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Las emociones suelen jugar una mala pasada al finalizar el año
La creatividad ayuda a disfrutar de la fiesta.
Trabajar desde lo interno para controlar la ansiedad y disfrutar de los encuentros familiares (en lugar de padecerlos) puede ser un buen primer paso. Cuidarse en las comidas y no sobrecargarse para evitar los síntomas y manifestaciones físicas del exceso, el segundo. Son factores que en general no se tienen en cuenta de antemano, pero que suelen hacer de las festividades de fin de año una obligación más a sobrellevar sin morir en el intento. Pero, ¿es necesario -o inevitable- que así sea? Para quien se anime a decir no, este puede ser un fin de año con celebraciones diferentes y, sobre todo, placenteras.
El recuerdo de los que no están y la necesidad o el "deber ser" de juntarse con la familia, inclusive con aquellos familiares con los que no hay una relación fluida (aunque sí tal vez algún resquemor del pasado que no ha cedido) son solamente algunos de los motivos que hacen de las fiestas de fin de año una situación en la cual ciertas emociones que se preferiría evitar están sin embargo a flor de piel -lo mismo que el mal humor, la mala predisposición y la irritabilidad-, y donde los sentimientos pueden llegar a jugar una mala pasada.
Ya sea porque la ansiedad que se apodera de las personas y se suma al estrés, el cansancio y la presión entra en acción, o bien porque "hay algo en el aire", lo cierto es que el último día del año que se va y el primer día del Año Nuevo mueven montañas internas. Pero, ¿Por qué pasa esto ? ¿Es necesario que ocurra? Y fundamentalmente ¿cómo evitarlo?
"Las fiestas movilizan porque constituyen la excusa para juntarse con personas que son o han sido significativas y con las que tal vez se vivieron situaciones no debidamente procesadas. Si a esto le sumamos el apremio típico de fin de año, observaremos que lo que nos desborda es la posibilidad de internalizar o disfrutar todo lo que nos está pasando", dice el psiquiatra Roger Montenegro, presidente de la Fundación Contener. Por eso, añade, es necesario hacer un trabajo interno: bajar las expectativas sacando el foco de lo que es obligatorio y pasar a disfrutar del momento apelando a la creatividad.
Buscar alternativas
Tal vez una buena opción sea elegir, sólo por un año un lugar alternativo y diferente al que se utiliza todos los años como centro de festejo.
Otra opción para darle un cambio de aire a las fiestas puede ser también renovar la ornamentación, el ambiente y finalmente, por qué no, el grupo de gente con el que nos reunimos. La idea en cualquier caso es lograr que predomine el "quiero" y no el "debo".
Al respecto, la licenciada Gabriela Martínez Castro, psicóloga y directora del Centro Especializado en Trastornos de Ansiedad (Ceeta) remarca que en su opinión, "el objetivo debe estar centrado en calmar la ansiedad pues de lo contrario, quienes sufren este tipo de trastornos, comienzan a padecer las fiestas mucho antes de que estén cerca". Y es así: imaginar con quién deberán juntarse, sentarse, quien hará la comida, cuánto se gastará y cómo se repartirán los gastos, el temor de que se repitan situaciones desagradables que ya se han debido padecer y demás, genera en los casos más graves unas crisis generalizadas y hasta ataques de pánico, "que sin duda ponen en riesgo la salud debido a que la ansiedad es tan difícil de controlar que comienza a generar síntomas físicos", dice la psicóloga.
Si bien durante las fiestas predomina lo emocional, el corazón también sufre producto de los excesos de la mesa navideña y las comidas de fin de año con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, padres de colegio de los chicos.
De ahí que los especialistas (cardiólogos) recomienden la realización de un chequeo por estas fechas, pero además hagan hincapié en la "dieta navideña" y en las opciones saludables para la mesa familiar.
Fuente: La Gaceta
1 comentario
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Cristina dice ...
2/1/2011 15:00
Muchas veces festejar se convierte en una obligación, donde la gente se reune con quien debe y no con quien quiere. Es bueno reflexionar sobre el tema y respetar los propios deseos.
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