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“Amos de casa desesperados”

30/01 |

Cambia, todo cambia. Cada vez son más los hombres que, por necesidad o decisión de la pareja, asumen las labores domésticas y el cuidado de los niños. Mientras tanto, las mujeres trabajan largas horas fuera del hogar y son el principal sostén económico de la familia. Con ustedes, los amos de casa.

 

Para una mujer que trabaja más de ocho horas por día fuera de su hogar, puede parecer una utopía llegar a su casa por la noche y encontrar que todo está ordenado e impoluto, que la cena está servida y que los niños ya están bañados y con los deberes hechos.

Aunque cueste creerlo, esta fantasía se está haciendo realidad, y varios hombres, por decisión, elección o porque no les queda otra alternativa, realizan tareas domésticas como lavar, planchar, cocinar, ir al supermercado o encargarse de los niños. Parece ser que las típicas tareas viriles por tradición (entiéndase, trabajar más de ocho horas por día y ser el sostén económico del hogar) están dejando de ser primordiales para algunos hombres, que comienzan a dedicarse a los quehaceres hogareños y a la vida familiar. Este nuevo fenómeno o tendencia en auge tiene focos emergentes en varios países, sobre todo en aquellos tocados de cerca por la crisis.

En el viejo continente, más precisamente en Italia, los que comparten la actividad doméstica son cerca de 40 mil hombres que con mucho orgullo se hacen llamar “amos de casa”. Tal es su convicción que fundaron una asociación nacional a la que se han inscripto unos cinco mil hombres que decidieron dedicarse a las tareas hogareñas. Según cálculos dados a conocer durante el 2010 por el Seguro Social Italiano, ya se han inscripto como amos de casa más de 22 mil hombres, aunque se estima que esta cifra ascienda a 40 mil. Lo más curioso del caso es que, contrariamente a lo que se podría creer, el 57% de las mujeres entrevistadas en una investigación que se hizo en ese país afirmó que son más seductores los amos de casa que los varones tradicionales, cuyo machismo les impedía ir al supermercado o cocinar. Es más, según investigadores de la Escuela de Economía de Londres, cuando los hombres ayudan en las tareas del hogar, el riesgo de divorcio es menor.

En el plano local, la realidad de los machos argentinos es similar a la de sus pares italianos. Según un informe realizado por el Departamento de Investigaciones de Universal McCann Argentina, la cantidad de hombres que declaran ser amos de casa creció más de un 44% en los últimos 4 años. “La franja etaria que mayor crecimiento tuvo es la que se comprende entre los 25 y 44 años, que coincide con la de mayor productividad laboral”, suelta Lorena Cabrera, responsable de la investigación. En 2010, de las personas que se ocuparon de las labores domésticas y del cuidado de los hijos, un 32% fueron hombres.

Cambio de hábito

Después de la debacle del 2002, las familias argentinas tuvieron que hacerle frente a la situación económica, social y laboral que se estaba viviendo, y eso implicó necesariamente organizar los roles dentro del núcleo familiar. Así fue como cada vez y con mayor frecuencia se fue escuchando sobre hombres que se hacían cargo de las tareas del hogar, mientras que la mujer comenzó a insertarse en el mundo laboral con el objetivo de pasar a ser otra, y en algunos casos la única fuente de ingreso del hogar, producto de la desocupación que se vivía. “Hoy en día muchas parejas se forman con un empuje mayor de la mujer; esto se vio, en especial, después de la crisis del 2000. La mujer sale mucho más rápido de los momentos difíciles porque tiene la capacidad para rearmarse, mientras que el hombre se cierra mucho más”, comenta la psicóloga clínica especializada en crisis individual y de pareja Beatriz Goldberg, autora de numerosos libros y artículos. “Una de las principales causas de los cambios de roles es la ubicación de la mujer dentro de la pareja. Esto se da principalmente por su incorporación al mundo laboral. Hay algunas mujeres que deciden posponer la maternidad, justamente, para poder dedicarse a los hijos en un futuro mientras que, en el presente, prefieren trabajar y estudiar. Entre los 20 y 30 años, las mujeres atraviesan una etapa de desarrollo empresarial, gerencial o dentro de su trabajo, les cuesta cortar o dejar de lado ese crecimiento por un hijo y prefieren que el hombre no trabaje y ser ellas quienes lleven adelante la economía familiar. Esto se da, sobre todo, cuando al hombre no le va bien económicamente”. Ante semejante panorama, los hombres se vieron obligados a tomar una decisión: dejar de ser el proveedor del hogar para cumplir con el papel de amos de casa.

