El verano es el momento en el que toda la familia quiere descansar, incluso las madres. A veces, esto que parece ser tan simple y obvio, no lo es porque la carga de las actividades de los chicos recae sobre ellas. En especial, si no se sale de vacaciones. La clave es poder lograr un equilibrio entre el descanso que se necesita y el tiempo que se le va a dedicar a los hijos.

A las madres que trabajan, se les suma el hecho de que sus vacaciones duran un mes, mientras que las de sus hijos, tres meses. Un tiempo para organizar paseos, llevarlos a la pileta, recibir a los amiguitos, cualquier cosa con tal de combatir el aburrimiento.

"Creo que lo mejor es poder repartirse el trabajo con su marido, saber delegar...en definitiva dejar de lado un poco el control", opina la psicóloga Estela Escuderi.

En estos tiempos en que las tareas dentro del hogar suelen ser más equitativas -expresa la especialista- porque la mujer pasa las mismas horas que el varón trabajando, hay que aprender a negociar con el marido para que los dos tengan un tiempo de respiro.

"Un verdadero descanso sería, entonces, compartir el rol madre-padre y padre-madre. Si se encaran las cosas así, se tendrá tiempo para actividades que han sido postergadas durante el año", aclara Escuderi.

Para evitar fatigas y sobrecargas, hay que planificar con tiempo las actividades semanales. Lo ideal sería que las actividades de los chicos coincidan en los horarios, para tener por unas horas, un tiempo de tranquilidad. Ese es el momento ideal para dedicarlo a alguna actividad que se disfrute: leer, ir a la peluquería, ver una película.

Sin mandatos

"Me parece que hay un discurso muy fuerte que repiten todos y es ’¿qué hacemos con los chicos en vacaciones?’. Si lo pensamos así, entonces, las vacaciones se presentan como terribles", reflexiona la psicóloga Vanina Vaisblat.

Alejarse de estas creencias permitirá pensar el tiempo de descanso desde otra óptica, más positiva. "Hay que poder salirse de ese discurso y considerar que es el momento en el que se pueden hacer cosas que deseamos, en especial con los chicos", aclara.

La clave es encontrarle el placer y el disfrute a cada actividad. Ya está el resto del año para las rutinas y las obligaciones, el verano se presenta como un momento de libertad, donde los mandatos no rigen. "La madre debe pensar qué es lo que quiere hacer con los chicos y a ellos también preguntarles qué quieren hacer con la mamá", agrega la especialista.

De todas formas hay que saber que no es necesario estar todo el día haciendo cosas. El aburrimiento puede ser una instancia para la creatividad porque a los chicos no les quedará otra opción que inventar algún juego divertido para pasar las horas.

En el último congreso de pediatría realizado en julio en Córdoba, los médicos señalaron que: "la vivencia del aburrimiento es importante. El trabajo al respecto consiste en rescatar, desde el aburrimiento, un proyecto de acción".

Fuente: La Gaceta