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Literaturas primigenias
Los mitos, primeras narraciones: Modelos de comportamientos humanos creados para dar seguridad y sentido a la vida. Narraciones que no se olvidarán y siempre estarán en el imaginario de los pueblos..
Un minúsculo elemento no visible a simple vista, ínfimo, casi insignificante pero vivo, junto a otro tan pequeño como él, al que se une, constituyen el núcleo del desarrollo real de una vida nueva.
Sin esos elementos primeros no habría Ser. Allí, en esta simplicidad, viva y activa, contagiosa y trasmisible reside la existencia.
Este inicio está colmado de significaciones múltiples de activa integración, donde dos historias se ponen en juego con: música, murmullos, texturas, color, mágica creación, en una admirable globalización que seguirá desarrollándose sin interrupciones a través de la vida.
Reconocemos entonces la importancia de la iluminada y expresiva iniciación del Ser. En esta iniciación anclamos para comenzar a valorar la expresividad de todos, donde se inserta la primera palabra desde el primer grito.
Dice al respecto Fryda S. de Mantovani: “Es necesario fortalecer esa relación que va del grito al espíritu pleno pasando por todas las gradaciones del ritmo y la valiosa seducción del tono”.
Es imprescindible entonces entender esta problemática que va a guiar, desde el comienzo de la vida, una auténtica e integral formación de la niñez: la primera literatura, sabia y sentida. Prestemos atención para no equivocar el andarivel a utilizar.
Al decir de Gabriel Janer Manila: “La polución verbal nos puede conducir a la ruina”. En este camino de la iniciación, en este camino de reconocimiento de las primeras palabras, de los primeros tonos sociales, de los primeros rumoreos sociales y lingüísticos, seamos muy cautos. No convirtamos esas primeras palabras en “cementerios semánticos”, al decir de Chomsky. Rescatemos todas esas primeras lecciones sociales. Los primeros juegos rítmicos que son los modos de comunicar los primeros sentimientos. Rescatemos la lengua familiar de las literaturas primigenias, en estos días en que recordamos el Día Internacional de la Lengua Materna.
Entonces, las primeras literaturas que serán las primeras lecturas del mundo desde la oralidad, serán indispensables y están muy cerca de los niños y de los adultos en un “contrato de lectura social”, compartiendo la ideas de Eliseo Verón.
Desde allí se generarán las memorias personales y colectivas por la particular armonía emocional que encierran: la voz, el ritmo, la imagen, el color, la realidad a caballo inseparable de la fantasía para leer, y también para leer la vida.
Revisemos a cada paso el cancionero popular, la narrativa aquerenciadora, la poesía del pueblo, las creencias y leyendas de cada región. Son estos elementos la histórica herencia que va uniendo generaciones, proporcionando la identidad tan necesaria para la iniciación al ser social y participativo.
Para que estas literaturas primeras y motivadoras sean tales se requiere mucho amor por parte de los adultos responsables de la niñez, porque el amor lo entrega todo y busca el bien. Es una entrega sin medida; es el primer amor a la lectura de lo cercano personal, con reconocimiento cierto y valorado del lugar de nacer y hacer la historia amalgamando sueños, quereres y querencias con la magia azul y fresca de los primeros cuentos, poesías y canciones de cada grupo social. Se aprecia en consecuencia y se refuerza el propio lenguaje, la fuerza expresiva del tono regional, reconociendo, pensando, como primeras reflexiones, para pedir, opinar, entender.
Por ejemplo: cuando un niño pide algo, organiza lingüísticamente su discurso, espontáneamente, para estar seguro de conseguir lo que quiere, es decir, para ser entendido.
Es que el manejo de la propia lengua lleva consigo el manejo de la lectura segura y activa para decir y pedir, preguntar y participar. Se irá viendo, para esto y en cada caso, la importancia de la organización de las palabras y sus funciones: nominación, acción, adjetivación.
A cada niño se le debe brindar (a todos) la oportunidad maravillosa de comprenderse comprendiendo y participando. Incorporar y acomodar ideas para acondicionar su casa interior, acorde al mundo exterior que lo envuelve.
Los responsables de la formación y la educación de los niños deben tener muy en cuenta todo esto para que se produzcan textos contextuados y significativos, crecer y no decrecer con el lenguaje
El aprendizaje así sostenido desde el comienzo de la vida, supone, por parte del que aprende, la concientización del sistema y de la norma (bien orientados y con amor y espontaneidad cotidiana) y la posibilidad de comprender, construir e intercambiar sin frustraciones y/o marginaciones.
Hay así que ir captando lo nuevo en clara relación con lo aprendido y con viva inteligencia reflexiva para abrirse al mundo con seguridad.
¿Quién de nosotros no disfrutó en su niñez con el cuento de Los tres chanchitos, con un arrorró multiplicado por mil, con el juego de las figuritas o las bolitas...?
Todo esto constituyó una verdadera entrada al amor a la lectura oral expresiva que se alcanza ampliamente con el ejercicio de las primeras literaturas. Entonces la primera palabra, los primeros cuentos, deben tener forma de rueda con mucha emoción y en un constante ir hacia, con afecto, con amor.
Cuando el narrador narra, su voz y sus imágenes hacen germinar ideas contextualizadas, en el hogar y en la escuela; según Di Benedetto: se integran el yo individual y el yo social.
Es que los niños tienen un mundo particular que juega con el de los mayores en constante integración y con acotado desarrollo de la afectividad desde la percepción sonora. Entramos a la palabra, a las primeras lecturas desde la oralidad, desde el sonido, porque escuchamos y repetimos con seguridad. Cada uno sonará así por sí mismo y contagiosamente irá creciendo en su necesaria lectura personal.
Fuente: El Litoral