San Francisco. “A principio de año estuve por dejar la escuela porque tenía muchos problemas en casa. Mi mamá no tiene trabajo y mi hermano mayor hace changas para mantenernos a mí y a mis otros dos hermanitos. Pero la plata no alcanza y me sentí con la obligación de dejar el colegio para ayudar a mi familia”, relata “Pablo”, nombre ficticio elegido para esta nota para que no sea identificado entre sus compañeros.

“Ya estaba decidido hasta que le conté a la preceptora y ella enseguida me envió con la psicopedagoga. En el colegio me contaron del programa que habían implementado junto al municipio. Entonces la Cooperadora Escolar me dio una beca para comprar útiles y el uniforme, y a los pocos días, vino una asistente social a mi casa para ver cuál era nuestra situación”, afirma “Pablo”. “Le envíe una carta al intendente contado mis problemas y tuve una respuesta que me permitió seguir en la escuela”, agrega el joven que terminó de cursar días atrás quinto año del colegio San Martín, de San Francisco

“Ahora creo que me gustaría seguir estudiando para ser contador. Yo sabía que si dejaba la escuela mis chances laborales eran pocas, como le pasó a mi hermano que tuvo que abandonar para ayudar a mi mamá. Los problemas en casa continúan, pero ahora estoy tranquilo sabiendo que puedo terminar el secundario”, completa el adolescente.

Pablo es uno de los estudiantes que participó del Programa Local de Control de Ausentismo y Prevención del Abandono Escolar, articulado juntamente entre el Ministerio de Educación de la Provincia y la Municipalidad de San Francisco.

Es una “experiencia piloto” lanzada en esta ciudad como una herramienta para detectar casos, abordarlos y disminuir el índice de deserción escolar. Si funciona, es probable que se generalice luego.

Hace unos días, Pablo fue elegido escolta de la bandera por sus altas calificaciones. “Nunca se llevó una materia, tiene excelente conducta y es muy valorado por sus compañeros y docentes. Era una terrible perdida si lo dejábamos ir. Estamos orgullosos porque entre todos encontramos una salida para siguiera estudiando”, aseguró Patricia Gattino, vicedirectora de la escuela.

Fabiana Palacio, coordinadora del equipo interdisciplinario del programa, contó que el programa se creó a nivel provincial en el marco de la ley 26061, de Protección y Promoción de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

Se aplicó en las ocho escuelas públicas de nivel medio de esta ciudad en una tarea conjunta entre escuelas, municipio y organizaciones de la comunidad. Para eso, se creó una comisión local integrada por esas tres partes.

En marcha. “Cada escuela comunica a la comisión los casos de ausentismo reiterado. Con la detección de los alumnos en riesgo por la cantidad de faltas se iniciaban estrategias de comunicación con las familias”, precisó Palacios. “La asistente social del equipo realiza un diagnóstico de la situación familiar del alumno, y luego define la comisión la propuesta de trabajo que más se adapte a cada caso”, agregó.

“Un aspecto positivo del programa es la inmediata respuesta al problema, sin intermediarios y de manera eficiente. Se canalizaron por ejemplo situaciones relacionadas con el transporte de los chicos y hasta cuestiones más complejas como tratamientos médicos o psicológicos que desde el colegio no podíamos dar una respuesta”, afirman las docentes.

Fuente: La Voz