Los índices aportados por el estudio de Universal McCann Argentina corroboran esta tendencia: aunque las mujeres amas de casa siguen siendo la mayoría de la población de nuestro país (78% en 2010), esta cifra decrece, mientras que la cantidad de hombres que declaran ser amos de casa creció un 44% del 2006 al 2010.

Si volvemos la vista al plano internacional, en España las cosas no son muy distintas que en nuestro país o en Italia. La compleja situación económica que les tocó afrontar en los últimos años obligó a los hombres a convertirse en amos de casa. Según un informe de la Fundación Adecco España, la crisis no provocó cambios solamente en el mercado laboral, sino también en la sociedad, y prueba de ello es el papel que adoptaron las mujeres. En un escenario en el que muchas economías domésticas están haciendo agua, parece ser que la mujer se erige como la figura más activa de la sociedad. Mientras que 100.000 amas de casa salieron de sus viviendas para buscar trabajo durante el 2009, 42.000 hombres volvieron a sus hogares para dedicarse a las labores domésticas, lo que implica un aumento del 14,1% con respecto al 2008.

“A algunas mujeres les viene bien que sea el hombre quien se ocupe del hogar. La mujer de hoy no aspira a convertirse en ‘Susanita’, y esto influye psicológicamente en que no le importe tanto si es el hombre el que va a las reuniones escolares o si se lava y plancha la ropa”, sintetiza Goldberg al tratar de explicar los factores que influyeron en los cambios de roles del hombre y la mujer. “Ambos cambiaron –continúa la psicóloga–, pero en la mujer el cambio es mucho más notable, ya que su inserción y crecimiento en el mundo laboral provoca un cambio en la pareja e incide directamente sobre el hombre, quien se fue corriendo de su lugar”. Esto se da principalmente en aquellos hombres que eligen a una mujer temperamental y con rasgos de poder. En algunos casos, son hombres dependientes que evitan o esquivan el compromiso; detrás de esta postura se evidencia el miedo a las responsabilidades, por lo tanto adulan mucho a la mujer emprendedora y viven a través de ellas. “No es bueno que uno viva a través del otro; lo ideal es que haya un complemento, un ir juntos para el mismo lado”, remata Goldberg.

Romper el molde

El ingreso de la mujer en el mundo laboral fue probablemente uno de los cambios más importantes de las últimas décadas en la organización del trabajo. La independencia económica de la mujer y su impacto en las decisiones y posibilidades de elección modificó en gran medida la forma de organización de las familias y la llegada de los hijos. Debido a que el posicionamiento femenino fue cambiando, también cambió el posicionamiento masculino, que fue adaptándose a los cambios impulsados por la mujer. “Con los roles femeninos en transformación, los hombres han cedido parte del poder ejercido en la esfera pública y ya no se erigen como únicos proveedores del hogar. El ingreso de la mujer en el mercado laboral fue uno de los cambios más importantes en la forma de estructurar la sociedad, la familia y, en definitiva, lo que se supone como propio de cada género. Sin embargo, el gran cambio no pasó inadvertido: al no ser la provisión una tarea propia y exclusiva de los hombres, se alteró el imaginario de sus funciones para ambos géneros”, cuenta durante la charla Mariela Mociulsky, licenciada en Psicología y especialista en investigación de mercado y análisis de tendencias. Actualmente es directora de Trendsity, una agencia dedicaca a la investigación de mercado, marketing, detección de tendencias y consultoría.

