y la indumentaria estaban entre $ 260 y $ 2.200 con piezas destacadas de colecciones casi exclusivas”, respondió ante una consulta.
Fuente: La Gaceta