Para los hombres, estos cambios implicaron, como consecuencia, un impacto en su posicionamiento. Sus atributos tradicionales ya no son lo único que se valora: hoy se les pide que expresen abiertamente sus emociones, que compartan los roles y las decisiones con la mujer y que participen en el cuidado de los hijos y en las tareas del hogar. Incluso, han ido ingresando progresivamente en el mundo de la moda, de la cocina, de la cosmética y del cuidado personal. Es más, cada vez hay mayor cantidad de hombres en los supermercados y en las clases de cocina. De esto se desprende que cada cambio en el imaginario de uno de los géneros impacta en el otro y genera reacciones y nuevos comportamientos, valoraciones y expectativas. ¿Está cambiando la idiosincrasia del hombre argentino? Según el informe de Universal McCann, el gusto por la cocina creció un 5% en los últimos años: una tendencia fuerte que parece seguirá sumando adeptos. En cuanto a las tareas domésticas, su realización genera menos aversión que años atrás (decreció un 21% en los últimos cuatro años), y, para rematar, cada vez son menos los hombres que sacrificarían tiempo con su familia para poder avanzar profesionalmente (-20%). “Emerge, entonces, un nuevo tipo de hombre, emocionalmente expresivo y sin que ello signifique la pérdida de la masculinidad –continúa Mociulsky–. Este nuevo imaginario presenta un padre más comprometido con el día a día de la pareja y sus hijos, más expresivo y relajado, que está atento a las necesidades del hogar y la familia”.

Si lo contrario a este panorama fue moneda corriente durante años, ¿por qué cuesta tanto imaginarse la nueva situación? Cómo impactan estos cambios en la pareja es lo que explica la psicóloga Goldberg: “Antes era la mujer la que admiraba al hombre o estaba a la par, ahora sucede lo contrario, ella manda y él la admira. Pero para que esto haya sucedido, tuvo que haber un acuerdo, una negociación en la pareja. En la medida en que el hombre y la mujer estén cómodos con estos roles, el modelo funciona. En general, creo que la sociedad ve bien que el hombre se quede en la casa por un período determinado; ahora, si esta postura del hombre se convierte en un ‘para siempre’, no está bien porque los acuerdos fijos, inamovibles y estancos no funcionan; uno cambia y las necesidades también”.

Si bien los aspectos biológicos determinan diferencias naturales entre hombres y mujeres, los conceptos masculino y femenino y la distribución de sus roles son construcciones sociales cargadas de imaginarios funcionales a épocas y sociedades, que están a tono con las necesidades de producción y consumo que le dan marco. Estas construcciones se “naturalizan” como parte del “sentido común” y, de esta forma, cada sociedad condiciona la imagen, los roles y las prácticas aceptadas y valoradas de los hombres o las mujeres en cada momento. Para concluir, la especialista en tendencias agrega: “Existe hoy una ruptura en los estereotipos de género que posibilita distintas maneras de ser masculino o femenino. Las expectativas para cada género ya no son unívocas y determinan nuevas formas posibles de organizar la vida. Las fronteras entre el hombre y la mujer son cada vez más flexibles y abren nuevas posibilidades para una sociedad que deberá comprenderlas para estar a tono con las necesidades en el tiempo oportuno”.

 Fuente: Revista Nueva

 

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1 comentario

 
Cristina dice ...
30/1/2011 12:02
Afortunadamente, los hombres y mujeres de hoy han podido salirse de sus roles tradicionales y compartir el cuidado de los hijos, la limpieza del hogar y su manutención. Se acabaron los hombres proveedores, que tenían bajo su responsabilidad exclusiva mantener a toda la familia, y también se acabaron las mujeres relegadas a su papel de amas de casa, aunque prefirieran ocuparse de otra cosa.
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